Palma de Mallorca
Josefa, los ojos que vieron la muerte en el Mediterráneo
El barco de la ONG española Proactiva Open Arms se sumergió ayer en ese fenómeno llamado «posverdad». La sensación a bordo es de «satisfacción por haber salvado la vida de una persona que podía haber sido asesinada por los guardacostas libios y a la vez de frustración por no haberlo logrado con otras dos personas que murieron», señala desde la nave Erasmo Pallazzotto, diputado del partido Libres e Iguales. El vicepresidente y ministro del Interior, Matteo Salvini, los acusa de haber mentido y reconstruir una realidad distinta.
El día anterior Proactiva incriminó a las autoridades libias por haber dejado en el mar a una mujer a la que la ONG logró rescatar y a otros dos cadáveres –una mujer y un niño–. Italia ofreció a los voluntarios que desembarcaran en el puerto de Catania, pero la ONG prefirió poner rumbo a España. Al cierre de esta edición, desde el barco señalaban que les había sido indicado Palma de Mallorca como lugar más cercano, aunque faltaba la autorización definitiva.
Proactiva considera que la superviviente podría ser investigada en Italia sin las garantías suficientes y también teme por sus propios intereses legales, ya que ya han sido objeto de una investigación judicial en la ciudad siciliana. «Queda clara la intención del Gobierno al indicar Catania como lugar para desembarcar, ya que allí está el fiscal que comenzó la guerra contra las ONG», señala el diputado Pallazzotto. Estas investigaciones no han aportado ninguna prueba en contra de las organizaciones no gubernamentales. Tampoco Salvini ha aportado ninguna evidencia. Simplemente dijo en sus redes sociales que si «el barco de la ONG va hacia España con una mujer herida y dos muertos... ¿no será que tienen algo que esconder?». «Vamos a España porque Italia no es un puerto seguro para nosotros ni para las personas que salvamos y tú quieres devolver a Libia. Te mandaremos una postal», respondió el fundador de Proactiva, Oscar Camps, a Salvini. En el barco de la Marina libia que atendió el naufragio, en el que viajaban unas 150 personas, iba una periodista alemana que manifestó a los medios que no vio a nadie más en el mar. Sin embargo, Pallazzotto expone que «en este barco hay diputados y periodistas internacionales que somos testigos de lo que pasó. O vino alguien a matar a estas dos personas en medio del mar o fueron abandonados por los guardacostas libios». Según cuenta, Josefa, la superviviente del naufragio, «se está recuperando del shock». «Está siendo atendida, pero no corre ningún riesgo a pesar de haber sufrido hipotermia», añade. «No puede caminar, está muy cansada, pero fuera de peligro», reconoce Pallazzotto.
Josefa primero vio cómo la guadaña arrebataba la vida al pequeño que viajaba en la misma embarcación que ella y a la mujer que inició el mismo y peligroso viaje que ella desde puerto libio. «Estuvimos en el mar dos días y dos noches», relató ayer con un leve hilo de voz a la periodista italiana Annalisa Camilli, a bordo del barco de Open Arms. Según le confirmaron los médicos de la ONG, el niño muerto, que estaba desnudo, tendría entre tres y cinco años y desconocen si tenía relación con la otra mujer fallecida. «Murió de hipotermia justo antes de que llegáramos», explicó el equipo médico a Camilli, que escribe en el semanario «Internazionale» y está especializada en migración.
«Soy de Camerún, he huido de mi país porque mi marido me pegaba», dice en francés Josefa mientras se toca la tripa: «Mi marido me pegaba porque no puedo tener hijos». En cuanto a su odisea, apenas recuerda qué pasó: «Llegaron los policías libios y comenzaron a golpearnos».
«No dice nada más. No preguntamos. No queremos hacer más preguntas a la espera de que todo esté más tranquilo», confiesa Pallazzotto desde el barco.
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