Elecciones en Reino Unido

Cameron se lanza a la conquista de los votos del UKIP

El «premier» británico, David Cameron, almuerza con votantes en el sur de Inglaterra
El «premier» británico, David Cameron, almuerza con votantes en el sur de Inglaterralarazon

A un mes de las elecciones, el líder «tory» enarbola su bajada de impuestos

A tan sólo un mes de las elecciones más reñidas de la historia de Reino Unido, David Cameron ha pedido a los votantes conservadores que han desertado para unirse al UKIP que «vuelvan a casa». Ante un empate técnico en las encuestas con el laborista Ed Miliband, el líder «tory» es consciente de que sólo recuperando al rebaño perdido tiene opciones de gobernar. Aunque sea en minoría, porque hoy las mayorías absolutas se antojan prácticamente imposibles.

Ante tal escenario, los partidos minoritarios han cobrado todo el protagonismo. Pero mientras que los laboristas ven ante sus ojos cómo el voto de la izquierda se reparte entre nacionalistas escoceses, verdes y liberal demócratas, los conservadores juegan, en este caso, con la ventaja de enfrentarse a un único enemigo. Eso sí, no es un enemigo fácil de desarmar. Con su mensaje antiinmigración y euroescéptico, Nigel Farage ha conseguido posicionar al UKIP como tercera fuerza política. Su popularidad es cada vez mayor en muchas de las circunscripciones atribuidas históricamente a los conservadores. Sin embargo, pese a que ha aumentado considerablemente su número de apoyos, es improbable que obtenga muchos escaños. Esto se debe al particular sistema mayoritario uninominal británico, en el que se vota un solo diputado por circunscripción dando ventaja a los partidos más grandes. En definitiva, que los votos para el UKIP podrían terminar regalando escaños a otras formaciones mayoritarias, como los laboristas.

Pese a la notoriedad adquirida por los euroescépticos, el apoyo a Farage ha bajado en Kent, donde se presenta como candidato. Y de no conseguir escaño, ha prometido que dimitirá de su cargo. «No tiene lógica ir a la Cámara de los Comunes como invitado», señaló. En los últimos meses, varios diputados han abandonado a Cameron para unirse a la filas de Farage. El último en unirse a la lista fue ayer Mike Whitehead, que no se presentará por el UKIP a las generales, pero sí en las municipales que se celebran también el 7 de mayo en muchos ayuntamientos de Inglaterra.

El «premier», que en su día llegó a tachar a los votantes del UKIP de «lunáticos y racistas», ha cambiado ahora considerablemente el tono de su discurso y ayer señaló que incluso entendía las razones por las que algunos habían cambiado de bando. Con un lenguaje diseñado específicamente para atraer de nuevo a los conservadores tradicionales, Cameron dijo: «Entiendo totalmente la frustración sobre temas como la inmigración y Europa. Pero os prometo que vamos a hacer más y conmigo como primer ministro tendréis referéndum para que el pueblo vote sobre si quiere quedarse o no en la Unión Europea».

Por otra parte, gran parte de su discurso estuvo dedicado a lo que llamó «Money-back Monday» (el lunes de las devoluciones). Y es que precisamente ayer comenzaba el año fiscal en Reino Unido y entraban en vigor muchas de las políticas impositivas anunciadas en su último presupuesto, como por ejemplo, el mínimo de ingresos anuales exento de tributación del impuesto sobre la renta, que ha pasado de 10.600 a 11.000 libras (de 14.400 a 15.000 al cambio actual).

El «premier» recalcó que la bajada de impuestos era clave en sus políticas y advirtió de que con el laborismo se volverían a los malos hábitos. En su intervención incluso hubo un eco de la famosa frase de Margaret Thatcher de «no hay tal cosa como la sociedad» cuando puntualizó: «No hay tal cosa como el dinero público. Sólo hay dinero de los contribuyentes. Y sabemos cómo queremos emplearlo. No en burocracia ni planes gubernamentales sin sentido. Queremos emplearlo en su familia, en su futuro». Por su parte, los laboristas insisten en que el único objetivo de los conservadores es bajar los impuestos a los ricos.