Unión Europea
El reparto de refugiados divide de nuevo a los Veintisiete
La idea de Donald Tusk de acabar con el plan de la Comisión de reasentar a los migrantes llegados a Grecia e Italia reabre el debate sobre la solidaridad europea
La idea de Donald Tusk de acabar con el plan de la Comisión de reasentar a los migrantes llegados a Grecia e Italia reabre el debate sobre la solidaridad europea.
Las discrepancias de los países comunitarios sobre las cuotas de refugiados vaticinaban un intenso debate en la última cumbre europea del año en Bruselas. La Unión Europea deberá limar asperezas de nuevo. Esta vez no es el Brexit, que está más o menos encauzado después de que la semana pasada se llegara a un acuerdo sobre las líneas rojas para una salida suave de Reino Unido. El mayor desafío que está ahora sobre la mesa es el de la inmigración, que los Veintiocho trataron durante la cena de trabajo, especialmente después de que el presidente del Consejo Europeo, el polaco Donald Tusk, haya sostenido que las cuotas obligatorias planteadas por la Comisión Europea son ineficaces. De aquellos polvos estos lodos. Los efectos de la crisis migratoria han derivado en una crisis institucional a nivel europeo que pone en tela de juicio el principio de solidaridad.
La intención de Tusk era trasladar a los jefes de Estado y de Gobierno de la UE un debate «abierto y honesto» sobre la reforma de la política de asilo común. Pero el presidente del Consejo Europeo abrió la caja de los truenos y las divergencias quedaron de nuevo de manifiesto con el reglamento de Dublín, piedra angular del sistema europeo de asilo y según el cual la responsabilidad de tramitar las peticiones del demandante recae sobre los países de entrada. Por ahora, la reforma está estancada. Y así de divididos quedan los bloques de la UE.
Por un lado, el liderado por Alemania, promotor del mecanismo de reparto de cuotas y el más ofendido con las declaraciones de Tusk. La canciller Angela Merkel alertó ayer al resto de líderes de que la presión migratoria sobre la frontera común no puede afrontarse con «solidaridad selectiva». Grecia e Italia, por ejemplo, asumen su responsabilidad. A su juicio, «no puede haber una solidaridad selectiva entre socios europeos, los países que están en la frontera exterior tienen una gran responsabilidad» que no se recoge en la carta de Tusk, y que el canciller de Austria, Christian Kern, calificó de «incomprensible». A su llegada a la cumbre europea, el socialdemócrata se mostró molesto al tiempo que contundente a la hora rechazar «categóricamente» el planteamiento del presidente del Consejo Europeo. «La UE consiste en que aprovechamos juntos las ventajas y nos repartimos la carga. No puede ser que uno no colabore cuando no le gusta la carga, la cooperación conjunta no puede funcionar así», advirtió.
En el medio, están países como España, que cree que el debate para una política migratoria eficaz no debe estar centrado únicamente en ese aspecto, sino en solucionar en origen las llegadas desde África. Francia considera que no se puede reprochar a Tusk sus declaraciones y que se deben buscar fórmulas para avanzar en la política migratoria.
Y en el otro extremo están el Grupo de Visegrado (Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia). Los países del Este de Europa aplaudieron la propuesta de Tusk y se reafirmaron en su rechazo a las cuotas de recogida. «No son la solución», insistió el primer ministro checo, Andrej Babis, tras una reunión del grupo de países de grupo con el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, y el primer ministro italiano, Paolo Gentiloni. Sin embargo, estos Estados miembros han querido lavarse la cara y hacer ver que no son más insolidarios que el resto del club comunitario. Visegrado se comprometió ayer a pagar 35 millones de euros para frenar los flujos migratorios que llegan de África, principalmente de Libia. «Estamos dispuestos a cooperar con considerables sumas de dinero para proteger las fronteras externas de la UE y las acciones en Libia», dijo el primer ministro húngaro, Viktor Orban. Con este desembolso, Bruselas se da por satisfecha. «Es la prueba de que los cuatro de Visegrado se alinean completamente en lo que se refiere a solidaridad con Italia y con otros países», zanjó Juncker.
Otro asunto que ha estado en el orden del día de la primera jornada del Consejo fue la cooperación en defensa. Los países de la UE refrendaron en la cumbre su apoyo a la estructura permanente de cooperación militar (PESCO). En ella participarán todos los Estados miembros a excepción de Reino Unido, Malta y Dinamarca, que por medio de unos compromisos vinculantes buscarán ampliar su cooperación en materia militar a través de 17 proyectos concretos. Uno de ellos será liderado por España.
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