ONU

EE UU presiona a China en las sanciones a Pyongyang

La Casa Blanca advierte a Pekín de represalias si no cumple la resolución de la ONU. Kim asegura que Washington «pagará su debido precio»

La agencia norcoreana muestra al dictador Kim Jong Un en medio de un baño de masas
La agencia norcoreana muestra al dictador Kim Jong Un en medio de un baño de masaslarazon

La Casa Blanca advierte a Pekín de represalias si no cumple la resolución de la ONU. Kim asegura que Washington «pagará su debido precio»

EE UU coloca la presión sobre China para lograr un cumplimiento exhaustivo de la nueva ronda de sanciones a Corea del Norte. El presidente Donald Trump minimizó el alcance de las represalias, que, según dijo, «no son nada comparado con lo que puede ocurrir», pero aún así se felicitó de haber obtenido la unanimidad del Consejo de Seguridad de la ONU. Más preciso fue su secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, quien advirtió de que si Pekín no implementa las sanciones, «nosotros pondremos sanciones adicionales contra ellos [China] y les impediremos el acceso a EE UU y al mercado internacional».

Desde Pyongyang, se volvió a arremeter ayer contra Estados Unidos acusándole de su «mala intención» por haber impulsado nuevas sanciones contra el país comunista mientras le advertía de que pagaría por ello el «debido precio». Con un tono amenazante, el régimen de Kim Jong Un lanzó este mensaje a Washington después de que el lunes el Consejo de Seguridad aprobara una serie de castigos a Pyongyang por su programa nuclear y de misiles

Fue en la sesión plenaria de la Conferencia de Desarme de la ONU, que tuvo lugar ayer en Ginebra, cuando el enviado especial de Corea del Norte, Han Tae-song, dijo que Washington había tomado medidas que buscan la confrontación política, económica y militar y transmitió el rechazo categórico de su país ante la nueva resolución de la ONU. Unos castigos que responden al sexto ensayo nuclear que Pyongyang realizó el 3 de septiembre, el más potente hasta la fecha y tras el que el régimen aseguró que le permitiría lograr una de sus grandes metas: insertar una cabeza nuclear en un misil intercontinental con el que golpear EE UU.

Mientras Pyongyang enfurecía por la adopción de las nuevas medidas, Seúl las aplaudía. «La última resolución representa el compromiso renovado de no tolerar el desarrollo nuclear y de misiles del Norte», señaló el Gobierno surcoreano en un comunicado citado por la agencia Yonhap. Con la misma determinación, el portavoz presidencial de Corea del Sur, Park Su Hyun, culpaba al Norte de su «imprudente reto a la paz internacional» por sus constantes lanzamientos de misiles y sus pruebas nucleares. En una nota insistió en que el país se dirige con sus desafíos al aislamiento diplomático y la única manera de evitarlo es volver a la mesa de diálogo para conseguir «un desmantelamiento nuclear completo, irreversible y verificable».

De la misma opinión era el primer ministro japonés, Shinzo Abe, quien declaró que la decisión unánime del lunes «deja clara la voluntad de la comunidad internacional para elevar la presión a un nuevo nivel y hacer que Corea del Norte cambie sus políticas». Ambos países coincidieron en que la nueva resolución supone una seria advertencia para que el régimen cese sus continuas provocaciones, que únicamente sirven para dirigir al país a un aislamiento económico total.

Es en esa disyuntiva en la que se vieron los países que el lunes aprobaron la resolución 2375 contra Corea del Norte. Mientras China y Rusia apostaban por la vía diplomática y el diálogo como única forma de conseguir paralizar el programa de armas y nuclear de Pyongyang, otros como EEUU abogaban por unos castigos que ahogaran económicamente al país y no le permitieran recabar la materia prima y tecnología necesarias para continuar con un programa que en los últimos dos años ha tenido extraordinarios avances

Por ello, para conseguir la unanimidad del Consejo de Seguridad de la ONU y, por consiguiente, evitar el veto de Moscú y Pekín –países reticentes a sanciones más fuertes–, Estados Unidos tuvo que rebajar unas ambiciosas medidas que pretendían la guerra económica total contra Kim.