Casas reales

El rey Guillermo apuesta por la corona en tiempos de crisis

El rey Guillermo Alejandro y su esposa, la reina consorte Máxima
El rey Guillermo Alejandro y su esposa, la reina consorte Máximalarazon

Guillermo Alejando es desde ayer el nuevo rey de Holanda y se convierte también en el estandarte de una nueva generación dentro de las monarquías europeas. Sin ignorar que su reinado se inaugura en un momento convulso, cuando el Viejo Continente y el proyecto de integración europea están sumidos en la incertidumbre, el flamante rey prometió «respetar escrupulosamente las instituciones democráticas» y «ponerse a disposición de su pueblo». «Mi reinado ha llegado en un momento en el que muchos se sienten vulnerables e inseguros», proclamó ante los miembros del Parlamento.

Hizo también un llamamiento a la «colaboración» del pueblo holandés frente al «individualismo» y rindió un sentido tributo a su madre, la desde ayer princesa Beatriz, a quien los holandeses despedían en las calles con muestras de cariño. Para el nuevo monarca, su madre ha sabido «estar a la altura de las circunstancias», siendo a la vez «reina, madre y esposa». «Nadie sabe lo que el futuro me deparará pero, hasta donde me lleve este camino, llevaré conmigo tu sabiduría y amabilidad», le dijo.

Horas antes, la reina Beatriz había firmado en el Palacio Real el Acta de Abdicación tras 33 años de reinado. La comitiva real y sus 2.400 invitados se trasladaron a continuación a la Iglesia Nueva de Ámsterdam, la basílica neogótica donde tuvo lugar la ceremonia de entronización y escenario habitual de los principales actos de la familia real holandesa. Su esposa, Máxima Zorreguieta, primera argentina que se convierte en reina consorte de un país europeo, escuchaba emocionada las palabras del nuevo rey. De ella destacó que se había convertido «en una auténtica holandesa» tras haber «abrazado» su nuevo país. La corona, que Guillermo Alejandro no se ciñó, el cetro, la espada del Estado, el estandarte nacional y un ejemplar de la Constitución figuraban entre los símbolos que presidieron una ceremonia en la que el monarca lució sobre el frac el manto de armiño que todos los monarcas holandeses han llevado desde 1815. Representantes de las 19 casas reales, el Gobierno y los Estados Generales integrados por 150 diputados y 75 senadores fueron testigos del ritual traspaso de poderes en el que Guillermo Alejandro juró la Constitución de 1848 y luego fueron los legisladores quienes juraron o prometieron fidelidad a la Carta Magna. Todos salvo dieciséis republicanos, que declinaron mostrar su apoyo al nuevo rey. En un lugar preferente, frente a sus padres, estaba la princesa heredera, Catalina Amalia, de 9 años, sentada junto a su abuela. A su lado , sus hermanas Alexia y Ariane. Todas vestidas de azul klein, como su madre y abuela. El coro infantil de la iglesia Nueva de Ámsterdam, la Sinfonieta de la ciudad holandesa y el coro de Cámara holandés fueron los encargados de poner música a la investidura, que fue seguida por miles de personas a través de pantallas gigantes instaladas en la plaza de Dam.

La reina Beatriz, visiblemente emocionada, salió al balcón del Palacio Real, en la plaza de Dam, para proclamar con sencillez ante 23.000 personas. «Os presento al nuevo rey, el rey Guillermo Alejandro». Después, sonó el himno nacional y los holandeses gritaron vivas a los nuevos reyes. La ceremonia de entronización dio paso a una recepción en el palacio de Ámsterdam y a un paseo de los monarcas por el río Ij. El monarca más joven de Europa, de 46 años, culminaba así su camino hacia el trono, que se inició el 28 de febrero, cuando la reina Beatriz anunció su abdicación.