Unión Europea
Cauterizar el Brexit
El Brexit agudizará a corto plazo la crisis de credibilidad que sufre Europa desde su fundación. La crisis económica, los atentados terroristas en París y Bruselas, la inestabilidad en su vecindario del Este debido al conflicto entre Rusia y Ucrania o en el Mediterráneo tras la caída de Gadafi en Libia y la guerra civil en Siria, el reto que supone la llegada de los refugiados y las consecuencias que tiene en el espacio Schengen o en el ascenso del populismo; hacen más necesario que nunca que la UE de respuesta a esos retos y amenazas.
En un mundo globalizado como el actual el Estado nación se ha mostrado obsoleto para resolver problemas que requieren estructuras más complejas y en ocasiones cesión de soberanía. Londres que siempre ha defendido el libre comercio, los valores de la democracia liberal o ha ejercido de contrapeso a las potencias continentales de Francia y Alemania; podría involucionar hacia el proteccionismo, el populismo xenófobo y el nacionalismo como reacción a la inseguridad económica y a las fronteras abiertas de la globalización, pese a que los euroescépticos camuflen el problema como burocracia de Bruselas. La gran defensora del mercado y de la desregulación se retiraría al castillo del aislamiento con un foso antiimigración que, como reconoce la Oficina británica de Responsabilidad Presupuestaria, ha tenido un impacto positivo en la economía de la isla. Y todo ello por el ascenso de partidos populistas como el UKIP o la ambición personal del ex alcalde de Londres, Boris Johnson.
Que el Reino Unido nunca ha defendido una Europa política es algo obvio pues solo le ha interesado el mercado único como demuestra su exclusión de Schengen o del euro. Sin embargo, un país que cuenta con un brillante y experimentado equipo diplomático se ha dado cuenta de su pérdida de poder en la UE al no estar, por ejemplo, en el Eurogrupo. Tras la crisis económica de 2008 y con la política de rescates su papel se ha visto relegado en Bruselas a un segundo plano por detrás de Alemania lo que debilita su relación especial con los EEUU.
Una manera de recuperar influencia sería liderar la Europa de la Defensa a la que dio un fuerte impulso junto a Francia en el acuerdo de Saint Malo de 1998. Tanto la UE como la OTAN son compatibles y el Reino Unido es quien mejor podría conectarlas con el fin de solventar retos como el del terrorismo, la crisis migratoria o frenar el avance de la guerra híbrida rusa mediante la disuasión o la ciberdefensa. Si se produce el Brexit, Francia y Alemania trabajan en un plan B para implementar la alianza defensiva de la UE.
El “no” a Europa dejaría a Reino Unido más débil y aislado en el mundo global con problemas que pueden surgir a nivel local con una Escocia que quiera permanecer en la UE, problemas entre las fronteras de Irlanda del Norte y la República de Irlanda o un Gibraltar que torne sus miras hacia España.
El modelo de un país de la UE global, abierto, liberal y multicultural quedaría convertido en un Estado nación soberano, proteccionista, con auge del populismo xenófobo y contrario a sus propios valores liberales.
La UE, por su parte, deberá ser clara respecto al proceso de salida del Reino Unido. Londres deberá solicitar la activación del artículo 50 del Tratado de Lisboa y se iniciará una negociación que no debería demorarse más de dos años. La negociación será muy dura para los británicos, tal y como se vaticina desde Paris y Berlín, sin acuerdos preferentes a nivel comercial. El objetivo de Francia y Alemania es disuadir a países como Suecia, Holanda o Dinamarca, poco favorables a una mayor integración política europea, de la celebración de otro referéndum.
El eje franco-alemán debería liderar el salto cualitativo hacia mayores cotas de unión política con una hoja de ruta clara que quizás conduzca a una UE a dos velocidades, una federalista y otra más intergubernamental. La federalista, que deberían encabezar los países de la Eurozona, avanzará hacia una política fiscal y de seguridad y defensa comunitarizadas, que implicará mayores cesiones de soberanía. Y en la intergubernamental, los estados recuperarán competencias a nivel nacional.
La respuesta al Brexit deberá ser “sangrienta” pero tendrá que cauterizar cuanto antes con un plan definido, si la UE quiere dejar de usar la palabra crisis y mantener su capacidad de atracción a nivel mundial.
*Secretario General del Movimiento Europeo en España y Profesor de la Universidad Europea
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