Internacional

El picnic que agrietó el Telón de Acero y cambió la historia de Europa

El 19 de agosto de 1989, cientos de ciudadanos de la RDA pudieron escapar a Occidente gracias a la apertura de la frontera entre Hungría y Austria, en la que se considera la primera grieta del Telón de Acero.

La canciller alemana, Angela Merkel, y el primer ministro húngaro, Viktor Orban
La canciller alemana, Angela Merkel, y el primer ministro húngaro, Viktor Orbanlarazon

El 19 de agosto de 1989, cientos de ciudadanos de la RDA pudieron escapar a Occidente gracias a la apertura de la frontera entre Hungría y Austria, en la que se considera la primera grieta del Telón de Acero.

La canciller alemana Angela Merkel y el primer ministro húngaro, Viktor Orban, celebraron ayer en Sopron el 30º aniversario del Pícnic Paneuropeo, una manifestación por la paz celebrada en la frontera entre Austria y Hungría en 1989, tras la cual más de 600 alemanes del este huyeron hacia Europa occidental.

En el acto, las autoridades austriacas y húngaras acordaron abrir una puerta fronteriza que separaba Sankt Margarethen im Burgenland en Austria de Sopronkohida en Hungría. En ese momento, Austria formaba parte de Occidente y Hungría estaba bajo el Telón de Acero, dentro del bloque comunista, pero antes había estado unida bajo el imperio austrohúngaro, que cayó en 1918.

El evento fue organizado por el grupo alemán de la Unión Paneuropea y el partido húngaro de oposición Foro Democrático Húngaro. Fue patrocinado por el archiduque Otto von Habsburg, el heredero del inexistente trono austrohúngaro, que se había convertido en diputado alemán al Parlamento Europeo, y el ministro reformista húngaro Imre Pozsgay.

La apertura de la frontera, aunque solo fuera durante tres horas, era una oportunidad para aquellos que trataban de escapar de los regímenes comunistas del este.

A principios de ese mismo año, Hungría ya había reducido la vigilancia de sus fronteras a medida que la situación económica y política en todo el bloque oriental comenzaba a fragmentarse. A la policía fronteriza se le había dicho que no disparara a nadie que intentara huir por la frontera. Más de 600 alemanes orientales aprovecharon esta extraordinaria oportunidad para huir hacia el oeste.

Inmediatamente después del éxodo, el Gobierno húngaro comenzó a reimponer los controles fronterizos por miedo a que la línea dura en Moscú considerara las huidas masivas como una debilidad del bloque del este y tratara de destituir al presidente Mijail Gorbachov.

Pero en las siguientes semanas, el número de personas que intentaban huir a Austria a través de Hungría aumentó. Durante la noche del 21 al 22 de agosto, un hombre de 36 años de Alemania Oriental, Kurt-Werner Schulz, fue asesinado tratando de cruzar la frontera.

El primer ministro húngaro, Miklos Nemeth, se dio cuenta de que no podía frenar la marea y que inevitablemente sería responsable de más muertes, y al día siguiente viajó a Alemania Occidental para ver al canciller Helmut Kohl. Le dijo que a partir de septiembre abrirían la frontera y que todos los alemanes orientales podrían salir de Alemania. El 9 de septiembre se abrió finalmente la frontera y se calcula que unos 30.000 alemanes orientales huyeron hacia el oeste.

En respuesta, el régimen de Alemania Oriental intentó impedir que sus ciudadanos llegaran a Hungría, pero miles de ellos intentaron huir a través de Checoslovaquia. El cierre de las fronteras condujo a un levantamiento popular masivo que culminó con la destrucción del muro de Berlín el 11 de noviembre de 1989 y la reunificación de las dos Alemania un año después.

Estos acontecimientos desencadenó una reacción en cadena que finalmente desembocaron en la celebración de elecciones democráticas en los países del Telón de Acero y en la caída de los gobiernos comunistas en todo el bloque, así como en la desintegración de países como Checoslovaquia, Yugoslavia y la propia URSS.

Como antigua ciudadana de la RDA, Merkel no pudo evitar ayer mostrarse emocionada y agradecida a Hungría. “El Pícnic Paneuropeo se convirtió en un símbolo del gran movimiento por la libertad del año 1989. Muestra que no es posible oprimir el deseo de libertad de los seres humanos. Que los europeos están unidos por valores comunes. Muestra lo que podemos lograr unidos”, subrayó la canciller.“Los alemanes recordamos con gran agradecimiento la importante contribución de Hungría a la superación de la división de Europa y a la reunificación de Alemania”, añadió.

A su lado, el ultranacionalista Orban insistió en que “la unidad de Europa nunca se completa”, debe recrearse una y otra vez, “de conflicto en conflicto”. Por un día Berlín y Budapest aparcaron sus diferencias para recordar un pícnic de verano que cambio la historia de Europa hace ya treinta años al provocar la primera grieta de un Telón de Acero que dividía el continente desde hacía cuarenta años.