Reino Unido
El violador de Scotland Yard ahonda el descredito de la Policía británica
El caso del agente David Carrick, acusado de 48 violaciones, revela la incapacidad del cuerpo para combatir el crimen entre sus agentes. Las autoridades ignoraron 14 quejas en su contra
La violación y asesinato deSarah Everard en marzo de 2021 a manos de un policía de Scotland Yard conmocionó a la sociedad británica. La joven de 33 años fue secuestrada mientras regresaba a su casa, tras quedar con unas amigas, lo que provocó grandes manifestaciones para denunciar la inseguridad de las mujeres en las calles. Si ante una situación de peligro no se puede confiar en un policía, ¿en quién entonces? El responsable, Wayne Couzens, era miembro de una unidad armada de élite, el comando de protección parlamentaria y diplomática, que custodia embajadas, Downing Street y Westminster. Fue condenado a cadena perpetua tras violar, estrangular y quemar a su víctima.
En ese momento, la que era responsable de la Policía Metropolitana, Cressida Dick, aseguró que era tan solo una excepción, una “manzana podrida”. Pero meses más tarde, otro de los agentes se ha destapado como uno de los peores depredadores sexuales de la historia criminal moderna del país.
David Carrick, de 48 años, ha sido declarado culpable de haber cometido más de 80 delitos, incluyendo 48 violaciones contra más de una docena de mujeres, durante un periodo de más de 18 años.
La mayoría de sus víctimas acababan encerradas en un pequeño armario debajo de las escaleras de su casa, en la localidad de Stevenage, Hertfordshire, muy cerca del norte de Londres. Allí las tenía atrapadas durante horas, desnudas, sin comer ni beber. A algunas las orinaba encima. A otras les hacía limpiar la casa sin ropa. Les prohibía hablar con otros hombres e incluso con sus propios hijos. Les mandaba mensajes: “Eres mi esclava”, “Eres una puta”. Arruinaba sus vidas. Pero después de violarlas y someterlas a todo tipo de actos degradantes, les advertía que no denunciaran porque nadie las iba a creer. Era su palabra contra la de un agente de Scotland Yard, un policía conocido entre sus compañeros como “David el cabrón”, por la manera en la que actuaba mientras estaba de servicio.
Las autoridades recibieron hasta 14 quejas sobre su comportamiento. Se pudo actuar hasta en nueve ocasiones. Pero no se tomó ninguna medida, ya que las mujeres se negaron a presentar una denuncia formal. En su lugar, el agente fue ascendido y pasó a ser miembro la misma unidad armada de élite a la que pertenecía el asesino de Sarah Everard, aunque no hay evidencias de que entre ellos se conocieran.
En medio del escándalo, ha salido también a la luz la noticia de que dos agentes ya jubilados han sido acusados de estar en una red de pedofilia con un inspector jefe que se ha suicidados tras ser acusado de una serie de delitos sexuales.
Todo agrava la gran crisis en la que se encuentra Scotland Yard poniendo en el punto de mira la cultura interna del que en su día fue considerado uno de los cuerpos de policía más respetados de Europa. ¿Cómo es posible que personas con este perfil pasen las pruebas de ingreso? ¿Cómo es posible que, pese a las alarmas, no se haga nada? ¿Se puede recuperar la confianza de los ciudadanos?
Con Carrick -que no está casado ni tiene hijos- los fallos se mantuvieron desde el principio hasta el final. Tras pasar un año en el Ejército, se unió a la MET en 2001. Fue aceptado a pesar de haber sido acusado el año anterior de abusos verbales y robo de ropa interior a una expareja. Ni siquiera tuvo medidas disciplinarias en julio de 2021 cuando fue arrestado por la policía de Hertfordshire bajo sospecha de violación. Scotland Yard le limitó sus tareas. Pero las restricciones se levantaron cuando la denunciante decidió no continuar. Sólo fue suspendido en octubre de 2021 cuando fue acusado de violación.
Lucy D’Orsi, la que en su día fuera segunda responsable de la Policía Metropolitana, denuncia que fuerzas policiales no tienen sistemas que den la alarma cuando uno de sus propios oficiales es arrestado, lo que significa que otros perfiles como los de David Carrick podrían “pasarse por alto y hacer daño”. “Si yo cometiera un delito, me arrestaran y diera mis datos, no hay una verificación obvia del sistema que indique que soy un oficial de policía si no elijo decírselo”, explica. “En el momento del arresto, mi ADN y mis huellas serían tomados y cotejados con las bases de datos forenses nacionales. Aunque he proporcionado mis muestras biométricas a la policía (mi empleador), los conjuntos de datos no se ejecutan juntos para identificar una coincidencia”, recalca.
El primer ministro, Rishi Sunak, se ha comprometido a tomar medidas para evitar que casos “absolutamente despreciables” como el de Carrick puedan volver a repetirse. En ese sentido, ha pedido a la Policía que aborde los fallos que se han cometido para restablecer “la confianza entre el público” y en especial entre las mujeres y niñas. “Todas las fuerzas policiales del país han recibido la orden de cotejar a todos sus agentes y personal en activo con las bases de datos policiales nacionales para identificar y eliminar a cualquiera que no debería estar en activo”, asegura.
Scotland Yard está revisando ahora 1.633 casos que involucran a 1.071 oficiales y miembros del personal (de una plantilla de 45.000) previamente acusados de abuso sexual o violencia doméstica, una cifra que no deja a nadie indiferente.
Mark Rowley, actual responsable del cuerpo policial, asegura que no puede garantizar que una mujer que visite estos días una comisaría para denunciar un delito sexual vaya a encontrarse con un oficial cuyo comportamiento pasado por actos similares a los de su agresor estén ahora revisándose. “No puedo, no voy a hacer una promesa que no pueda cumplir. Voy a poner en marcha rígidos sistemas para expulsar a aquellos que no deberían estar con nosotros”, señala.
Ante la gran crisis ya ha comenzado el debate sobre si ha llegado el momento de crear nuevo servicio, con una nueva identidad, ethos y misión, centrado en la capital británica, y un organismo independiente responsable de la seguridad y la lucha contra el terrorismo nacional. En definitiva, una reforma integral como la que se llevó a cabo con el Servicio de Policía de Irlanda del Norte después de la disolución de la Policía Real del Ulster tras los`Troubles´, que, según algunos expertos, ayudaría a reconstruir la confianza en el público.
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