Estados Unidos
El «efecto Trump» desgarra a los republicanos
El radicalismo del magnate favorece a Clinton, que carece de un rival real entre los demócratas
El radicalismo del magnate favorece a Clinton, que carece de un rival real entre los demócratas
¿Será 2016 el año en el que se elija a la primera presidenta de Estados Unidos? ¿Llegará un latino a la Casa Blanca? ¿Volverán al poder los Bush? El 1 de enero arrancó un año electoral cuya primera cita son las primarias en Iowa, New Hampshire y Carolina del Sur, que, a pesar de contar con pocos votos electorales, son fundamentales para presentar a los candidatos a nivel nacional. Los resultados les darán o quitarán empuje de cara a la carrera por la Casa Blanca. Una vez decidido, se celebrarán las convenciones en julio, la republicana en Cleveland (Ohio) y la demócrata en Filadelfia (Pensilvania).
En el Partido Demócrata, parece claro que en esta ocasión no ocurrirá como en 2008, cuando el entonces senador de Illinois Barack Obama le arrebató la candidatura a la que se creía todopoderosa Hillary Clinton. 2016 parece que será el del paseo para la ex jefa de la diplomacia, al menos para alzarse con la nominación de su partido en Filadelfia. Ayer, su equipo de campaña anunció que en la recta final de 2015 recaudaron en donaciones 55 millones de dólares. En total, Clinton cierra el año con 112. Enseña así su músculo, aunque no le hace falta. Tiene clara ventaja sobre el resto de los aspirantes demócratas. Pero aún tiene que hacerse con la candidatura. La primera parada le resultará algo amarga: Iowa, donde perdió contra Obama y se empezó a hablar del ya famoso «Yes, we can» del afroamericano. Después, New Hampshire, donde sus famosas lágrimas le hicieron ganar, y Carolina del Sur.
En el Partido Republicano, da la impresión de que no va a cesar el espectáculo mientras sus líderes preparan varios planes para deshacerse de Trump en caso de que logre el favor de los votantes en las primarias. Su supuesta candidatura entregaría en bandeja la Presidencia a los demócratas.
Cruz, el más peligroso para Hillary
Al que más temen en el partido de Clinton es al senador Ted Cruz, el precandidato conservador más creíble, junto con el ex gobernador de Florida Jeb Bush, pero con la diferencia de que sube en las encuestas. En su época universitaria, se le consideró uno de los mejores en los debates. Mejor abogado de apelaciones en Texas. Muy racional. Sabe siempre a quién tiene delante, sus objetivos y los argumentos que va a intentar utilizar su contrincante. No dudó en intentar bloquear el «Obamacare», hizo suya la cruzada contra el matrimonio gay y siempre está con la idea de hacer ver que es el republicano más sólido en el Capitolio. Es un ferviente creyente de la economía de libre mercado y el Gobierno pequeño.
Precisamente, hace días su equipo de campaña emitió un comunicado con todo el dinero que han recaudado desde octubre. Como Clinton, Cruz lo ha hecho para demostrar que es capaz de convertir el dinero en votos. Justo al contrario que Jeb Bush, incapaz de traducir todo lo recaudado del «establishment» en buenos resultados en las encuestas. De esta forma, Cruz ha acumulado en los últimos meses 20 millones de dólares (45 en 2015).
De momento, sus «SuperPAC» (por los grupos que supuestamente no tienen relación con los candidatos, pero son los encargados de hacerles las campañas sucias contra sus enemigos más directos) se gastarán un millón de dólares en una avalancha de anuncios en televisión y radio en los estados que primero votan.
Aun así, el hermano de George W. Bush espera salvar su candidatura. Le queda dinero de los 100 millones de dólares que recaudó cuando pareció una apuesta segura a principios de 2014. Cuenta además con un gran equipo sobre el terreno en New Hampshire y refuerza estos días su estrategia en Iowa. Es cierto que nada parece favorecerle en las encuestas, pero se puede salvar. Bush sólo tiene que seguir con los ataques, evitar el ridículo en Iowa y mantenerse en New Hampshire. Si lo consigue, su candidatura presidencial pasará a la segunda fase, cuando será clave el senador de Carolina del Sur Lindsey Graham por la importancia de este Estado en las primarias y los amigos de su padre y su hermano.
Seguidores reacios a votar
Siempre le ven en televisión. Le siguen en las redes sociales. Van cuando pueden a sus actos. Y les gusta lo que dice. Pero no necesariamente le votarán. Según «The Washington Post», el apoyo a Trump se basa en ciudadanos de clase trabajadora sin formación universitaria, más jóvenes que los votantes tradicionales republicanos. Leen sus libros, compran sus productos y repiten sus chistes, pero no suelen votar. La mayoría no lo hará en Iowa.
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