Bélgica

Francia apunta a Bélgica por su política antiterrorista

La planificación de los atentados del 13-N en el gueto bruselense de Molenbeek despierta la desconfianza entre los dos países vecinos

Un coche de la policia belga patrulla el barrio de Molenbeek
Un coche de la policia belga patrulla el barrio de Molenbeeklarazon

Bélgica lleva años estando en el punto de mira por ser uno de los países con mayor concentración de yihadistas de toda la Unión Europea. Su política antiterrorista ha recibido numerosas críticas después de los atentados de París, por haberse organizado en Bruselas, concretamente en Molenbeek, uno de los barrios por donde han pasado los últimos terroristas que han cometido atentados en suelo europeo. El propio primer ministro belga, Charles Michel, llegaba a reconocer que en Molenbeek «hay un problema gigantesco», sobre el que el Gobierno no tenía control. Sin embargo, ayer por la mañana, en una comparecencia ante el Parlamento, se mostró dispuesto a cambiar la imagen que se proyecta sobre la política de seguridad belga. Anunció 18 medidas para combatir el yihadismo, con un aumento del presupuesto en seguridad en 400 millones de euros para el año que viene, hasta los 1.400 millones, y su participación en la lucha contra el Estado Islámico. En este contexto, Bélgica reforzará los controles policiales en las fronteras y desplegará 520 militares para reforzar la seguridad en las calles. Revisará la Constitución para que una detención preventiva en caso de terrorismo sea de 72 horas en lugar de 24 y realizará redadas durante todas las horas del día (24 horas) por este tipo de infracciones, que ahora están prohibidas por ley entre las 21:00 y las 5:00. El Gobierno ha aprobado enviar directamente a la cárcel a los combatientes que vuelvan del extranjero, además de un brazalete electrónico para las personas fichadas y que puedan suponer una amenaza.

Asimismo, propondrá un registro de pasajeros a nivel nacional, sin esperar al proyecto europeo, expulsará a aquellos que prediquen el odio, desmantelando también mezquitas o páginas de internet si es necesario. Ya no será posible tener una carta de prepago de forma anónima y se implementará un plan de prevención para el barrio de Molenbeek. «No acepto las críticas dirigidas a denigrar nuestros servicios de seguridad, que hacen un trabajo complicado y tenaz. Quiero agradeceros a todos, nuestros policías, nuestros servicios de inteligencia, nuestros magistrados, por su valentía y su movilización. Ayer en Saint-Denis, un atentado fue impedido gracias a las informaciones proporcionadas por equipos belgas», declaraba el primer ministro, en una intervención ampliamente aplaudida por toda la Cámara, incluida la oposición. Una defensa que llega después de que se haya levantado cierta tensión política entre Francia y Bélgica tras los atentados. Que la organización de los atentados en París haya tenido lugar en un país vecino hace despertar las desconfianzas. El periódico flamenco «De Morgen» lamentaba la falta de agentes que hablen árabe en los servicios de inteligencia, una de las razones, según el diario, de su fracaso en detectar los atentados. Bélgica es un país pequeño que en muchas ocasiones se puede ver desbordado. Su sistema también es muy complejo por la división en comunas y las dos regiones, Valonia y Flandes, que dificultan la toma de decisiones. La Policía Judicial y la inteligencia dependen del nivel federal, y la Policía Local está dividida en Bruselas en seis zonas casi autónomas –donde se agrupan las 19 comunas que forman la ciudad–. El ministro de Exteriores, Didier Reynders, también se defendía, alegando que Bélgica fue objetivo terrorista con el atentado contra el Museo Judío de Bruselas en 2014.