Unión Europea
El presidente de la Comisión Europea enfrenta a Merkel y Macron
Tusk confía en cerrar un acuerdo antes de la constitución de la nueva Eurocámara el 2 de julio.
Tusk confía en cerrar un acuerdo antes de la constitución de la nueva Eurocámara el 2 de julio.
Todo está en el aire, pero un moderado optimismo parece haberse apoderado de la capital comunitaria. Aunque nadie se atreve a hacer predicciones ni apuestas sobre nombres concretos, todo indica que hoy las capitales van a empezar a enseñar sus cartas en la partida sobre el reparto de cargos. Y puede incluso que llegue la «fumata blanca», tras semanas de bloqueo. «Todas las opciones están abiertas», aseguran de manera críptica fuentes diplomáticas. Las horas previas a la cumbre van a estar caracterizadas por un frenesí de encuentros –y quizás algún desencuentro– en toda clase de formatos, con el objetivo de que se pueda avanzar lo máximo posible antes de la reunión a Veintiocho.
Como en casi todas las negociaciones de estas características, todo o nada puede decidirse en la recta final. Dentro de estos encuentros previos, cobra especial importancia, la reunión entre la canciller Angela Merkel y el presidente francés Emmanuel Macron con el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk.
Hasta ahora, las tensiones en el eje francoalemán han bloqueado cualquier decisión. Pero aunque nadie duda de que el presidente francés está decidido a terminar con el monopolio del Partido Popular Europeo (PPE) en el reparto de altos cargos y hacer oír su voz, también es imposible que cualquier pacto pueda salir adelante sin la bendición de la canciller y la pipa de la paz en el eje francoalemán. Sea cual sea el resultado.
Hasta ahora, Marcron ha utilizado su alianza con otros líderes europeos como el socialista Pedro Sánchez para intentar que Merkel renuncie a su candidato, Manfred Weber, como presidente del Ejecutivo comunitario. Aunque en diversos círculos se da al aspirante bávaro por amortizado, parece muy difícil que Merkel renuncie a un candidato de su familia política para presidir el Colegio de Comisarios, a no ser que obtenga algo a cambio.
«Cada uno en su estilo me sorprenden, tienen dos grandes visiones estratégicas y son más pragmáticos de lo que la gente cree», asegura un alto cargo comunitario en referencia a las disputas entre la canciller y el inquilino del Elíseo. En las últimas días, incluso Macron ha señalado a la propia Merkel como la mejor sucesora de Jean Claude Juncker al frente del Ejecutivo comunitario, aunque ella siempre se ha resistido a los cantos de sirena que la sitúan como la favorita para un alto cargo europeo.
El suspense continúa. ¿Sacrificará Merkel a Weber? ¿Se impondrá otro candidato del Partido Popular Europeo? ¿O la canciller preferirá la presidencia del Banco Central Europeo y acabará cediendo el mando del Ejecutivo comunitario? Las opiniones son variadas. «Tengo la impresión de que no concita todo el apoyo que necesita para ser elegido [en referencia a Weber], pero eso no excluye que ese grupo político tenga una representación en el debate de acuerdo a sus resultados electorales, pero Weber no está ni mucho menos descartado», asegura la misma fuente. En los pasillos comunitarios también se apunta a que Macron puede haber perdido interés en colocar a uno de sus candidatos en la Comisión y que su objetivo es ahora el asalto a la entidad monetaria.
La propia canciller alemana ha señalado el 2 de julio como la fecha tope para acordar todo el paquete de la renovación de la cúpula europea. Ese día se constituye el nuevo Parlamento Europeo en Estrasburgo y está previsto que los eurodiputados elijan al presidente de la institución. Por eso, Berlín prefiere que no haya retrasos para que la designación de este cargo no rompa el necesario equilibrio entre geográfico, ideológico y de igualdad de hombres y mujeres, en el intrincado puzle del reparto de cargos.
Aunque no todas las capitales comparten de la misma manera esta premura, el equipo de Tusk intenta aprovechar esta circunstancia para intentar lograr un acuerdo lo antes posible. La convocatoria de otra cumbre urgente antes del día 2 de julio se antoja complicada, ya que seis líderes europeos deben participar en el G-20 de Japón. «Hay diferentes puntos de vista, diferentes intereses, pero también una voluntad común de finalizar este proceso antes de la primera sesión del Parlamento Europeo», señaló Tusk en la carta de invitación enviada ayer a los jefes de Estado y de Gobierno de los Veintiocho. El reparto institucional deberá ser validado por mayoría cualificada reforzada en el Consejo, es decir, con el respaldo del 72 % de sus miembros (21 países) que representen al 65 % de la población de la Unión Europea.
Estas dificultades de agenda pueden convertirse en la mejor oportunidad para un proceso lo más rápido posible en el que también será necesario contar con el beneplácito del Parlamento Europeo. La Eurocámara puede bloquear la designación, ya que debe refrendar por mayoría al presidente del Ejecutivo comunitario y, hasta el momento, ha defendido (salvo la familia liberal) el método conocido como «spizenkandidaten», por el que el sucesor de Juncker deber ser el cabeza de lista de la familia política que consiga el apoyo de la Eurocámara y no un «tapado» impuesto por las capitales. Nadie desea un choque institucional, pero aquí la incertidumbre sigue siendo la nota dominante.
Pero no solo los cargos configurarán la nueva legislatura. Está previsto que los líderes europeos aprueben una agenda estratégica que ponga especial énfasis en la lucha contra el cambio climático. Precisamente, el punto que levanta mayor controversia es el objetivo de que en el año 2050 el nivel de emisiones de gases con efecto invernadero sea cero.
Aunque una mayoría de países han cambiado de opinión en los últimos meses, entre ellos Alemania, todavía no se ha conseguido la unanimidad en este apartado y la redacción del texto seguía discutiéndose al cierre de esta edición. Fuentes diplomáticas defienden el gran salto cualitativo que se ha producido desde el mes de marzo. «El cambio climático ha dejado de ser discutido y discutible políticamente, está asumido por todo el Consejo», señala un alto cargo diplomático para quien la mayor dificultad estriba en que países como Polonia puedan cumplir los objetivo debido a la dependencia del carbón y las energías sucias.
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