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Imran Khan: «No necesitamos a EE UU para luchar contra el terrorismo»

Imran Khan
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Su eslogan de campaña es: «Por el cambio en Pakistán». ¿Cómo puede acabar con la corrupción en el sistema?

-Somos el primer partido político en Pakistán que quiere introducir un sistema basado en el mérito y la justicia para poner fin a la cultura de favoritismo y los clanes familiares políticos. Tanto el PML-N (del ex primer ministro Nawas Sharif) como el PPP (del presidente Asif Zardari) son dos caras de una misma moneda. Ya es hora de acabar con la clase de gobernantes corruptos, de saqueadores de la riqueza nacional. Todas las decisiones serán tomadas para el bien del país. Por su interés. Ellos tienen sus fortunas en el extranjero, no tienen ningún interés por el pueblo de Pakistán. En nuestro programa político damos detalles de cómo luchar contra la corrupción, la evasión de impuestos; no utilizar las empresas familiares para beneficiarse. El 70 por ciento de los parlamentarios no declara sus bienes y no paga impuestos. El dueño de un taller de coches paga más tasas que todo el Parlamento entero.

-Pakistán está viviendo una oleada de ataques contra objetivos políticos. ¿Podría la violencia interferir en el proceso electoral?

-Cualquier país que no pueda llevar a cabo elecciones libres y justas no puede conseguir una estabilidad. Para que Pakistán tenga una administración fuerte y una buena organización del Estado es necesario que se celebren elecciones democráticas. Aunque haya atentados, no se pueden posponer los comicios. Si lo hiciésemos, estaríamos obedeciendo a sus peticiones (de los talibanes). El cambio sólo llegará a través de unas elecciones democráticas.

-¿Cómo es posible que con su imagen de «playboy», su matrimonio fracasado con Jemima Khan, hija del millonario James Goldsmith, haya encontrado el apoyo de los sectores conservadores?

-Porque todo el mundo confía en mí. Soy el único político en Pakistán honesto, al que se le puede dejar dinero y saber que lo va a devolver. Los islamistas me respetan porque no soy una marioneta de Estados Unidos. Yo encabecé la marcha a Waziristán el pasado otoño para denunciar la matanza de civiles a cargo de los drones estadounidenses. Ni Sharif ni Zardari se habrían atrevido a hacer ninguna manifestación en contra, porque tienen miedo.

-En su manifiesto electoral aboga por el cambio de la política exterior de Paquistán y la revisión de las relaciones con EE UU. ¿Qué alternativas propone?

-No necesitamos su ayuda, nosotros somos capaces de luchar contra el terrorismo por nuestra cuenta sin necesidad de formar parte del acuerdo con Estados Unidos. No necesitamos su dinero, ni sus drones. El Ejército paquistaní puede ofrecer la seguridad. Nosotros garantizamos que no habrá actos terroristas en suelo paquistaní. Decimos no a la injerencia extranjera. Negociaremos con el terrorismo a nuestra manera.

-¿Apoya usted el diálogo con los talibanes?

-Yo soy el primero que dijo que había que hablar con los talibanes. Hace tres años dije que era hora de hablar con ellos, de negociar, y me llamaron el talibán Khan. Ahora todo el mundo se ha dado cuenta, hablo también de Estados Unidos, de que hay que sentarse en la mesa de negociaciones. El diálogo es la única manera de conseguir la paz, no mediante la violencia y los ataques con drones. La solución militar sólo incrementa la violencia. Cuantas más operaciones hay, más crece la actividad de los grupos insurgentes. La estrategia estadounidense de la lucha contra el terrorismo sólo ha traído más extremismo en el país.

- ¿Está usted convencido de que va a ganar estas elecciones?

-Por supuesto que sí. Ha sido una pregunta muy fácil de responder.

PERFIL

El defensor del orgullo paquistaní

Imran Khan, ex capitán de cricket devenido en político, se ha convertido en el aspirante favorito que ha conquistado el corazón de millones de paquistaníes por su honestidad, y su imagen de hombre cercano. Con un 35% de candidatos menores de 35 años entre sus filas, el Movimiento por la Justicia (PTI) se presenta como el partido del cambio, de la juventud. Si Khan llegara a ser el nuevo primer ministro rompería con la tradición de las dos grandes familias políticas, los Bhutto y los Sharif, que se han repartido el poder en los últimos sesenta años.