Londres
En la mezquita londinense de los herejes para la yihad
LA RAZÓN entra en Baitul Futuh, el templo islámico más grande de Europa. Su imán trabaja contra los «falsos musulmanes» que lanzan una visión radical del islam
LA RAZÓN entra en Baitul Futuh, el templo islámico más grande de Europa, donde su imán trabaja contra los «falsos musulmanes» que lanzan una visión radical del islam
Farhad Ahmad, británico de 25 años, lleva tres siendo imán de la mezquita de Baitul Futuh, situada al suroeste de Londres, en Morden un barrio con una alta tasa de inmigración. Esta mezquita está considerada la más grande de Europa occidental y pertenece a la comunidad Ahmadía. Cada viernes, día sagrado en la religión islámica, recibe a unas 10,000 personas que se reúnen para rezar. El templo ocupa 21 hectáreas, tiene dos minaretes y la sala central puede albergar 4,500 personas, mientras que en el edificio total pueden congregarse hasta 10,500.
Una moqueta verde oscura viste los suelos de la mezquita y antes de entrar a las salas de oraciones o haram, se debe pasar por un arco de seguridad rodeado de estanterías donde se deben dejar los zapatos. Una vez dentro, la sala de oración principal está reservada para los hombres, la simplicidad del lugar y la impresionante cúpula que preside la sala asombra a cualquiera que entre. En el piso superior, se encuentra la sala destinada a las mujeres, donde a través de una gran cristalera pueden seguir los rezos. Farhad asegura que esta división entre mujeres y hombres se hace con el fin de que los rezos “sean más cómodos para ambos grupos” ya que deben postrarse en el suelo para orar, aunque cuando no se reza, los hombres siguen tienen restringido el acceso a la sala de las mujeres.
Varios Coranes se encuentra en las distintas salas de oración. Los libros están en árabe y también algunos traducidos al inglés, aunque los musulmanes de la mezquita aprenden árabe desde pequeños para poder leer el texto original y seguir los rezos, que se hacen en esta lengua. Entre otras instalaciones, la mezquita cuenta con 55 cuartos de baño, 4 duchas y un estudio de televisión que emite en seis lenguas distintas 24 horas al día.
Farhad muestra orgulloso la mezquita. Él es uno de los 2,8 millones de musulmanes que vive en Reino Unido, población que ha casi duplicado su presencia en los últimos 10 años, según el último censo realizado en 2011 La mezquita, inaugurada en 2003, es un reflejo de este crecimiento.
El Califa
La comunidad Ahmadía está formada por 15 millones de fieles en todo el mundo, se distancian del fundamentalismo islámico y siguen a un califa. Esta última característica, hace que sean considerados herejes por parte de la comunidad islámica y estén perseguidos en países como Pakistán. Por ello, su líder espiritual vive en Londres, en la mezquita más antigua de la ciudad. Esta mezquita se quedó pequeña y este fue uno de los motivos que llevaron a la construcción de Baitul Futuh.
Farhad decidió a los 16 años que quería convertirse en imán, por eso estudio 7 años para ellos. A sus 25 años se siente orgulloso de ser musulmán y asegura que el Islam es una religión de paz, pero que el Corán es fácil de malinterpretar “si no sabes leerlo bien”. “Si alguien lee literalmente y sin contextualizar algunas partes del Corán es fácil equivocarse” y los que él denomina, “falsos musulmanes”, enseñan y lavan el cerebro a jóvenes de esta manera, “radicalizar es sencillo si no conoces la verdad” asegura a LA RAZÓN.
El joven Farhad, como muchos musulmanes, ha pasado el mes de junio sin beber ni comer durante las horas de luz. Este año, el mes del Ramadán, ha coincidido con uno de los meses más calurosos de Londres. Sobre las 9 de la noche, realiza el Maghrid, el penúltimo rezo con el que se rompe el ayuno. Este rezo se hace en una mezquita pequeña y lo lidera el califa. Solo los hombres rezan con él. De dátiles, fruta, cordero, patatas y pollo, todo muy especiado, se compone la cena que la mezquita ofrece.
Las mujeres llevan el hiyab que cubre el cabello y todos los hombres se cubren también la cabeza con un sombrero pequeño, algunos de ellos llevan chilabas. Pese a ser una mezquita abierta, Farhad asegura que el hecho de que las mujeres se tapen es porque los musulmanes siguen “un código de conducta”. Cuando intentas profundizar en el tema, él explica que “el hecho de que hombres y mujeres se tapen hace que puedan tratarse de igual a igual dejando la ´belleza´ a un lado”. Esta concepción sexista sobre el trato entre hombres y mujeres sigue chocando en países occidentales.
El mes sagrado
Uno de los últimos atentados, el ataque perpetrado en el mercado de Borough en Londres, se produjo durante el mes del Ramadán y Farhad asegura que si matar es algo que el Islam condena, hacerlo durante este mes sagrado es incluso más grave.
Desde hace un tiempo, ser musulmán en Reino Unido se ha vuelto más difícil. Sólo hay que mirar el aumento en la cifra de ataques islamófobos en el país para darse cuenta. Los que profesan esta religión han empezado a ser el blanco de los sentimientos de odio y frustración, que quedan en las personas, tras los ataques terroristas que han golpeado continuamente desde marzo este país. El último ataque, dirigido en concreto contra esta comunidad, se produjo hace apenas dos semanas, cuando un galés de 47 años arroyó a una multitud que salía de una mezquita en Finsbury Park al grito de “¡quiero matar a todos los musulmanes!”.
Los islamófobos cargan contra los musulmanes en un país en el que los pasados atentados han dejado a esta comunidad doblemente estigmatizada: primero, porque como todos los ciudadanos, estas matanzas les dejan conmovidos, y segundo, por la culpa de que estos ataques hayan sido realizados usando la religión que profesan como pretexto.
Farhad sabe que la única forma que los musulmanes tienen de combatir la islamofobia es enseñando la verdad sobre su religión aunque “entendemos porque puede pasar esto”. “Todo el mundo busca justificar sus acciones, pero eso no significa que la religión lo respalde”, comenta un compañero del imán, Farooq Aftab, que trabaja con los más jóvenes de la comunidad. “Cualquiera puede ir por la calle, matar a alguien y gritar ‘Allahu Akbar’ –Alá es grande en árabe-y eso no le hace musulmán pero sí que consigue que la gente asocie la religión musulmana con el terrorismo”. Farooq asegura que “el Islam no es el problema sino que tiene que ser parte de la solución”. El británico también apunta a internet como foco del problema, “no hay control en las redes” y asegura que el gobierno tiene que trabajar en controlar el aumento de extremismo y la facilidad a la que se accede a esta información.
La colaboración entre musulmanes es fundamental porque aunque en la comunidad Ahmadía no ha habido ningún caso de radicalización sí los ha habido en mezquitas británicas que han albergado durante mucho tiempo los discursos extremistas de odio. De hecho, la mezquita donde se produjo el atentado fue famosa durante los años 90 por los discursos incendiarios del imán extremista Abu Hamza, que fue condenado hace dos años a cadena perpetua en Estados Unidos.
Mezquitas en Reino Unido
El 45% de las mezquitas en Reino Unido están controladas por los Deobandi, un movimiento islamista suní de origen sufista. Este grupo defienden la Sharia, la ley islámica, un código de conducta para los musulmanes. Por eso, al otro lado de la ciudad no es difícil encontrarte con lo que muchos llaman “Londonistan”, barrios donde es difícil saber si aun sigues en la capital británica. Mujeres completamente cubiertas con el niqab, niñas con hiyab y niños que acuden a las madrasas y mezquitas y templos donde se impone la Sharia. Es en estos barrios donde el extremismo islámico se protege y va en aumento. Según la BBC, hay 87 Tribunales de Sharia Islámica en el país. Según datos del diario Spectator, en Reino Unido sólo dos de las 1.700 mezquitas que tiene el país siguen las interpretaciones modernistas del Corán.
Y es aquí donde el papel de la comunidad musulmana británica es fundamental para luchar contra el extremismo y la islamofobia. Parte de la comunidad ha salido este año a condenar cada ataque perpetrado por los terroristas del ISIS: “No en mi nombre” o “Musulmanes contra el terrorismo” son algunos de los eslóganes principales que llevaban impresos en camisetas y pancartas.
Pero no han sido los únicos actos que han llevado a cabo, vigilias tras los atentados o colectas para ayudar a las víctimas son algunas de las acciones que han estado realizando. La comunidad quiere dejar claro que los terroristas usan el Islam como pretexto para llevar a cabo estas barbaries pero que el Islam “no es eso”. Por eso Farah y un grupo de compañeros han ido a los lugares de los ataques y han hablado con la gente “Soy musulmán, pregúntame lo que quieras” decían. “Queremos informar a la gente, si tienen cualquier duda sobre la religión, que pregunten, para eso estamos”. “Si lees el Corán, tienes que ser consciente de en qué momento fue escrito y porque Mahoma decía ciertas cosas”, asegura Farhad.
Él, consciente de esta situación, trabaja cada día para dar a conocer su religión, y cuenta a LA RAZÓN que esa es la clave, “conocer y enseñar bien el Corán a los nuestros” para evitar la radicalización y explicar a los ciudadanos que el que mata en nombre del Islam “no es un musulmán”. Ellos luchan cada día por explicar una religión que sigue tradiciones que chocan. Al intentar despedirme de ellos no han podido darme la mano, me agradecen la visita, pero soy mujer, y no pueden tocarme, están celebrando el Ramadán.
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