Estados Unidos
¿Está Donald Trump en sus cabales?
Una personalidad controvertida. La vicepresidenta del Partido Republicano en el extranjero afirma que el magnate está «desequilibrado». Los expertos afirman que presenta una conducta histriónica y narcisista
La avalancha de declaraciones provocativas y la aparentemente alocada campaña electoral basada en el desprecio y la descalificación han puesto a Donald Trump, el candidato republicano a la presidencia de EE UU, en el punto de mira. Incluso dentro de su propio partido ya hay quien se ha atrevido a plantearse si estamos ante alguien mentalmente apto. Jan Halper-Hayes, vicepresidenta de los republicanos en el exterior, declaró ayer a la BBC que Trump «está psicológicamente desequilibrado». «Me siento muy culpable diciendo esto porque soy republicana y quiero que gane mi partido», añadió.
Psicólogos consultados por LA RAZÓN aseguran que la conducta del multimillonario estadounidense se acerca al histrionismo y al narcisismo. «Se quiere tanto que cree que él puede salvar el mundo», explica la psicóloga Patricia Castaño, quien asegura que nada le gustaría más que evaluar a Trump como paciente en una consulta. «Cuando afirma que los mexicanos son violadores está expresando que él es alguien superior, lo que podría ser una especie de histrionismo en exceso», añade. El psiquiatra forense José Miguel Gaona ve en Trump una personalidad «excéntrica, narcisista, alguien desagradable y prepotente, pero no un loco», explica. «Más bien estamos ante un patán con mucho dinero», añade. Gaona considera que Trump podría tener «ciertos rasgos psicopáticos, algo común en muchos otros políticos» y que presenta «rasgos de personalidad» que le diferencian de la mayoría, «pero no podemos hablar de un enfermo mental». A su juicio, es muy común que cuando alguien se sale de la norma se le tacha de «trastornado o desequilibrado».
Gaona cree que el aspirante republicano es «alguien con poca resonancia afectiva, que no sabe empatizar ni ponerse en la piel del otro. Es un trastorno de personalidad que muestra una forma de ver la vida». También destaca que esa manera de ser políticamente incorrecto le ha granjeado muchos seguidores en Estados Unidos, que ven en el político a alguien que dice lo que piensa: «Puede ser maleducado, narcisista, osado, alguien con poco tacto, pero no está loco», sentencia.
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