Grecia

El tiempo corre en contra del pequeño Osman

Bomberos en Acción trata de salvar a un niño afgano con parálisis cerebral atrapado en Idomeni

El pequeño Osman juega con uno de los bomberos españoles que montan guardia las 24 horas del día para que no pierda la vida
El pequeño Osman juega con uno de los bomberos españoles que montan guardia las 24 horas del día para que no pierda la vidalarazon

Bomberos en Acción trata de salvar a un niño afgano con parálisis cerebral atrapado en Idomeni

Con la mirada perdida pero una gran ternura, Osman se come uno de los potitos que su madre le da en su tienda de campaña en Idomeni. Mientras sus dos hermanos, Jamil (de nueve años), y Monir (de ocho), le miran atentamente. Su padre termina de arreglar la silla que le han preparado para que pueda salir a dar paseos. Los cinco salieron de Afganistán a primeros de marzo y, tras un angustioso viaje, llegaron a la frontera que separa Grecia de Macedonia. Desde el 10 de abril están atrapados aquí.

Osman sufre parálisis cerebral. Nació sano hace ocho años, pero con tan sólo uno enfermó de meningitis y las secuelas fueron las peores: sufre crisis de forma constante, sus músculos se contraen, tiene problemas respiratorios y padece desnutrición. «En Afganistán, antes de que huyéramos, pesaba 12 kilos. Ahora sólo ocho, y mide 90 centímetros. No tenemos dinero para comida ni para nada. Su madre y yo sufrimos cada día por él. Este campo no es el lugar en el que debe estar mi hijo. Sólo pedimos ayuda para llevarle a un país que pueda darle los cuidados que necesita», cuenta su padre, Mohamed, con tristeza e impotencia.

Fue en Idomeni donde la ONG Bomberos en Acción conoció a Osman hace unos días, tras sufrir una crisis de espasticidad, una enfermedad que afecta al sistema nervioso. Mohamed acudió al hospital de campaña de esta ONG. «Su padre nos trajo al pequeño muy nervioso. Tienen la tienda cerca de nosotros y se encontraba perdido, no sabía qué hacer. Le ayudamos y desde entonces todos los días nos ayuda con el trabajo aquí en el campo», relata Ernesto Almagro. Este bombero madrileño, junto a varios de sus compañeros, intentan hacerle la vida más fácil. «Le construimos con palés y con los pocos recursos de los que disponemos una camilla para que pudiera estar incorporado. El médico nos dijo que era importante cambiarle de posición», añade. No sólo eso. También le han comprado una silla ortopédica en Tesalónica, a una hora del campo, que llegará esta misma tarde. En Change.org ya hay una petición en marcha para que el Gobierno español lo reclame y así pueda recibir la atención y los cuidados que requiere.

Ahora la atención se centra en buscar un hospital en España que asuma los ciudados y el tratamiento para Osman. «En este campo improvisado, el pequeño no tiene cabida. No puede vivir en una frontera, en una tienda de campaña de tres metros cuadrados, con el calor sofocante y el constante humo de las hogueras. Nosotros hacemos guardia por las noches para que las 24 horas del día haya alguien que le atienda en caso de sufrir una crisis», matiza Ernesto. Pero el caso de Osman no es el único. Son muchos los niños que sufren enfermedades crónicas y no reciben la atención que deberían, porque cada día la vida en el campo se hace más difícil. Algunos llevan más de dos meses atrapados en tierra de nadie esperando una respuesta de la UE. Las opciones son pocas: pedir asilo en Grecia, un país que alberga más de 50.000 refugiados, o apuntarse al programa de recolocación de la ONU, que sólo se encarga de ponerlo en marcha ya que son los países europeos de acogida los que eligen finalmente con quién se quedan. Mientras, el tiempo pasa y la esperanza desaparece en Idomeni.