Nicaragua

El clan Ortega: los sátrapas vuelven a Nicaragua

El presidente sandinista y su amplia familia controlan con mano firme todos los estamentos del Estado, desde instituciones a grandes empresas

El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, junto a su esposa y su hija Camila, en una misa celebrada en la Catedral de Managua
El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, junto a su esposa y su hija Camila, en una misa celebrada en la Catedral de Managualarazon

El presidente sandinista y su amplia familia controlan con mano firme todos los estamentos del Estado, desde instituciones a grandes empresas

Durante la última década, el sandinista Daniel Ortega ha ido construyendo un imperio dominado por su dinastía, que controla todos los poderes y la mayoría de los medios de comunicación, sin otorgar espacio alguno a la oposición. La nominación esta semana de la influyente primera dama Rosario Murillo como aspirante a la vicepresidencia de Nicaragua, en «ticket» con su esposo, busca culminar este proceso e instaurar un modelo de partido único y autoritario. Un clan de sátrapas que recuerda a los peores años de la dictadura nicaragüense de Somoza.

Hace meses se filtró que el presidente Ortega tenía problemas de salud. Supuestamente padecimientos cardiacos y lupus, pero este asunto es manejado como secreto de Estado y el tratamiento lo recibe en La Habana. En caso de fallecimiento del presidente de la República, el primero en la sucesión de mando según la Constitución nicaragüense es el vicepresidente. El círculo se cierra y la supervivencia de la dinastía queda asegurada.

Con Ortega y Murillo y blindados por los poderes del Estado a los que manejan a su antojo y sin la oposición en el juego electoral, los sandinistas son favoritos para arrasar en los comicios de noviembre. Las encuestas les otorgan un 65% de los votos. Además, la principal coalición opositora decidió no participar en esas elecciones, afectada por una serie de fallos judiciales que la dejó sin su principal partido,del que recientemente el Poder Electoral y la directiva parlamentaria, controlada por el oficialismo, destituyó a la mayoría de sus diputados.

El plan de Ortega empezó a tejerse en el 2007 cuando logró volver al poder para gobernar en tiempos de paz. Rápidamente contrajo matrimonio con su mujer, Rosario Murillo, y sólo dos años más tarde consiguió que la sala constitucional de la Corte Suprema de Justicia, en un acto de usurpación de funciones, eliminara el artículo de la Constitución que impedía la reelección indefinida. A partir de ahí empezó a extender el control sobre las distintas instituciones como el Ejército y la Policía, el máximo consejo electoral y el Tribunal Supremo.

Sus hijos, coordinados por la propia Murillo, tienen un papel clave en este juego de tronos. Luciana y Camila Ortega Murillo, hijas de ambos, ejercen como asesoras presidenciales, y Rafael Ortega Murillo, el hijo mayor de la primera dama, aparece como asesor con rango de ministro. Todos podrían ocupar diferentes carteras en un nuevo mandato. Sin embargo, el elegido es Laureano Ortega, quien desde 2009 es asesor de la agencia de promoción de inversiones Pro Nicaragua, cargo que le permitió ser el enlace entre el empresario chino Wang Jing y su padre, para revivir el eterno sueño nicaragüense de construir un canal interoceánico. De él se dice que su padre lo adiestra como sucesor de la dinastía familiar.

Además, la primera dama, quien actualmente es secretaria de Comunicación, ha convertido a sus vástagos y a los de Ortega en verdaderos gerifaltes de la información. Tino, Daniel Edmundo, Juan Carlos, Camila, Luciana, Maurice y Rafael Ortega Murillo manejan los medios del emporio familiar y están directamente vinculados con los negocios de la pareja presidencial, obtenidos al amparo de los 4.000 millones de la ayuda de Venezuela. Para Humberto Castillo Toledo, secretario nacional de juventud del Frente Democrático Nicaragüense (FDN), Ortega ha cedido espacio a su mujer para comprar su silencio por las acusaciones que existen contra el mandatario por abuso sexual y violación contra tres menores de edad. «Que ella –Murillo- mantenga la boca cerrada es algo que tiene que pagar Daniel Ortega», afirma Castillo. Según él, la denuncia de violación que hizo Zoilamérica Ortega Murillo, hija de Rosario Murillo, contra su padrastro, ha facilitado que Murillo gobierne en la sombra.

El ejemplo más emblemático de falta de transparencia en Nicaragua es el caso del acuerdo petrolero con Venezuela, manejado a discreción como fondos privados por el presidente Daniel Ortega y grupos económicos afines a su partido. Pero hay otro caso aun más oscuro. En abril de 2015, el billonario chino Wang Jing clavó la primera pala en Brito, un pequeño pueblo del Pacífico. Se trataba de un nuevo proyecto faraónico tres veces más largo y dos veces más profundo que el Canal de Panamá. Permitirá el acceso a los barcos más grandes del mundo, que actualmente no pueden transitar por el Canal de Panamá. Sin embargo, en la actualidad, el proyecto se encuentra paralizado con serias dudas sobre su transparencia y viabilidad. «Nicaragua le dijo al mundo cómo se ocultan todos los procedimientos para adjudicar un megaproyecto de esa envergadura, de 50.000 millones de dólares», denunció Alberto Novoa, ex procurador general de la República.

Financiados por el narco y Venezuela

Sebastián Marroquín, hijo del abatido capo del cartel de Medellín, Pablo Escobar Gaviria, afirmó en 2010 que su familia vivió en Nicaragua en los años 80 y que fueron «protegidos por las autoridades de turno». En sintonía, el coronel retirado Víctor Boitano reveló que él vio a Escobar en una vivienda ubicada en Carretera Sur, en Managua. «Pablo Escobar montó en los años 80, con la venia del sandinismo, las rutas del narcotráfico en Nicaragua», afirmó. Escobar habría aportado 50 millones de dólares a la causa sandinista para cerrar estos tratos. Uno de los 60.000 cables filtrados hace seis años por la embajada norteamericana en Managua afirman que el sandinismo seguiría financiándose con dinero del narco y de Venezuela. Uno de ellos detalla que durante la campaña electoral que llevó a Ortega al poder en 2007, su partido, obtuvo dinero de los narcos «a cambio de que los jueces pusieran en libertad a traficantes capturados».

Una dinastía amante del lujo y los negocios

- Rosario Murillo

La mujer de Ortega es el poder en la sombra. Amante de la poesía y el esoterismo –siempre va cargada de amuletos– aseguran que su ambición no tiene límites. Fue capaz de dudar de su hija cuando ésta acusó a Ortega de abuso sexual en 1997. Habla francés e inglés a la perfección.

- Camila Ortega

Dirige un canal de televisión y asesora al presidente. Antes del triunfo electoral de su padre en 2007 era asidua a los desfiles de moda. Camila fue conocida en la década de los 80 cuando aparecía en brazos de su padre, que la llevaba asiduamente durante la campaña electoral del 89-90 .

- Rafael Ortega

Maneja negocios familiares y es dueño de Radio Ya, la de mayor audiencia en el país. Diversas investigaciones periodísticas de la Prensa independiente revelan que el mayor de los hijos del mandatario administra el lucrativo negocio de la distribución de petróleo.

- Laureano Ortega

Adicto a los trajes caros y a los relojes de lujo, fue nombrado por su padre como asesor presidencial en inversiones y mano fuerte de ProNicaragua, institución que atrae a los inversores. Visitó China para vender la idea de la construcción de un Canal Interoceánico.