Crisis económica

El milagro económico se hace añicos

Brasil acumula una recesión del 3,2% a final de año y para 2016 se espera una caída del 2,6% del PIB. Temor a una gran depresión

La Razón
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Brasil acumula una recesión del 3,2% a final de año y para 2016 se espera una caída del 2,6% del PIB. Temor a una gran depresión

Para adobar la tormenta perfecta a nivel político se suma una crisis histórica. En los primeros nueve meses, Brasil acumula una recesión del 3,2 por ciento. La contracción de la actividad cuenta tres trimestres consecutivos de caídas y en el tercero se situó en el 1,7 por ciento, por encima de casi todos los pronósticos.

No se esperan mejoras para el año próximo. La previsión es una nueva caída del Producto Interior Bruto (PIB) del 2,6 por ciento, según el más reciente boletín Focus del Banco Central de Brasil. Sumando los dos años, la gran potencia suramericana –objeto de elogios durante la última década por su modelo de desarrollo– enfrenta su peor recesión desde 1930 y no son pocos los que ya consideran el «milagro económico»– si es que realmente lo hubo– como un mero acontecimiento del pasado.

Los números macroeconómicos de la mayor economía de América Latina hablan por sí solos: desde los comicios de 2014 se perdieron 1.38 millones de empleos, mientras la renta per cápita ha caído un 7 por ciento en las principales regiones metropolitanas respecto a 2014, lo que frena el consumo. La inflación, por su parte, está desatada, pese a que los tipos de interés han sido elevados hasta el 14,25 por ciento y podrían incluso subir más, y el aumento de los precios debe cerrar el año en torno al 10 por ciento, un dato elevadísimo para una economía en neta contracción.

Terminado el ciclo dorado de las materias primas, del que tanto se benefició un Brasil abundante en minerales e hidrocarburos, parece haberse esfumado también la confianza de los inversores extranjeros en el país. Prueba de ello es la caída de su moneda –el real–, que se ha devaluado cerca de un 45 por ciento en el último año respecto al dólar, así como la rebaja en los últimos tres meses de la nota soberana crediticia por parte de dos agencias de calificación norteamericanas: Standard & Poor’s y Fitch, que sitúan ya al bono brasileño en el rango de inversión especulativa o bono basura.

Aún es pronto para evaluar el impacto a largo plazo. Pero la principal cuestión es saber si la crisis devolverá a millones de personas que han logrado salir de la pobreza gracias a los abundantes programas de ayudas sociales –fundamentalmente asignaciones mensuales alimenticias en función del número de hijos– al estrato social más bajo, ante el previsible recorte de estas partidas por el déficit presupuestario. El nuevo ministro de Economía, Nelson Barbosa, un hombre del entorno de la presidenta brasileña, fue recibido con fuertes caídas en las bolsas que pueden prolongarse esta semana. 2016 será un año clave.