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Donald Trump será el nuevo presidente de los Estados Unidos
El magnate inmobiliario Donald Trump se alzó con la Presidencia de EEUU
El magnate Donald Trump, un personaje ajeno a la política por quien nadie apostaba hace año y medio, ha dado la sorpresa y se ha alzado con la Presidencia de EEUU.
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El magnate Donald Trump, un personaje ajeno a la política por quien nadie apostaba hace año y medio, ha dado la sorpresa y se ha alzado con la Presidencia de EEUU.
Los resultados otorgan al polémico empresario neoyorquino y candidato presidencial del Partido Republicano 279 votos electorales, frente a 218 de su rival demócrata, la ex secretaria de Estado Hillary Clinton, al lograr la victoria en Wisconsin y conseguir uno más de los que repartía Maine.
Para proclamarse vencedor de las elecciones, Trump tenía que superar los 270 votos electorales.
El empresario logró su victoria al imponerse en la mayoría de los estados clave, en ciertos casos contra pronóstico, como Ohio, Florida, Carolina del Norte o Iowa, sin que la exsecretaria de Estado consiguiese victorias destacadas entre ellos.
Poco antes de las nueve de la mañana hora española (las tres de la madrugada en Nueva York), el ya nuevo presidente estadounidense ha hablado antes los medios de comunicación para proclamar su victoria y anunciar que ya había recibido la felicitación de su rival, Hillary Clinton, a la que también ha agradecido su trabajo en los últimos años.
"Nos felicitó por nuestra victoria, y yo la felicité a ella y su familia por esta campaña muy muy dura", afirmó Trump al comenzar ante sus seguidores el discurso de su victoria en los comicios presidenciales.
Además, prometió que será un "presidente para todos los estadounidenses" al anunciar su victoria en los comicios presidenciales.
"A todos los republicanos, demócratas e independientes en esta nación les digo que es momento de que nos reconciliemos como un pueblo unido", señaló.
Trump, que ha subido al escenario acompañado de miembros de su familia, entre ellos la futura primera dama, Melania Trump, ha marcado como "tarea urgente"reconstruir la nación y renovar el sueño americano. En este sentido, ha recordado su experiencia empresarial y ha subrayado que "todos y cada uno de los estadounidenses tendrán la oportunidad de alcanzar su potencial".
También ha tenido palabras para la comunidad internacional y ha asegurado que, aunque pondrá "primero"los intereses de Estados Unidos, su Gobierno también trabajará de forma "justa"para todo el mundo.
El futuro vicepresidente, Mike Pence, también ha celebrado desde el atril lo que ha descrito como "una noche histórica". "El pueblo estadounidense ha hablado y ha elegido a un nuevo campeón", ha proclamado ante el júbilo de cientos de personas.
Pence ha dado las gracias a la ciudadanía por la "confianza" que ha depositado en la fórmula del Partido Republicano, que no figuraba como favorita en los sondeos publicados en las semanas y días previas en las elecciones.
El candidato republicano se impuso a Clinton igualmente en Pensilvania, estado elegido por la demócrata para dar su gran mitin de cierre de campaña arropada por el presidente Barack Obama, la primera dama, Michelle, y su marido, el expresidente Bill Clinton.
Desde que George Bush (padre) lo hizo en 1988, ningún candidato presidencial republicano había logrado una victoria en ese estado, parte del cinturón siderúrgico y minero del este de EEUU y que Trump supo encandilar con promesas de vuelta al pasado de prosperidad que disfrutó hace décadas.
Con un discurso nacionalista, proteccionista, xenófobo y populista, Trump logró cortejar el voto de la clase media, obrera y rural estadounidense y aunar la frustración de ese sector contra los políticos tradicionales de Washington, que encarnaba en su rival.
A diferencia de Clinton, que contó en todo momento con el apoyo de Obama y de las demás figuras del gobierno y del Partido Demócrata, el magnate inmobiliario cargó con todo el peso de su propia campaña, tras haber mantenido desavenencias con el aparato del Partido Republicano, y apenas contó con el respaldo de su familia y de algún que otro político.
Si hace dos semanas las encuestas daban una clara ventaja a Clinton y nadie apostaba por una victoria del magnate inmobiliario, la ventaja que tenía la ex secretaria de Estado fue cediendo y durante el escrutinio de los votos los demócratas vieron cómo fueron desmoronándose sus aspiraciones de que llegase a la Casa Blanca.
La remontada de Trump en las encuestas se produjo después de que, once días antes de las elecciones, el director del Buró Federal de Investigación (FBI), James Comey, anunciase la reapertura del caso contra Clinton por el empleo de un servidor privado para sus correos electrónicos oficiales cuando era secretaria de Estado (2009-2013).
Y todo para anunciar el pasado domingo, dos días antes de las elecciones, su decisión de no procesar a la candidata demócrata, por no haber encontrado nada punible en los nuevos correos electrónicos que había encontrado en la computadora de una asesora de Clinton.
Pero el daño ya estaba hecho, según destacaron entonces los analistas, ya que el anuncio de Comey, quien es republicano, dio más de una semana de munición a Trump para atacar a su rival.
El polémico magnate centró su campaña en presentar a Clinton, a la que continuamente llamaba la "deshonesta Hillary", como alguien indigno de la confianza necesaria para ocupar la máxima magistratura del país y a quien nunca se debió permitir presentarse a la Presidencia debido a los escándalos de los correos electrónicos.
Y aprovechó la corta pero oportuna reapertura del caso del FBI contra Clinton para arreciar en sus ataques contra ella y reforzar su imagen de persona no de fiar.
Se da la circunstancia de que, tanto Clinton como Trump, son los dos candidatos presidenciales más impopulares de la historia moderna de los Estados Unidos, con una opinión negativa del alrededor del 60 % de los estadounidenses, según encuestas recientes.
Pese a ello, el magnate de los hoteles y casinos encontró y alimentó su nicho de votantes entre los desempleados, los obreros, los veteranos y, sobre todo, el creciente grupo de los descontentos con la politiquería de Washington, uno de los temas proverbiales del discurso de la antigua estrella de la televisión.
Ese discurso, y sus continuas salidas de tono, fueron aislándolo de la cúpula republicana, que no podía ocultar su repugnancia por las polémicas constantes que protagonizaba su candidato y temía que ello pudiera perjudicar a sus otros candidatos en las elecciones.
Ya desde que anunció sus aspiraciones presidenciales el 16 de junio de 2016, cuando nadie parecía tomarle en serio, el expresentador del programa "The Aprentice"calificó a los mexicanos de violadores y narcotraficantes, propuso prohibir la entrada de musulmanes en EEUU y prometió la expulsión del país de los once millones de inmigrantes indocumentados.
Pero cuando sus correligionarios conservadores parecieron salir en espantada fue en la última etapa de la campaña, a raíz de las denuncias de mujeres que acusaron a Trump de haberlas manoseado sin su consentimiento.
Su peculiar modo de meter en campaña los temas de la droga, la delincuencia, el terrorismo y la falta de empleo bien remunerado conectó con legiones de votantes de la clase blanca trabajadora, azotados por la crisis económica y enfadados con los políticos tradicionales.
Sin embargo, ese estilo, salpicado de insultos y demagogia, fue lo que lo alejó de los líderes de su partido, quienes ahora no tendrán más remedio que tomar la iniciativa para reconciliarse con el magnate.
La candidata presidencial demócrata, Hillary Clinton, llamó hoy por teléfono a su rival, el republicano Donald Trump, para reconocer su derrota en la carrera por la Casa Blanca, informaron hoy varias cadenas de televisión estadounidenses.
De hecho, John Podesta, el jefe de la campaña de la candidata presidencial demócrata, Hillary Clinton, pidió hoy a sus partidarios que se vayan a casa tras confirmar que la aspirante a la presidencia no hablará hoy.
El candidato presidencial republicano, Donald Trump, se impuso hoy en Pensilvania, uno de los estados clave con más votos electorales y tradicionalmente demócrata, y se convirtió en el primer aspirante de su partido en ganar allí desde que lo hiciese George H. W. Bush en 1988.
Pensilvania otorga 20 votos electorales de los 270 necesarios para ser elegido presidente y es, por tanto, el estado con más peso en el mapa electoral de entre los llamados pendulares (donde el voto está dividido entre republicanos y demócratas), después de Florida, que tiene 29 y que también fue a parar a Trump.
Ese resultado complica enormemente el panorama para la candidata demócrata, Hillary Clinton, que tendría que ganar casi todos los estados que quedan en juego -y que en varios casos se inclinan por el magnate- para llegar muy justa a los 270 votos necesarios.
Se trata además de un duro golpe psicológico para Clinton, que escogió ese estado para hacer el lunes su gran acto de cierre de campaña, en la ciudad de Filadelfia, la más afín a la ex secretaria de Estado.
Trump, por su parte, visitó el estado varias veces en los últimos días y su esposa, Melania, protagonizó allí su único mitin en solitario la semana pasada, con el fin de atraer el voto de las mujeres.
Pero ni siquiera muchos de los simpatizantes de Trump confiaban en su victoria en Pensilvania, que fue muy ajustada, por apenas un punto porcentual, según las proyecciones de los principales medios.
"Es muy difícil que un republicano gane Pensilvania", reconocía en declaraciones a Efe la maestra retirada Dotty Lista, de 61 años, que acudió el pasado jueves al mitin de Melania Trump en la localidad de Berwyn y aseguraba, sin embargo, no creer demasiado en las encuestas.
El candidato republicano logró aglutinar el voto rural y de las zonas siderúrgicas y mineras del oeste del estado, alrededor de Pittsburgh
Numerosos seguidores de la candidata presidencial demócrata Hillary Clinton, que esperaron durante horas en el centro de convenciones Javits Center celebrar su victoria, ya abandonan el lugar cabizbajos, incluso antes de escuchar el discurso de su líder en el que previsiblemente reconocerá la derrota.
"Sinceramente, vamos a tener un tarado como presidente. Ahora mismo preferiría vivir en cualquier otro lugar", explicó a Efe a la salida del recinto Maggie Pen, de 51 años.
"No queremos ni quedarnos. La gente está desolada y todo son lloros ahí dentro", añadió la publicista, nacida y criada en Nueva York.
Para Stefanie Davies, afroamericana, en cambio, el resultado "no es sorprendente".
"Siendo honestos con nuestra historia, América tiene un historial de racismo que no podemos olvidar, siempre ha estado ahí", apuntaba la joven, de 38 años, que también decidía volver a casa portando todavía su chapa de "Stronger Together"(Más fuertes juntos) y una bandera de EE.UU.
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