Brasil
Los socios políticos de Rousseff la abandonan
El PMDB sale de la coalición de Gobierno y complica el futuro de la presidenta de cara al «impeachment»
En una reunión de apenas 10 minutos y al grito de «¡Fuera el PT!», el centrista Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), el mayor socio de la coalición gubernamental de Dilma Rousseff, abandonó ayer el Ejecutivo y, con ello, probablemente sume ahora sus fuerzas para promover la destitución de la mandataria por juicio político parlamentario. «A partir de hoy, en esta reunión histórica, el PMDB se retira de la base del Gobierno de la presidenta Dilma Rousseff y nadie en el país está autorizado a ejercer cualquier cargo federal en nombre del PMDB», dijo el senador Romero Jucá, vicepresidente de la formación, antes de que el centenar de representantes del directorio nacional gritaran «¡Temer presidente!». La ruptura, que se llevaba meses especulando, supone la pérdida del apoyo de la formación política más votada de Brasil y la dimisión de decenas de puestos públicos de todo escalafón. El lunes, el ministro de Turismo, uno de los siete del PMDB en el actual Ejecutivo, dimitió, y otros seis titulares de carteras se disponían a hacerlo antes del 12 de abril.
La ruptura es una pésima noticia para Rousseff, más aislada que nunca y que ahora tiene todavía más complicado frenar el avance de la solicitud de «impeachment» presentada por la oposición en el Legislativo. Cuando el proceso llegue al pleno del Congreso de los Diputados, previsiblemente en dos semanas, la mandataria necesitará 172 de 513 votos, y cada vez le salen menos las cuentas.
En especial porque la salida del PMDB –un partido dominado por caciques, camaleónico y también involucrado en la corrupción de la trama Petrobras– amenaza con detonar la desbandada de otras formaciones menores –el PP y PSD– que suman nada menos que 82 diputados. El PT de Rousseff necesita vitalmente esos apoyos si quiere tener alguna opción de frenar el impeachment en el Congreso, y se presta a «comerciar» –según la terminología empleada por los analistas políticos en Brasil– con los ministerios y cargos públicos vacantes para apuntalar el apoyo de las formaciones menores o incluso de grupúsculos de disidentes dentro del PMDB.
Paradójicamente, el único del PMDB que debe permanecer en el cargo es el vicepresidente Michel Temer, considerado ahora por el Ejecutivo como un traidor. «Ha pasado de ser un constitucionalista a un golpista», aseveró ayer el diputado Alfonso Florence, líder del PT en la Cámara Baja.
La ruptura se produce en un momento clave y estratégico para el PMDB y para Temer, que pronostica que podrá ser el próximo presidente de Brasil –y hasta las elecciones de 2018– si Rousseff es apartada del cargo por impeachment, algo que podría suceder en las próximas semanas. La crisis es tan aguda que la presidenta brasileña canceló un viaje a Washington previsto esta semana para participar en la Cumbre Nuclear, ya que si sale del territorio brasileño Temer asumiría temporalmente la jefatura del Estado.
La presidenta iniciará negociaciones para una reforma de su gabinete. «Vamos a conversar con otros partidos de la base oficialista», dijo a periodistas el jefe de Gabinete de Rousseff, Jaques Wagner.
Semana clave para Lula
Esta será también una semana clave para el ex presidente Lula y sus ambiciones ministeriales. El Supremo Tribunal Federal decidirá en su sesión plenaria del jueves si suspende definitivamente –y sin opción de recurso, por tratarse de la máxima institución judicial del país– o permite la toma de posesión del ex sindicalista como titular de la Casa Civil. La fiscalía general defiende que sí pueda ocupar el cargo, pero sin beneficiarse del fuero privilegiado, por lo que Lula, sospechoso de beneficiarse de la trama Petrobras, continuaría siendo investigado por el juez Sergio Moro, que dirige la Operación Lava Jato.
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