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«El fin del programa nuclear pasa por el final de los ayatolás»

Maryam Rajavi, presidenta del Consejo Nacional de Resistencia de Irán
Maryam Rajavi, presidenta del Consejo Nacional de Resistencia de Iránlarazon

La localidad de Villepinte, a las afueras de París, acogió ayer la multitudinaria reunión anual del Consejo Nacional para la Resistencia Iraní (CNRI), el principal grupo opositor al régimen teocrático de Teherán. Su líder, Maryan Rajavi, subió al estrado para advertir a Occidente contra la tentación del bajar la guardia contra los ayatolás si finalmente concluye con éxito las actuales negociaciones sobre el programa nuclear iraní. «Si no quieren un régimen islamista con bomba nuclear, abandonen el apaciguamiento y apoyen a la resistencia», instó a Estados Unidos y Europa. «El fin del programa nuclear pasa por el final del régimen de los mulás», añadió en medio de los aplausos de los 20.000 asistentes llegados de 60 países. Y es que en opinión de Rajavi, exiliada en Francia desde 1982 tras ver cómo su hermana fue torturada y asesinada, el diálogo atómico muestra la debilidad del líder supremo iraní, Ali Jamenei, que «se sentó a negociar con la comunidad internacional en Ginebra para evitar un levantamiento de la población», cansada de la carestía económica y la represión, que se ha cobrado la vida de 1.500 personas desde la llegada al poder del presidente Hasan Rohani en 2013.

Con una puesta en escena propia de la política estadounidense y arropada por un nutrido grupo de políticos y diplomáticos retirados, entre ellos la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Verga, la presidenta del CNRI insistió en que «el pueblo iraní y la resistencia no aceptarán ningún acuerdo que no desmantele la infraestructura del régimen para fabricar bombas nucleares». En este sentido, la ex ministra de Defensa francesa Michelle Alliot-Marie instó a «la comunidad internacional a lograr una garantía clara y verificable de su renuncia al arma nuclear».

Las palabras más duras, sin embargo, vinieron de la boca del ex director de la CIA James Woolsey, que declaró que la «única manera de acabar con el programa nuclear es la guerra». «Un eventual acuerdo –advirtió– supondrá la nuclearización de Oriente Medio», en alusión a los planes de Arabia Saudí y Turquía. En la misma línea, el ex embajador de EE UU en la ONU John Bolton constató que «las sanciones no han frenado a Irán» y que se corre el riego de que la «comunidad internacional legitime un programa pacífico, que luego será militar». Todas las intervenciones coincidieron, asimismo, en el papel desestabilizador de Teherán, que participa de manera más o menos encubierta en tres guerras (Siria, Irak y Yemen). Rajavi recuerda que el «califato de Teherán es el padrino de Asad, que junto a Jamenei debería ser juzgado por la Justicia internacional por masacrar a 300.000 sirios», al tiempo que recordó que «el Estado Islámico surgió de las atrocidades de Asad y Al Maliki [ex primer ministro iraquí], patrocinados por Teherán».