África

Guerras y conflictos

El país más joven del mundo se desangra

Seis años después de conseguir su independencia, Sudán del Sur se encuentra atrapado en una guerra étnica que ha dejado millones de refugiados y una alarmante hambruna.. “Si no hablas el idioma que ellos quieren, te matan”, lamenta un testigo de la violencia.

Las agencias humanitarias llevan meses alertando de la hambruna en Sudán del Sur
Las agencias humanitarias llevan meses alertando de la hambruna en Sudán del Surlarazon

Sudán del Sur lleva años sumergido en una terrible guerra civil que ha devastado el país. Mientras los ojos del mundo miran hacia otro lado, la situación ha entrado en una fase crítica.

La tragedia ha acompañado al país en su corta historia. Declaró su independencia de Sudán en julio de 2011, después de décadas de lucha armada. Para ello, recibió fuertes apoyos internacionales, especialmente de Estados Unidos, desde donde se quería proteger a los cristianos del sur de la opresión del norte, de mayoría árabe y musulmana. Cuando Sudán del Sur consiguió por fin separarse del norte, el optimismo era contagioso. Decenas de miles de sursudaneses salieron a las calles para celebrar su libertad, y prometieron cuidar el futuro de su país. Pero poco después, se volvían a repetir las destructivas dinámicas que han llevado a tantos países africanos a la guerra civil en los últimos 60 años.

Lucha de poder

La fuente del conflicto se puede personificar en dos hombres, Salva Kiir, el presidente, y Riek Machar, el que fuera su vicepresidente y es ahora el principal líder rebelde. La lucha de poder entre estos dos señores de la guerra estalló en diciembre de 2013, cuando se produjo una disputa violenta entre los guardias presidenciales. El presidente Kiir acusó a Machar de orquestar un golpe de Estado contra él, y empezaron los arrestos de los miembros del Gobierno a los que Kiir consideraba una amenaza. Machar negó que quisiese tomar el poder a través de un golpe, pero la violencia ya era imparable. El conflicto se dividió rápidamente entre facciones étnicas. Los dinka, el grupo del que procede Kiir, se pusieron del lado del presidente. Los nuer, la etnia de Machar, en el otro bando. Los dinka y los nuer son, además, los dos grupos étnicos más numerosos de Sudán del Sur.

Como es común en las guerras civiles africanas, los países del alrededor se involucraron para favorecer sus propios intereses. Fuentes diplomáticas explican que casi de inmediato Uganda se posicionó a favor del presidente Kiir y envió tropas al país para apoyar al Gobierno. Por contra, a medida que el vicepresidente Machar conseguía sobrevivir y hacerse fuerte en los territorios donde su etnia es mayoritaria, recibió un apoyo subrepticio de Etiopía, que no quería que Sudán del Sur estuviese controlado exclusivamente por los ugandeses.

Violaciones de derechos humanos

A través de las masacres étnicas, las facciones aterran a sus enemigos y se apropian de recursos naturales, sobre todo en las zonas ricas en petróleo. “Si no hablas el idioma que ellos quieren, te matan”, cuenta un testigo de la violencia. Un informe presentado por la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas denuncia que “la mayoría de las violaciones de Derechos Humanos son cometidas por soldados del Gobierno, miembros del Servicio Nacional de Seguridad, policías y milicias alineadas con las fuerzas del Gobierno”. También apunta a los soldados del Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán, leales al presidente Kiir, por aniquilar a civiles nuer y violar a mujeres nuer. Una superviviente del terror contó a la Comisión que fue testigo de la violación de otra mujer que rogaba a sus torturadores que la matasen.

Muchos no han tenido más remedio que dejar todo atrás y huir de sus casas para salvar sus vidas. La crisis de refugiados se ha convertido en la mayor de África en la actualidad. Trágicamente, dos tercios de los que han huido son menores de 18 años, lo cual ha convertido a los niños en el rostro de esta emergencia. Los números son escalofriantes, 1,9 millones de personas han sido desplazadas internamente dentro del país, mientras que 1,85 millones de refugiados han salido de Sudán del Sur.

La mitad han escapado a Uganda, donde hay 900.000 huidos malviviendo en unos abarrotados campos de refugiados. El asentamiento de Bidi Bidi, en el norte de Uganda, es ya el más grande del mundo. Dentro de él sobreviven 270.000 personas. Después de haber acogido a un altísimo número de exiliados, Uganda ha llegado al límite y ha tenido que bloquear la entrada de nuevos refugiados en Bidi Bidi. No está entrando suficiente dinero para lidiar con una crisis de estas dimensiones. Las agencias humanitarias que actúan en la zona han lanzado un llamamiento para recaudar los 1.250 millones de euros que necesitan urgentemente para este año.

Como si la violencia étnica y la crisis de refugiados no fuesen suficiente, una durísima sequía acecha la zona, lo cual ha desencadenado en un estado de hambruna generalizado. Con el país hambriento, la crisis humanitaria es de un nivel catastrófico. Dos regiones del país han declarado ya el estado de hambruna. Según un informe de Naciones Unidas, 5 millones de personas buscan comida a diario y 100.000 desesperados están en riesgo inminente de morirse de inanición. El hecho de que la población tenga que estar huyendo constantemente de la guerra hace que no puedan cultivar nada, al ser incapaces de quedarse en un mismo sitio, plantar y cosechar. El país se encuentra ahora en la temporada de lluvias. Pero si no se produce comida ahora, cuando llegue la época seca la situación va a empeorar mucho. Otras regiones han alertado de que están muy cerca de declarar oficialmente el estado de hambruna

Zonas inaccesibles

Las agencias humanitarias y organismos internacionales están intentado aliviar la situación. En una conversación telefónica desde Yuba, la capital de Sudán del Sur, Eujin Byun, que trabaja para el Alto Comisionado de la ONU para los refugiados (Acnur), explicó las difíciles condiciones en las que tienen que actuar: “Hay zonas del país a las que no podemos llegar. Tanto porque son muy peligrosas o porque las carreteras están bloqueadas. Sudán del Sur presenta además complicaciones logísticas porque hay zonas a donde no llegan carreteras. Por lo cual, en la temporada de lluvia es imposible llegar por tierra. Así que hay que mandar la ayuda humanitaria por aire. Necesitamos más fondos para poder proveer comida a través de un puente aéreo. Pero hay una falta de recursos económicos. Nosotros llamamos a la catástrofe en Sudán del Sur la crisis olvidada”.