Política

Elecciones en Israel

Comienza la revolución de las mujeres ultraortodoxas

Colian y Erez, en un barrio ultraortodoxo
Colian y Erez, en un barrio ultraortodoxolarazon

En el Parlamento de Israel no hay ninguna ultraortodoxa entre los 18 diputados de los partidos «haredi» representados (Shas y el Judaísmo Unificado de la Torá). En Bizjutan (Gracias a Ellas), quieren cambiarlo y por eso este nuevo partido se postula en las elecciones de hoy. Hará historia incluso si no logra alcanzar ni siquiera un escaño en la nueva Knesset. Se trata del primer partido de ultraortodoxas en la historia de Israel, su eslogan lo deja claro: «Mujeres haredi haciendo un cambio». Hubo ya una «haredi» como diputada, durante un año, pero como representante del izquierdista Meretz. En Bizjutan consideran que, más allá del mensaje general de «mujeres ayudando a mujeres», la agenda central debe pasar por que alguien vele por las necesidades de la mujer «haredi».

Ruth Colian, de 33 años, que encabeza la lista, tiene bien claro que no hay ninguna certeza de ser elegidas. Bizjutan ni siquiera aparece en los sondeos. «Pero eso no importa. Seguiremos luchando hasta que también las ‘haredi’ estén representadas en nuestro Legislativo, así no podemos seguir», dice esta religiosa, que hace 17 años era laica. Ella desea preservar su identidad actual, «pero con todos los derechos». Terminó sus estudios en Educación y quiere garantizar que todas las «haredi» puedan avanzar. Noa Erez, de 31 años, en el tercer año de Derecho y segunda en la lista, agrega: «Aunque no entremos al Parlamento esta vez, nuestra postulación en sí es el comienzo de la revolución. Y debemos continuarla, ya que de lo contrario, las limitaciones con las que tenemos que lidiar serán parte de la vida también de mis hijas. Eso es lo que quiero cambiar». Ambas casadas y madres de dos y cuatro hijos, respectivamente, sostienen que sus familias las apoyan, aunque reconocen los temores que enfrentan.

El nuevo partido cree que la mujer ultraortodoxa no tiene voz en un sistema controlado por los hombres. Sus candidatas explican que lo que se nació como un deseo de actuar con «recato» derivó en interpretaciones extremistas por las que las mujeres no pueden sentarse delante en los autobuses que atraviesan barrios ultraortodoxos. «Los tribunales lo han prohibido, pero ya ha pasado muchas veces que, si una mujer se sienta delante, la escupen o atacan», cuenta Erez furiosa. Colian y ella llevan panfletos con propaganda a Beit Shemesh, sabiendo que el solo hecho de que aparezcan en ellos sus rostros es para muchos ultraortodoxos casi un sacrilegio. Una mujer con la cabeza cubierta muestra asombro e incredulidad y agrega que, de todos modos, «en mi comunidad no votamos». Es miembro de la comunidad Satmar, uno de los grupos que boicotean los comicios y no reconocen al Estado de Israel, considerando que hasta que no llegue el Mesías no debe haber un Estado judío.