Política

Conflicto armado

El ataque rebelde a Trípoli abre una nueva guerra civil en Libia

Unas 3.000 personas huyen de los combates en la ciudad, que se saldan con 25 muertos.

Miembros de las fuerzas de Misrata, bajo la protección del Gobierno oficial, se preparan para combatir en la capital
Miembros de las fuerzas de Misrata, bajo la protección del Gobierno oficial, se preparan para combatir en la capitallarazon

Unas 3.000 personas huyen de los combates en la ciudad, que se saldan con 25 muertos.

Las fuerzas del autoproclamado Ejército Nacional Libio (ENL), comandado por el mariscal Jalifa Haftar, avanzaron ayer sus posiciones en su camino hasta el centro de Trípoli, ejerciendo aún más presión sobre la capital del Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA) reconocido por la comunidad internacional. En una nueva escalada del conflicto, aviones de combate del ENL, que apoya a un gobierno paralelo establecido en el este del país, atacaron el aeropuerto internacional de Mitiga, el único operativo en Trípoli y controlado por el GNA, que decidió cerrarlo.

La embestida se produjo horas después de que el portavoz del ENL asegurara que las fuerzas de Hafter habían comenzado a establecer una zona de exclusión aérea sobre los cielos del oeste de Libia, y amenazara con que cualquier avión militar y su base serían considerados objetivo. El de Mitiga, por su parte, es un aeropuerto civil, pero también es usado como base militar por parte de fuerzas aliadas al Gobierno de Trípoli, por lo que el bombardeo podría ser la respuesta a un ataque de las mismas características el día antes por el GNA contra posiciones del ENL en la frontera con Túnez.

A pesar de los ligeros avances conseguidos por Hafter, los principales enfrentamientos se produjeron en distintos puntos del sur de la capital. Entre ellos, destacan emplazamientos como el de la disputada zona de su antiguo aeropuerto internacional o los aledaños de Gharyan, localidad desde donde el ENL lanzó su ofensiva el pasado jueves y que actualmente sirve como su principal línea de abastecimiento.

«Los avances iniciales [del ENL] fueron muy destacados, pero desde entonces su ofensiva se ha visto estancada», asegura a LA RAZÓN Oded Berkowitz, especialista en el Magreb y director regional de Inteligencia en Max-Security. «Eso podría deberse a la resistencia con la que se han encontrado, pero al mismo tiempo nadie acaba de saber cuál es su plan de batalla», dice.

De acuerdo con las cifras ofrecidas ayer por un portavoz del Ministerio de Salud del GNA a Reuters, los enfrentamientos se han cobrado ya la vida de al menos 25 personas entre civiles y combatientes, y unos 80 más han resultado heridas. Asimismo, la oficina de Naciones Unidas encargada de asuntos humanitarios señaló en un informe que más de 2.800 personas se han visto obligadas a huir del sur de la capital debido a los combates, y señaló que muchas otras han quedado atrapadas. Hasta ahora, los intentos de la agencia de convencer a las partes de respetar una tregua que permita evacuar a los civiles han sido en vano.

Más allá de la arena libia, el ministro de Exteriores del GNA, Mohamed Sayala, aseguró ayer que su Gobierno había emplazado a la comunidad internacional a mantener la presión sobre Hafter para que cese los combates. La respuesta que ha conseguido hasta el momento, sin embargo, no ha ido más allá de comunicados emitidos por la ONU, EE UU y la UE, que continúan sin traducirse en acciones concretas contra el mariscal. Así, el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, urgió a éste a detener su campaña, mientras que la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, hizo un llamamiento a un alto al fuego y a una vuelta al diálogo entre las partes, repitiendo unas críticas que, de momento, no detienen al veterano general. Rusia, a su vez, ha marcado perfil propio sin tapujos, y su ministro de Exteriores, Sergei Lavrov, insiste en que Moscú no va a imputar a ninguno de los dos bandos las culpas de las crisis y va a mantener sus puertas abiertas a ambos.