El Futuro de Venezuela
España negocia con el chavismo la transición en Venezuela
El embajador español en Caracas asegura a LA RAZÓN: «Hay que esperar, pero por ahora todo va bien». Los contactos con el chavismo buscan una segunda vía.
El embajador español en Caracas asegura a LA RAZÓN: «Hay que esperar, pero por ahora todo va bien». Los contactos con el chavismo buscan una segunda vía.
La residencia del embajador de España en Caracas es una casa de amplios jardines ubicada en el Country Club, una zona exclusiva y tranquila de la capital. Allí se hospeda Leopoldo López, uno de los más importantes líderes opositores de Venezuela y hasta hace apenas un día el preso político más emblemático de Nicolás Maduro. La mañana de ayer, el lugar permanecía en tranquilidad. A las afueras de la residencia se agolpaban numerosos equipos de periodistas, así como funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana, el cuerpo formalmente encargado de la custodia de sedes diplomáticas.
No había un dispositivo especial de seguridad, pero sí se podían ver circulando por los alrededores vehículos del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin), la policía política del régimen chavista. El Sebin también ubicó uniformados y vehículos cerca de la Embajada española en Caracas, ubicada en una zona muy cercana a la residencia de su titular, Jesús Silva.
Tras un breve paso por la Embajada de Chile, el líder opositor negoció directamente con Moncola su traslado a la residencia del embajador de España en Caracas. López, su mujer Lilián Tintori y su hija pequeña Federica estaban allí acogidos «por decisión propia. No han solicitado asilo político», señalaron fuentes gubernamentales españolas a este diario. El propio embajador Silva apuntaba anoche a LA RAZÓN que había que «esperar» y que «todo» estaba «bien, al menos por ahora». Exteriores irá proporcionando más información a medida que pasen las horas y conozca los planes del opositor.
El líder de Voluntad Popular y su familia llegaron a la residencia del diplomático español en la madrugada del miércoles, en medio de la incertidumbre generada por la evolución del alzamiento civico-militar contra Nicolás Maduro. El traslado de la Embajada de Chile a la residencia del embajador español puede enmarcarse en el proceso de negociación abierto con los cuadros del chavismo para forzar la salida del dictador e iniciar la transición pacífica.
España juega un papel crucial como interlocutor de Latinoamérica en la Unión Europea. La Embajada española es una de las pocas que permanece activa en Caracas y el Gobierno de Pedro Sánchez –a pesar de haber reconocido a Juan Guaidó como legítimo presidente– no ha roto relaciones con Nicolás Maduro que todavía ostenta el poder ejecutivo en Venezuela. De hecho, el embajador de Caracas en Madrid, Mario Isea, mantiene su credencial y sigue al frente de la legación en España. Todo ello permite al Gobierno español mantener un canal de comunicación abierto tanto con el chavismo como con la oposición. Una clara ventaja en estos momentos en el que la negociación es la única salida para evitar un enfrentamiento armado entre las dos facciones venezolanas. Los movimientos se producen en el seno del chavismo. Los distintos sectores tratan de acomodarse ante los escenarios que pueden abrirse tras el levantamiento de Juan Guaidó. La confusión reinaba ayer en Caracas. La única certidumbre es la devastación de una población que muere literalmente de hambre. España, por tanto, tiene un papel protagonista en este proceso incierto que puede desembocar en una transición democrática o en un reforzamiento de la dictadura.
Al parecer, el líder opositor y su familia manifestaron su deseo de alojarse en la legación española y el Ejecutivo de Pedro Sánchez dio el visto bueno a su traslado, al amparo de sus instalaciones. El preso político icónico en Venezuela y su entorno mantienen una relación estrecha con el presidente del Gobierno. Sanchéz ha reiterado en varias ocasiones su apoyo al plan de transición de Juan Guaidó.
Leopoldo y su mujer están en la vivienda del embajador, que constituye territorio inviolable, al igual que las embajadas y los consulados, por lo que el político venezolano no puede ser detenido allí según las convenciones legalmente establecidas. «Los agentes del Estado receptor no podrán penetrar en ellos sin consentimiento del jefe de la misión», reza el artículo 22 de la Convención de Viena sobre las Relaciones Diplomáticas.
Por el momento esta situación no ha variado las relaciones diplomáticas entre Venezuela y España, que reconoció el pasado 4 de febrero a Juan Guaidó como presidente encargado para convocar elecciones, aunque sí ha disparado la tensión. Leopoldo López entró en la sede diplomática, que en otras ocasiones ha albergado, por ejemplo, al ex presidente del Gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero pero nunca a un opositor al chavismo. López está acompañado por su esposa y su pequeña hija Federica, que tiene 15 meses. Los otros dos hijos de la pareja están fuera del país, según confirmaron fuentes cercanas al fundador del partido Voluntad Popular, el mismo en el que milita Juan Guaidó.
España ha concedido la nacionalidad a los padres de López —el Partido Popular ha fichado recientemente a Leopoldo López, padre del opositor, para ir en sus listas como número 12 en las elecciones europeas del próximo 26 de mayo— y a otros familiares suyos y acoge a otros líderes opositores, como el ex alcalde de Caracas Antonio Ledezma, que se fugó de Venezuela tras pasar casi tres años en arresto domiciliario, y el activista Lorent Saleh, que fue liberado.
En 2017, el ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero fue uno de los protagonistas que logró la excarcelación de Leopoldo López y su ingreso en arresto domiciliario. López fue detenido en 2014 y condenado a 13 años y nueve meses de prisión por «instigación pública» contra el Gobierno.
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