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El salvador de Italia

La Razón
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«Al-Fini is not the winner». Alessandra Mussolini, nieta de «Il Duce», comentaba así el miércoles la sorprendente escena vivida en el Senado. Poco antes del voto, Silvio Berlusconi sorprendía a todos una vez más al anunciar que reculaba y que iba a apoyar al Ejecutivo. Su cambio de rumbo no se debía a su sentido de Estado. El motivo real se llama Angelino Alfano. Si Letta sigue en el poder e Italia continúa con un Ejecutivo, se lo deben en buena parte a este abogado siciliano que a finales de mes cumplirá 43 años. Después de que «Il Cavaliere» le obligara el sábado de la semana pasada a dimitir junto a los otros cuatro ministros de su partido, Alfano se plantó y lideró a un grupo de parlamentarios dispuestos por una vez a no hacerle caso al magnate. Amenazaban con votar a favor de la continuidad del Gobierno en la moción de confianza. Por si acaso, el joven secretario general del PDL decía que la lealtad era «una enfermedad que no se cura con el tiempo» y que él seguía sufriéndola frente a Berlusconi. Su estrategia era muy arriesgada, pues el atrevimiento y el pensamiento independiente no están bien bien vistos en el partido de «Il Cavaliere», que en su trayectoria política ha ido dejando por el camino los cadáveres de todos aquellos que intentaron hacerle frente. Su última víctima fue Gianfranco Fini, que tras desafiarle se encuentra en el ostracismo político. De puertas afuera, la relación entre Berlusconi y el «número dos» de su partido parece haberse calmado. Cuentan que tras la opereta del miércoles en el Senado, Alfano telefoneó a Berlusconi y se presento diciendo entre risas: «Soy el traidor».