Campaña de propaganda

No parece haber duda de que el objetivo del presidente ruso, Vladimir Putin, consiste en reconstruir el viejo imperio soviético. Para conseguirlo ha establecido una estrategia de hechos consumados –empezó en Georgia con la independencia de Abjasia y Osetia del Sur– que descansa, fundamentalmente, en tres ejes claramente definidos. El primero es la disuasión militar. En la actualidad, Rusia está ejerciendo una gran presión militar sobre Ucrania, aunque nada más sea por los cerca de los 40.000 efectivos desplegados cerca de la frontera suroriental del país, según la OTAN. El segundo lo constituye la inspiración y fomento de una insurgencia separatista en Ucrania oriental, apoyando a los grupos prorrusos de la región e incitando a una convulsión social con métodos violentos, motivando sentimientos nacionalistas de las comunidades rusas. Con esta medida pretende debilitar al Gobierno interino de Ucrania acusándole de su imposibilidad de gobernar el país. Por último, el tercer eje se dirige, principalmente, al empleo de la energía, en concreto el gas, como arma de presión no solamente hacia Ucrania, sino también hacia la UE, como ya ha hecho otras veces. Al mismo tiempo, ha instaurado una eficaz campaña de propaganda, tergiversando la verdad y subvertiendo el orden ucraniano, mediante la que pretende no solamente exaltar los sentimientos de los colectivos prorrusos que existen en la región sino también difundir al exterior de la región y de Ucrania que Rusia tiene razón. En la mentalidad de Putin, la reacción occidental será lenta y débil.

*General (r) y Dir. Adj. del Grupo Atenea