Elecciones en Brasil
El Gobierno de Temer recorta el gasto y revisará los subsidios
El gabinete brasileño se estrena con un mensaje reformista para rebajar derechos laborales. Dice que Rousseff deja «un agujero desconocido» y se plantea una subida «temporal» de impuestos
El gabinete brasileño se estrena con un mensaje reformista para rebajar derechos laborales. Dice que Rousseff deja «un agujero desconocido» y se plantea una subida «temporal» de impuestos
Las palabras «ajuste» y «reforma» están en lo alto de la lista de prioridades del nuevo Gobierno de Brasil. Bajo el argumento de que la saliente Dilma Rousseff dejó un «agujero todavía desconocido» en las cuentas públicas, el nuevo gabinete lanzó un mensaje ayer a la población de que acometerá sin dudarlo reformas estructurales. Lo hará, dijo, incluso en áreas extremadamente sensibles como los derechos laborales y el sistema de pensiones. A pesar de todo, el presidente interino, Michel Temer, admitió en su primera entrevista que no podrá «hacer milagros en dos años», dando por sentado que Rousseff no volverá a mandar.
La prioridad del nuevo gabinete será recuperar la confianza, según dijo el nuevo ministro de Hacienda, Henrique Meirelles, y para ello promoverá medidas para «revertir el aumento de la deuda pública». «Hay factores objetivos [que explican la crisis económica actual]. El más objetivo es la inseguridad sobre la sostenibilidad de la deuda pública, es decir, la capacidad del Estado de financiarse a futuro», dijo Meirelles, algo abrumado ante su primera rueda de prensa tras asumir ayer el cargo.
«Debemos revertir el aumento de la deuda pública», agregó Meirelles. Este ex banquero, con experiencia en Estados Unidos, rechazó decir cuánto tiempo necesitará el país para salir de la crisis económica, pero apuntó reformas de corte neoliberal, en clara contraposición con los últimos 13 años del Partido de los Trabajadores. «La sociedad brasileña está madura para medidas de ajuste», aseveró en una referencia a que las reformas del nuevo Ejecutivo podrían causar rechazo en la población y, eventualmente, protestas sociales, en un país históricamente de lucha por los derechos laborales y donde las huelgas logran paralizar fábricas enteras durante semanas.
Incluso dejó la puerta abierta a que se produzcan manifestaciones en las calles. «Estamos preparados para tomar las medidas necesarias que hagan falta y decir la verdad a la población. En relación a las protestas, forma parte de la democracia», dijo Meirelles. El Ejecutivo prepara el recorte de unos cuatro mil cargos públicos –no se trata de funcionarios sino de puestos de confianza de la administración de Rousseff– para adelgazar la enorme máquina estatal y no se descarta un aumento «temporal» de los impuestos en aras del equilibrio fiscal. Más inmediata será la revisión de los programas de asistencia social, que pasarán por una «auditoría», a pesar de que Temer ha recalcado que no pretende eliminarlos. Y es que, entre el 30% y el 40% de los beneficiarios de estos programas no cumplen los requisitos exigidos por ley y deberían dejar de recibir los subsidios que ahora se pagan a cerca de 46 millones de personas, según el nuevo Gobierno.
Los últimos indicadores de la economía brasileña reflejan un claro empeoramiento de la contracción económica. El desempleo está en alza y afecta a 11 millones de brasileños, la inflación supera el 6% y hay contracción en la práctica totalidad de los sectores económicos, a excepción de las exportaciones.
Datos provisionales publicados por el Banco Central este viernes señalan que el Producto Interior Bruto cayó un 1,4% en el primer trimestre de este año. El año pasado se contrajo un 3,8% en el marco de la peor crisis en el gigante sudamericano en décadas. Para «revertir» esa situación, Meirelles indicó que la llegada del nuevo Gobierno –aunque sea de momento temporal– aportará ilusión y desatascará las inversiones. «El país está esperando una acción y un cambio en el itinerario de la economía. Hay una demanda de la sociedad para revertir la trayectoria de la economía, del empleo y la renta», explicó Meirelles, quien ocupó la presidencia del Banco Central con Lula da Silva.
Los puntos más sensibles serán la reforma del insostenible sistema de pensiones y el recorte de los derechos laborales, que podrían dar fuerza al Partido de los Trabajadores (PT), el de Rousseff, y a los movimientos sociales para agitar a la izquierda en la calle. «La reforma del sistema de pensiones es evidente», explicó Meirelles. «La cuestión de la reforma laboral es la misma cosa. Es de gran importancia para aumentar competitividad brasileña», añadió.
Los analistas prevén un breve período de tolerancia al nuevo Ejecutivo, pero es incierto cuánto durará. «No será un Gobierno de unión nacional, pues la izquierda no estará. Sin el lastre del voto popular, Temer no tiene mandato para ir a izquierda o derecha. Tendrá que ser como Aristóteles, para quien la virtud está en el medio. Ese será el mejor camino», explicó Octavio Amorim, analista político de la Fundación Getulio Vargas (FGV) de Río de Janeiro.
El PT recordó ayer que entre los 23 ministros del presidente Temer «hay tres investigados y seis citados en el ámbito de la Operación Lava Jato», que investiga los multimillonarios desvíos en Petrobras. «El propio Temer también está citado en la Lava Jato», recordó el PT en un comunicado. Aunque Temer no ha sido acusado formalmente, un empresario y un ex senador, ambos interrogados por la Policía, les señalan como beneficiario de la trama vinculada. Él asegura que se trata de donaciones a su campaña recibidas legalmente.
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