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Guerra comercial

Carney recuerda a Trump en la Casa Blanca que «Canadá no está en venta»

El presidente de EE UU mantiene su negativa a rebajar los aranceles

«Tengo muchas ganas de conocer al nuevo primer ministro de Canadá, Mark Carney, pero no entiendo una simple VERDAD: ¿por qué EE UU subvenciona a Canadá con 200 millones de dólares al año, además de brindarle protección militar gratuita y muchas otras cosas?». Era la desafiante publicación que Donald Trump hacía en las redes sociales poco antes de reunirse con su homólogo canadiense este martes en la Casa Blanca. «No necesitamos sus automóviles, no necesitamos su energía, no necesitamos su madrea, no necesitamos nada de lo que tengan, aparte de su amistad».

Con este preámbulo, Trump esperó a su homólogo canadiense en el Ala Oeste y, tras un apretón de manos, ambos se sentaron a conversar con las ideas muy claras de lo que buscaba cada uno, pero con enfoques muy distintos. Se mantuvieron las formas hasta el final, a pesar de que la reunión no fue precisamente exitosa. Carney dejó claro que su país «no está en venta» y el republicano le contestó desafiante: «Nunca digas nunca». Trump no se dio por vencido y admitió que no se trataba de un acuerdo de un día. «Esto se debe a un período de tiempo en el que tienen que tomar esa decisión».

No tuvo mejor final la discusión sobre los aranceles, Carney llegaba dispuesto a negociar, pero Trump desde el principio dejó claro que no hay nada que pueda convencerle de que los retire. El presidente estadounidense se queja de que Canadá no ha tratado bien a su país.

La reunión se produce días después de que el primer ministro canadiense haya ganado las elecciones de su país gracias a una plataforma anti trumpista que caló profundamente en el sentimiento patriótico de los votantes después de que el líder de EE UU iniciara una guerra comercial con la nación vecina. «Canadá no se doblegará» fue la frase que más resonó en su discurso de celebración tras su victoria el 29 de abril, y a la que el viernes siguió «no esperen humo blanco de esa reunión».

El de ayer fue un cara a cara entre dos hombres que tienen perfiles muy similares. Trump (78 años), empresario de largo recorrido, llegó a la política en 2016 y Carney (60), también con orígenes en el mundo de las finanzas, es la primera vez que participa en política, pero a sus espaldas tiene logros que le han sido muy útiles para que el pueblo canadiense confíe en que es su mejor baza para luchar por el país: dirigió el Banco Central de Canadá en la crisis de 2008 y estuvo al frente del Banco de Inglaterra durante el Brexit.

La relación entre EE UU y Canadá siempre ha sido buena, pero Trump rompió esa dinámica cuando impuso impuestos del 25% a los vehículos, acero y aluminio canadiense y casi un 15% a la madera, además de mofarse del país asegurado que se acabarían anexionándolo al suyo. Carney jugaba con una ventaja con la que ya no contaba su predecesor, Justin Trudeau, que después de muy buenas relaciones con Trump los últimos meses se habían estropeado.

Tan solo un 9% de los canadienses está de acuerdo con formar parte de EE. UU., pero quizá el dato más preocupante viene del sector comercial. Canadá es el ¨mayor cliente de EE. UU.¨ dijo Carney durante la reunión, por lo que sería bueno restablecer el libre comercio con sus vecinos. Pero en el otro lado, el 75% de las exportaciones canadienses van destinadas a EE UU. una

vulnerabilidad que Carney pretende frenar buscando nuevos socios comerciales al otro lado del Atlántico. Sabe que la estrategia podría demorarse y de ahí que ayer visitara la Casa Blanca, para intentar calmar las tensiones hasta que la alianza con Europa empiece a fraguarse.