Crisis en Mali
Francia acelera la expulsión de los imanes radicales
El ministro Valls advierte de que en la lucha contra el islamismo radical no hay espacio para el discurso del odio
La guerra que François Hollande le ha declarado al terrorismo no sólo se libra en el exterior, en operaciones como la de Mali. También en casa. El más «sarkozysta» de todos los ministros del presidente socialista, Manuel Valls, fue el encargado de anunciar que en Francia no hay lugar para los discursos extremistas y de incitación a la violencia, ni para quienes los profieren. «Varios predicadores radicales extranjeros van a ser expulsados en los próximos días», afirmó ayer el ministro galo del Interior en una conferencia en Bruselas contra los extremismos violentos. Una medida que se encuadra dentro de la política de prevención de la radicalización y la lucha contra el islamismo violento y el «yihadismo global», según señaló Valls.
Pero en Francia, donde viven más de cinco millones de musulmanes, todo lo que atañe a la segunda religión más profesada en número de fieles siempre resulta muy delicado. De ahí que el ministro insistiera en que no hay que mezclar conceptos. «Yo no confundo el islamismo radical con el islam de Francia, pero hay un entorno religioso, hay grupos que se reconocen salafistas» y que, según Valls, se inscriben en un proceso político y pretenden, desde el mundo asociativo a la escuela, «dominar las conciencias de algunas familias», advirtió.
El «brazo armado» del presidente Hollande prometió la mayor firmeza posible, en línea con la política de sus antecesores conservadores. Y amenazó con expulsar «a todos esos imanes que arremeten contra la mujer, hacen declaraciones contrarias a nuestros valores o se refieren a la necesidad de combatir a Francia». Valls también quiere evitar el radicalismo promoviendo los valores en las escuelas y el diálogo con las comunidades religiosas para fomentar un islam moderado y compatible con los valores de la República.
En el disparador del Gobierno galo, tres radicales, entre los que se encuentra un imán de Seine-Saint-Denis, –un departamento del norte de París con una alta densidad de población musulmana–, acusado por declaraciones homófobas. «Alguien muy carismático y popular entre los jóvenes», comentaba ayer a la agencia Afp el secretario general de la Unión de Asociaciones Musulmanas del distrito, Mohamed Henniche. El procedimiento de expulsión se activa en cuanto un extranjero representa una amenaza grave para el orden público. Desde 2012, Francia ha devuelto a sus países de origen a 125 islamistas radicales. El último, el pasado 31 de octubre, un imán tunecino de la mezquita Omar, en el distrito XI de la capital gala, acusado de apelar a la «yihad» violenta, a la violencia contra las mujeres y al antisemitismo. El departamento de Valls hacía así efectiva una decisión tomada por el anterior Ejecutivo conservador.
Tras el séptuple asesinato cometido por el yihadista Mohamed Merah en Toulouse y Montauban en 2012, el ex presidente Nicolas Sarkozy decretó un endurecimiento penal para luchar contra el terrorismo, la apología del terrorismo y la propagación de ideas extremistas. Respecto al «caso Merah», Valls negó ayer que el islamista fuera un «lobo solitario», como algunos expertos le definieron. «Esa tesis no se sostiene», aseguró el ministro, para quien la acción de Merah es el resultado de una preparación minuciosa y un aprendizaje fruto de numerosos contactos.
REINO UNIDO ENVÍA TROPAS DE APOYO A mALI
El Gobierno británico enviará alrededor de 350 soldados a Mali y otros países de África occidental para entrenar a sus tropas y apoyar la operación militar que Francia está llevando a cabo junto a Bamako para recuperar el control del norte del país, en manos de grupos islamistas. Según el portavoz de David Cameron, 200 soldados británicos entrenarán fuera de este país a los efectivos de la fuerza africana que se desplegará en Mali, la MISMA, mientras que otros 40 se integrarán en la misión de entrenamiento de la UE al Ejército maliense. Londres también ha ofrecido a Francia un ferry para ayudar a transportar sus vehículos blindados por mar hasta la costa africana, así como la posibilidad de que aviones asignados en esta misión puedan repostar en bases situadas en Reino Unido.
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