Corrupción política
Castigo de cárcel al heredero de Samsung por corrupción
El hasta ahora máximo ejecutivo de la multinacional Samsung, Lee Jae Yong, fue sentenciado a cinco años de cárcel por su participación en el escándalo que forzó un «impeachment» contra la ex presidenta Park
El hasta ahora máximo ejecutivo de la multinacional Samsung, Lee Jae Yong, fue sentenciado a cinco años de cárcel por su participación en el escándalo que forzó un «impeachment» contra la ex presidenta Park.
El «juicio del año» en Corea del Sur sentenció ayer a Lee Jae Yong a la pena más dura impuesta en el país asiático a un magnate de los negocios. Conocido también como Jay Y. Lee fue hallado culpable en el escándalo de tráfico de influencias y sobornos que forzó un «impeachment» contra la ex presidenta surcoreana Park Guen Hye.
Máximo ejecutivo del Grupo Samsung, Lee Jae Yong fue condenado a cinco años de prisión por varios delitos, entre ellos malversación, perjurio, corrupción y ocultación de activos en el extranjero. La sentencia es insólita en la historia del país surcoreano, donde el sistema económico y judicial ha estado dominado durante décadas por las poderosas familias propietarias de los grandes conglomerados conocidas como «chaebols». La sentencia tuvo un fuerte impacto en el mundo empresarial y político pero también entre la sociedad. Es la primera vez que la justicia surcoreana envía a la cárcel, con una condena de cinco años, a uno de los miembros más destacados de las «chaebols». El multimillonario Jay Y. Lee está considerado como la tercera fortuna del país y propietario de la principal multinacional. Hasta el escándalo de «La Rasputina» –así es como se bautizó a la confidente presidencial Choi Soon Sil– las grandes familias propietarias de los «chaebols» eran reverenciados por su contribución en la transformación de la península en una potencia económica.
«La sentencia es un punto de inflexión para los “chaebols”», afirmó Chang Sea-jin, profesor de negocios del Instituto Coreano de Ciencias y Tecnología, tras conocer el fallo del tribunal de primera instancia de Seúl. «En el pasado, los “chaebols” no se preocupaban por las leyes porque ellos no estaban sometidos a ellas. Ahora, la condena de Lee sienta un precedente para un estricto refuerzo de las leyes, y los “chaebols” deberían empezar a preocuparse». De acuerdo con la legislación surcoreana, las sentencias de más de tres años no pueden ser suspendidas. A pesar de que queda el recurso al Supremo, parece difícil que el magnate de las comunicaciones pueda escapar de cárcel, como sí hiciera su padre en 2009 cuando fue perdonado de un delito de evasión fiscal.
El nuevo presidente de Corea del Sur, el liberal Moon Jae-in, ganó el pasado mayo las elecciones, con el propósito de terminar con los privilegios de los grandes grupos industriales. El primer lugar ha apostado por dar más poder a los accionistas minoritarios y, en segundo lugar, ha asegurado que va a terminar con el perdón presidencial a los «magnates del crimen de cuello blanco» enjuiciados. El presidente surcoreano espera que la sentencia sirva como una oportunidad para acabar con el nexo entre negocios y políticas que ha secuestrado al país. Así lo expresó en un comunicado. «Este caso supone un grave problema para los ejecutivos de Samsung group, que se habían preparado para la sucesión de Lee sobornando al presidente», afirmó el juez del Tribunal Central, Kim Jin Dong, según la agencia Yonhap. Para el juez, Lee, como heredero de la corporación «apostó por beneficiarse el que más de cualquier favor político obtenido para Samsung».
Jay Y Lee ha negado cualquier delito. En traje de chaqueta y sosteniendo una carpeta con documentos, el multimillonario surcoreano salió ayer de la sala de la corte y fue fotografiado mientras era escoltado con esposas de nuevo al centro de detención dónde permanece desde febrero. Si el caso fuera finalmente apelado al Tribunal Supremo de Seúl, se revisaría el próximo año.
Después de seis meses de juicio por el escándalo que hizo caer en marzo a la entonces presidenta surcoreana, la sentencia dice que Lee quiso obtener favores políticos y el apoyo de la ex presidenta Park Guen Hye, para conseguir el poder absoluto en Samsung Electronics, el gigante líder mundial de smartphones y chips.
Lee, de 49 años, consiguió el apoyo de Park Guen Hye mediante la entrega de grandes sumas de dinero –32 millones de euros– a una de las consejeras y mejores amigas de la presidenta, Choi Soon Sil. El tercer hombre más rico de Corea del Sur realizaba cuantiosas donaciones a fundaciones gestionadas por la mayor confidente de la presidenta. En concreto, el objetivo que perseguía el líder del imperio tecnológico era asegurarse el control de la corporación y hacer desaparecer cualquier posible competidor emergente para su negocio. Para ello necesitó el favor de la presidenta Park, entonces al cargo del ejecutivo desde 2011.
Pero finalmente el tercer hombre más rico de Corea del Sur, icono de la familia más adinerada ha sido arrollado por el escándalo de «La Rasputina» que también acabó con el futuro político de la ex presidenta.
La relación entre Park y su confidente Choi era muy estrecha. La Justicia surcoreana sospecha que la amiga de la presidenta tuvo acceso a información privilegiada y clasificada del Gobierno surcoreano. De acuerdo con las investigaciones Choi Soon Sil creó una red de fundaciones para apoyar las políticas de la presidenta Park y para enriquecerse. Entre otros asuntos, se acusa a Lee de pagar la carrera universitaria y ecuestre de la hija de «La Rasputina» en Alemania.
A cambio, Lee consiguió la aprobación del Gobierno para una fusión de dos sociedades de Samsung en 2015, movimiento que le permitió conseguir el control total del grupo Samsung Electronics, a cuya directiva había llegado en 2014 tras el ataque de corazón que sufrió su padre. La fusión fue rechazada por muchos de los accionistas, pero se llevó a cabo con la aprobación de uno de los tenedores de títulos más importantes del grupo, el fondo nacional de pensiones surcoreano.
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