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Costa llama a evitar el «bloqueo español» en Portugal

Tras una legislatura en el poder con apoyo de la izquierda radical, el líder socialista aspira a lograr una amplia mayoría parlamentaria que le permita gobernar en solitario a través de pactos de geometría variable

EFE
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Tras una legislatura en el poder con apoyo de la izquierda radical, el líder socialista aspira a lograr una amplia mayoría parlamentaria que le permita gobernar en solitario a través de pactos de geometría variable

Hoy se celebran elecciones legislativas en Portugal, donde las encuestas señalan que el primer ministro socialista, Antonio Costa, tendrá un segundo mandato en la jefatura del Gobierno. Lo que no se sabe es si el político lisboeta seguirá encabezando un Ejecutivo minoritario, o si finalmente se hará con una mayoría absoluta que le permita gobernar sin tener que contar con el apoyo del Bloque de Izquierda –el Podemos luso– y el Partido Comunista, las dos formaciones que le han sostenido en el poder durante esta legislatura.

Aunque en España la «geringonça» –el término con el que se ha bautizado la alianza de la izquierda portuguesa– ha sido citada como un ejemplo a seguir por Pedro Sánchez, en Portugal Costa se ha mostrado desencantado con el curioso «ménage à trois» que le aupó al poder hace cuatro años. Los socios radicales del primer ministro tienden a presumir de su conexión con el Ejecutivo cuando se habla de la recuperación económica del país o se aprueba alguna medida progresista, pero el resto del tiempo las formaciones se dedican a censurar las políticas moderadas de los socialistas. A lo largo de la legislatura, los bloquistas han criticado al jefe del Gobierno por centrarse más en cuadrar las cuentas del Estado que en promover medidas progresistas, mientras que los comunistas le han reprochado mostrarse más en sintonía con los intereses del gran capital que con las demandas de los obreros.

Crecientes disputas

Los rifirrafes entre los supuestos aliados se han tornado cada vez más tensos, y durante el último año las disputas ocasionales han pasado a ser encontronazos abiertos en el Parlamento. El más notable se produjo en mayo, cuando los bloquistas y comunistas desafiaron a los socialistas y se unieron con la derecha para apoyar una propuesta legislativa que habría contabilizado el tiempo de servicio de los profesores a la hora de actualizar sus salarios. Costa afirmó que la medida haría imposible el equilibrio de las cuentas públicas y amenazó con dimitir si era aprobada. Los socios radicales no cambiaron de posición, y el colapso del Gobierno solo se evitó porque los conservadores recularon y terminaron por pronunciarse en contra del proyecto en la votación final.

Costa es consciente de que los sondeos indican que el Bloque de Izquierda puede aumentar su representación en el Parlamento, y teme que esos resultados hagan que la formación exija mayores concesiones –tal vez un Gobierno de coalición– a cambio de su apoyo. Deseando evitar esa situación a toda costa, el primer ministro ha pasado a estar obsesionado con independizarse de la izquierda radical de manera definitiva, y con este fin ha pasado la campaña agitando el miedo a la obstrucción política que se vive en España para pedir que los votantes le den la mayoría absoluta.

«Lo que queremos es estabilidad», afirmó el primer ministro en un reciente acto electoral. «En un momento en la que toda Europa mira a Portugal y alaba la ‘solución portuguesa’, queremos evitar entrar en un ‘impasse’ a la española. [...] Tuvimos cuatro años de estabilidad, mientras que España tuvo cuatro elecciones en ese mismo periodo. No queremos vivir una situación similar aquí en el futuro».

Pese al hecho de que el Bloque de Izquierda es mucho más antiguo y de tendencia más institucional que su partido hermano en España, Costa no ha dudado en equiparar las formaciones y sugerir que la líder bloquista, Catarina Martins, podría dinamitar la continuidad del Ejecutivo progresista en Portugal tal y como lo ha hecho su homólogo Pablo Iglesias en España.

«No queremos un ‘Podemos’ fuerte y un Partido Socialista débil, pues ese escenario inviabilizaría la estabilidad política en Portugal». En cambio, el socialista pide un resultado electoral «contundente» que dé a su partido «herramientas mejores para conseguir resultados mejores».

Sin mayoría y sin «geringonça»

Los últimos sondeos sugieren que las tácticas alarmistas del primer ministro no han tenido éxito entre el electorado luso, que no se muestra dispuesto a entregar el poder absoluto a los socialistas, sea cual sea el riesgo de caer en una situación política similar a la que se vive al otro lado de la frontera.

Según la encuesta realizada por la agencia Pitagórica para la cadena de televisión TVI, más de la mitad de los portugueses considera que las mayorías absolutas concentran demasiado poder en manos de una única formación. Muchos votantes del centro citan los escándalos que tuvieron lugar durante el último Ejecutivo de estas características –el liderado por el socialista José Sócrates, actualmente imputado por varios delitos de corrupción– al defender su oposición a esa opción política.

Si no alcanza la mayoría hoy, es probable que Costa insista en recuperar su independencia y opte por gobernar en minoría y en solitario, sin entrar en una alianza formal con los radicales. Si bien esa opción deja al primer ministro expuesto a los ataques de formaciones de todos los colores durante su segundo mandato, también le deja libre para cerrar pactos puntuales tanto con la izquierda como con la derecha debilitada. Los conservadores se han mostrado abiertos a llegar a entendimientos con los socialistas para realizar los recortes estructurales que Portugal necesita, y que hasta ahora han sido vetados por los bloquistas y comunistas esta legislatura.