Rusia
El «Rusiagate» se cobra su primera víctima
Van der Zwaan, un abogado vinculado a Trump, es condenado a un mes de prisión y 20.000 euros de multa por mentir al FBI sobre la injerencia rusa en las presidenciales.
Van der Zwaan, un abogado vinculado a Trump, es condenado a un mes de prisión y 20.000 euros de multa por mentir al FBI sobre la injerencia rusa en las presidenciales.
Alex Van der Zwaan, un abogado de la City de 33 años y yerno de un oligarca ruso, ha sido condenado por un tribunal de Estados Unidos a 30 días de cárcel, una multa de 20.000 dólares y dos meses de libertad vigilada. Antiguo empleado en Manhattan del despacho de abogados británico Skadden, Arps, Slate, Meagher & Flom, Zwaan reconoció haber mentido al FBI en el marco de la investigación por la posible colusión de los servicios secretos rusos y la campaña electoral de Donald Trump en 2016.
Van Der Zwaan supuestamente no tiene ningún vínculo con la campaña de Trump, pero Robert Mueller asegura que el abogado y Rick Gates mantuvieron conversaciones con un agente de inteligencia ruso, identificado como «persona A», en septiembre y octubre de 2016, justo antes de los comicios. Medios locales han identificado a esa «persona A» como Konstantin Kilimnik, el hombre de confianza de Paul Manafort en Ucrania y al que el FBI vincula directamente con el Kremlin.
En concreto, Van Der Zwaan trabajó en 2012 con Gates en la elaboración de un informe para el Gobierno del prorruso Viktor Yanukovich, en el que defendía la «legitimidad» de los procesos judiciales contra la ex primera ministra Yulia Timoshenko, condenada a siete años de prisión en 2011, pero liberada en 2014. Ese informe buscaba defender el enjuiciamiento a Timoshenko, que desde varios países de Occidente, incluido Estados Unidos, había sido visto como una persecución política. «Usted mintió al FBI y eso es una ofensa grave, enviaría un mal mensaje al resto si no le impusiera una pena, la gente se aprovecharía, aunque no creo que sea necesario un gran castigo», declaró la jueza Amy Berman Jackson, de la Corte del Distrito de Columbia, al dictar sentencia.
El abogado mintió el pasado 20 de febrero a los agentes y fiscales que trabajan para el fiscal especial Robert Mueller. Al parecer, hizo «de forma voluntaria y consciente declaraciones ficticias y fraudulentas» cuando se le inquirió por los trabajos de su bufete de abogados en Ucrania. Zwaan ocultó al FBI su intercambio de correos con Gates, antiguo colaborador del que fuera jefe de campaña electoral de Trump, Paul Manafort.
Acusado de ocho delitos, incluido el de conspiración contra Estados Unidos, Manafort se declaró culpable ante Mueller a cambio de colaborar con la Justicia. No resulta descabellado afirmar que el veterano capitán de los marines y ex director del FBI está siguiendo en el «caso Rusiagate» la misma táctica con la que descabezó a la familia Gambino a principios de los años noventa: apretar a los cuadros inferiores y los mandos intermedios y, una vez acorralados, ofrecerles inmunidad para llegar hasta la cúpula de una familia mafiosa dirigida por John Gotti.
La pena impuesta a Van Der Zwaan está dentro de lo esperado, pues anteriormente la jueza había barajado la posibilidad de condenarle a un máximo de seis meses. Además, la pena permitirá a Van Der Zwaan volver a su residencia de Londres a tiempo para asistir al nacimiento de su primer hijo en agosto, un asunto que se había vuelto prioritario para sus abogados. «Lo que hice estuvo mal, pido disculpas a esta corte y pido disculpas a mi esposa», dijo Van Der Zwaan en unas breves palabras que dirigió a la jueza para defenderse.
La condena al abogado holandés llega al tiempo que trascendía que Mueller ha recibido luz verde para investigar en las posibles actividades de Manafort en Ucrania. La orden de investigar la posible colusión entre el hombre que trabajó en las campañas electorales de Gerald Ford, Ronald Reagan y George Bush padre y Rusia le llegó al fiscal especial directamente de Rod Rosenstein, vicefiscal general de EE UU. Manafort había tratado que los tribunales desestimasen las atribuciones de Mueller. El fallo deja manos libres al FBI y aboca a colaborar con los fiscales al que fuera destacado estratega de la campaña «trumpiana».
En una jornada de vértigo también trascendió que Mueller estaría investigando la posibilidad de que Julian Assange, fundador de Wikileaks, cenara con otro de los asesores de campaña de Trump, Roger Stone, poco antes de que los «hackers» filtrasen los correos electrónicos de la candidata demócrata Hillary Clinton. No puede decirse que Stone se ocultara. A la mañana siguiente de cenar con Assange escribió en Twitter que Hilary mentía en relación al saqueo de los servidores electrónicos del Partido Demócrata al tiempo que llamaba héroe a Assange.
Preguntado al respecto por el «Wall Street Journal», Stone niega la mayor, sostiene que bromeaba y jura que nunca cenó con el hombre que parece siempre situado en el lado tenebroso de la calle. Para Benjamin Hart, analista de «New York Magazine», gana fuerza la hipótesis de que algunos de los hombres clave en la campaña de Trump dispusieron de información privilegiada presuntamente suministrada por Assange incluso antes de que Wikileaks la volcara en internet. Assange, a su vez, es sospechoso de haber recibido los emails del equipo de campaña de los demócratas de manos de «hackers» rusos.
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