Estados Unidos
El Supremo de EE UU aboga por la política de neutralidad en Jerusalén
No reconoce la nacionalidad israelí a un nacido en esta ciudad
Los padres de Menachem Zivotofsky, que ahora tiene 12 años, querían escribir en su partida de nacimiento del consulado de Estados Unidos en Jerusalén que su hijo había nacido en la capital, pero no les dejaron. Durante las administraciones republicanas y demócratas, el Departamento de Estado ha rechazado siempre estas solicitudes ya que consideran que el estatus de Jerusalén es una cuestión que debe resolver la diplomacia. Israelíes y palestinos reivindican la ciudad como su capital. Sin embargo, los padres de Menachem decidieron poner una demanda en una corte federal. Hasta ese momento, para evitar controversias, desde el Departamento de Estado se permitía escribir como lugar de nacimiento Jerusalén, pero sin especificar el país. En cambio, sus progenitores no querían dejar en blanco el apartado de la nación. Y aquí empezó la polémica.
Ayer, el Tribunal Supremo zanjó el asunto y decidió no darles la razón. De esta forma, la máxima corte de EE UU falló que el presidente tiene la última palabra en este delicado asunto sobre la cuestión de los pasaportes estadounidenses, Israel y el estatus de Jerusalén. En una decisión con 6 votos a favor y tres en contra, establecieron que el presidente tiene el poder exclusivo de reconocer una soberanía extranjera. Esto quiere decir que los padres estadounidenses cuyos hijos nazcan en Jerusalén tendrán que dejar el hueco en blanco del pasaporte en el apartado del país. Esta decisión anula parte de una ley de 2002 que garantizaba a los progenitores estadounidenses este derecho. Aprobada durante la presidencia del republicano George W. Bush, fue el republicano el que creó la controversia. Si bien rubricó esta norma, emitió un comunicado inmediatamente después en el que indicó que no iba a cumplir con este párrafo. Hasta ahora, Obama siguió la misma política. El hecho de que el Supremo abogue por mantener neutralidad sobre el estatus de Jerusalén supone sin duda un alivio para el actual presidente.
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