Bruselas

Elecciones europeas: los grandes partidos frenan el voto populista

Conservadores y socialistas mantienen la mayoría a cien días de las europeas

La Razón
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Tradicionalmente, las elecciones europeas han cosechado edición tras edición un récord de abstención. Esta vez, de cara a las elecciones al Parlamento Europeo del 25 de mayo, teniendo en cuenta la crisis económica y el hastío de la población hacia algunas políticas defendidas desde Bruselas, el mazazo podría haber sido brutal. La tasa de participación no ha cesado de disminuir desde las primeras elecciones europeas, en 1979, hasta alcanzar el 57% de las últimas, en 2009. Sin embargo, los servicios de la Eurocámara insisten en que esta vez es diferente y, efectivamente, estos comicios se anuncian más divertidos de lo habitual. Los movimientos políticos están en plena ebullición, bien por cuestiones internas, bien porque valoran la cita como una oportunidad para influir en la próxima legislatura, en la cual, por otra parte, los eurodiputados tienen objetivamente más competencias que en el pasado.

El análisis de los sondeos revela la llegada a Estrasburgo de formaciones políticas hasta ahora desconocidas, como el Movimiento 5 Estrellas del humorista Beppe Grillo, o el refuerzo de partidos hasta ahora minoritarios que ahora podrían pasar a ser ineludibles, como el Frente Nacional de Le Pen (Francia) o el Partido por la Libertad de Geert Wilders (Países Bajos). Sin embargo, la dificultad del análisis radica en la diversidad de estos grupos, a veces de ultraderecha, a veces nacionalistas, a veces tan sólo populistas, con un comportamiento además errático en cuanto a su política de alianzas de cara a formar grupo parlamentario.

Aunque las urnas tendrán que determinar la fuerza real de estos grupos, que pueden ganar o perder votos de la noche a la mañana, se calcula que la ultraderecha podría hacerse al final con un 5% del Hemiciclo, los euroescépticos sin componente de derechas un 10% y si se sumaran conservadores británicos, polacos de Justicia y Familia de índole patriótica, a lo sumo se vislumbra un horizonte en el que todas las familias euroescépticas podrían llevarse una quinta parte del Hemiciclo, es decir, un 20% del total. Estas cifras dejan margen para lo que denominan una «alianza constitucional», formada por los cuatro principales grupos políticos –Partido Popular Europeo (PPE), Partido de los Socialistas Europeos (PSE), Izquierda Europea y Verdes). Un sondeo de VoteWatch Europe también revela que, a nivel europeo, la carrera entre el PPE y el PSE podría ser muy ajustada, pues los datos les dan un 28% para cada uno, lo que supone siete puntos menos para el PPE y tres más para PSE respecto a 2009. Los liberales de ALDE y los Verdes caerían también hasta un 8% (-3) y un 5%(-2). En cambio, sube la Izquierda Europea un punto, hasta el 6%, lo que según otros estudios la sitúan como tercera fuerza, desbancando a ALDE.

Fuentes de la Eurocámara valoran esta coctelera de datos de forma positiva, pues la «marea negra» de la ultraderecha no parece llegar a las puertas del Hemiciclo, pero, en cambio, se produce una simetría entre los dos grandes partidos y un Parlamento «distinto y más diverso». «El resultado de los sondeos, de momento, es tan ajustado que no es realmente fácil de leer si no sabemos lo que va a pasar después y se analiza la capacidad de absorción de nuevos partidos de las grandes familias», indica un alto cargo. De hecho, si en la presente legislatura PPE y PSE eran el 60% del Hemiciclo, ahora ese porcentaje bajaría cinco puntos, pero mantendría la mayoría absoluta.

La cifra que también se reduce es la diferencia entre populares y socialistas, pero todo dependerá al final de la capacidad de cada uno de formar grupo parlamentario. Y en este punto son muchos los interrogantes, pues ¿a qué grupo se incorporarán formaciones como la de Beppe Grillo, UPyD o Forza Italia haciendo campaña contra el euro? De acuerdo con las reglas, para poder formar un grupo son precisos 25 diputados de al menos siete Estados, lo que complica la idea de crear grupos minoritarios.

Pero estas elecciones también son diferentes por las nuevas reglas que han entrado en vigor con el Tratado de Lisboa, que prevén que el Consejo Europeo «deberá tener en cuenta los resultados del Parlamento cuando designen a la personalidad a la que se proponga nombrar presidente de la Comisión». Este cambio le otorga un mayor peso al Parlamento en la elección del jefe del Ejecutivo y refuerza, por tanto, la trascendencia política vinculada a las elecciones europeas. Por esa razón, las diferentes formaciones –salvo el PPE, que lo hará el 6 y 7 de marzo en Dublín– se han apresurado en nombrar a sus cabezas de lista a las europeas, con la idea de que esa persona pueda tener tiempo para hacer campaña, sin duda el puesto de mayor relevancia de la UE. Así, los socialdemócratas han designado al alemán Martin Schulz, actual presidente de la Eurocámara; la Izquierda Europea al líder griego de Syriza, Alexis Tsipras; los Liberales al ex «premier» belga Guy Verhofstadt, y Los Verdes al francés José Bové y a la alemana Ska Keller.