Tiroteos en Estados Unidos

El «mea culpa» del creador de la web supremacista: pide cerrar el foro del asesino de El Paso

Fredrick Brennan ha solicitado el cierre de 8chan, el portal de Patrick Wood Crusius y otras matanzas.

Fredrick Brennan, en una imagen de archivo / Reuters
Fredrick Brennan, en una imagen de archivo / Reuterslarazon

Fredrick Brennan ha solicitado el cierre de 8chan, el portal de Patrick Wood Crusius y otras matanzas.

De EEUU a Nueva Zelanda al menos tres asesinos de masas, con 74 muertos en la faltriquera, comparten una web, 8chan, donde antes de apretar el gatillo y vomitar fuego dispararon sus mensajes de odio.

El lugar tiene seis años de antigüedad, nació con la promesa de promover el libre intercambio de mensajes y auspiciar una plataforma de foros donde no entrase la tijera censora de la corrección política. Pero resulta que entre sus comentarios florecen detritus de odio puro, rebuznos violentos, alegatos supremacistas, llamamientos al apocalípsis y toda suerte de lastimeros análisis sobre la decadencia de Occidente y la imperiosa necesidad de armarse hasta los dientes para resolver a tiros la brecha cultural. Hasta el punto de que ya son varios los criminales que parecen haberlo usado para repostar y aventar sus diatribas delirantes.

El último en hacerlo fue Patrick Wood Crusius, de 21 años, que acabó en el centro comercial de Walmart, donde asesinó a 22 personas. Poco antes de cometer su crimen Crusius había publicado un manifiesto en la conocida web donde explicaba, es un decir, las razones con las que trataba de justificar la imposible. No sin antes exonerar a Trump de sus intenciones, así como describiendo con detalle el equipamiento de matarife experto con el que pretendía actuar. Meses antes, en Nueva Zelanda, Brenton Tarrant irrumpió en dos mezquitas y asesinó a 51 personas de Christchurch. Previamente dejó en 8chan sus excrecencias dialécticas. Y otro chalado, John Earnest, acusado de asesinar a una persona en una mezquita de San Diego, también habría usado la plataforma para justificarse.

Normal que el creador del espacio, Fredrick Brennan, que tiene 25 años y reside en Filipinas, ande de peregrinaje por las televisiones y radios e intente distanciarse. Hace al menos cinco años que no es dueño del canal, que abrió en 2013, y no menos de tres que cortó cualquier lazo con su actual propietario. En declaraciones a la NBC ha comentado que «no hay manera de que pueda regresar y dejar de crear 8chan. Si pudiera, lo haría, pero no hay forma de hacerlo. Así que la forma principal en que he tratado con la culpa es ir a la ofensiva». «Si pudiera dar marcha atrás y no crear 8chan, probablemente lo haría», añadió, compungido porque el portal esté en boca de todos, incluido el presidente. Durante su esperado discurso como respuesta a los recientes atentados, Trump expuso que «internet se usa para el tráfico de personas, la distribución ilegal de drogas y muchos otros crímenes atroces. Los peligros de internet y las redes sociales no pueden ser ignorados y no serán ignorados». Tras instar al FBI a controlar con más celo y eficacia las webs donde podría glorificarse la violencia anti inmigrante, pasó a atacar los videojuegos que «celebran la violencia». En un discurso que debieran de suscribir muchos de los que afirman odiarle, convencidos todos ellos de que los ciudadanos son pura plastilina en manos de influencias externas, el presidente alentó a «detener la glorificación de la violencia en nuestra sociedad». «Esto incluye», dijo, «los videojuegos horripilantes que ahora son comunes. Hoy es demasiado fácil para los jóvenes con problemas rodearse de una cultura que celebra la violencia. Debemos detener o reducirlo sustancialmente y tiene que comenzar ya».

De modo que Trump y el programador, Brennan, que asegura a Reuters que hemos «llegado a un punto en que si un asesino de masas quiere hacer una matanza, elige 8chan para publicar su manifiesto», tienen claro el enemigo. No tanto qué puede hacerse. «Parece que no hay otro lugar donde ir en términos de lo extremo que es», comentó.

EE UU contempla con una mezcla de curiosidad y aprobación los últimos de México tras la matanza de El Paso. Después de que el asesino publicase un manifiesto en el que acusa a los inmigrantes mexicanos de diluir la cultura estadounidense, el ministro de Exteriores, Marcelo Ebrard, comentó que «nos preocupa que otras personas piensen igual que este sujeto».