Italia
Emma Bonino: «Italia es la nueva bandera del viento euroescéptico»
Emma Bonino (Bra, Italia, 1948) ha hecho en política prácticamente de todo. Curtida en el movimiento del 68, fue elegida por primera vez como diputada en 1976, en una década en la que se destacó como activista por los derechos sociales. Desde entonces ha alternado entre el Parlamento italiano y el comunitario. Fue comisaria de Consumo y Pesca en Bruselas en 1994, ministra de Política Europea en 2006 y responsable de Exteriores en 2013. Bajo esta convicción, se presentó a las pasadas elecciones encabezando una lista llamada +Europa, con la que hizo campaña frente al «polo soberanista» que finalmente ha terminado pactando para formar gobierno en Italia.
–¿Qué le parece el «contrato por el gobierno del cambio», como definen Movimiento 5 Estrellas y Liga su acuerdo?
–La versión final ha cambiado varias veces, sobre todo en el lenguaje, pero el tono es fundamentalmente euroescéptico. El programa es irreal e irrealizable, no tiene en cuenta la situación económica global y europea en particular.
–¿Por qué lo dice?
–El coste ha sido evaluado entre 70.000 y 100.000 millones, a partir de la renta básica (o cómo la quiera llamar), a la «flat tax» [reducción del IRPF a dos tramos, del 15% y el 20%]. Pone en riesgo a un país con una deuda enorme, del 133% en relación con su PIB. Italia no tiene este dinero, no es que se pueda continuar pidiendo prestado. ¿A quién?, por otra parte. Todas estas promesas no son aplicables, más allá de que sean justas o no.
–¿Y a nivel ideológico?
–Son dos fuerzas, en particular la Liga, en las que el mensaje soberanista y racista se ha hecho muy evidente en los últimos años.
–¿Éste era el frente antieuropeo que usted temía?
–La atmósfera antieuropea no es genuina, ya viene de los países del Este. Pero sí, en la Europa occidental, Italia es la nueva bandera de este viento euroescéptico.
–¿Por qué da votos atacar a la Unión Europea?
–Porque Europa se convierte en un chivo expiatorio de todo lo que no funciona, es muy fácil hacer política desde este punto de vista. La explosión de la deuda pública o el crecimiento débil son males propiamente italianos, que ahora son atribuidos a los burócratas (o como diablos los quiera llamar) de Bruselas.
–Sin embargo, hay muchas voces moderadas que también apuestan por cambiar la UE.
–Sí, pero no es que uno se siente en la mesa y escriba los tratados fantásticos que cada uno quisiera. La UE es una agrupación de 28 países. Si se ama a Europa, tendríamos que tener la fuerza para cambiar lo que no funciona. Yo me ocupo de política migratoria y es cierto que el Tratado de Dublín [los solicitantes de asilo permanecen en el primer país en el que pisaron suelo europeo] hay que superarlo. Pero incluso para esto hace falta unanimidad, no los gritos de Italia.
–¿Existe la unanimidad?
–Realmente también habría que superar el voto de unanimidad y caminar hacia una Europa más federal o federalista.
–Es la primera vez en Italia que dos partidos políticos que se han impuesto en las urnas eligen a un técnico. No lo hace el presidente de la República por motivos de emergencia.
–Éste es un señor obligado a aplicar un Gobierno elegido por otros, con una lista de ministros elegidos por otros y con un peso político muy reducido. Se ha dicho que no sería un primer ministro, sino un ejecutor. Todo esto va en contra de la Constitución y las prerrogativas del presidente de la República. Y lo más sorprendente es que estas dos fuerzas políticas han gritado mucho contra los tecnócratas no elegidos por nadie, pero cuando les toca a ellos hacen lo mismo.
–En la lista de ministros de la que se habla no hay casi mujeres.
–Para no salir de la tradición.
–Ellos dicen que ha nacido una Tercera República. ¿Durará?
–No depende de mi opinión, pero de las promesas y los puntos de partida no parece que vaya a ser así.
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