Brexit
Juncker advierte a May de que los discursos no bastan
Las divisiones en el Gobierno británico irritan a Bruselas, que no ve progresos suficientes para pasar a la siguiente fase de la negociación.
Las divisiones en el Gobierno británico irritan a Bruselas, que no ve progresos suficientes para pasar a la siguiente fase de la negociación.
El tiempo pasa, pero los problemas permanecen. El presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, y el negociador jefe de los Veintisiete, Michel Barnier, comparecieron ayer ante la Eurocámara para confirmar que no se han producido los avances suficientes para pasar a la siguiente fase de negociación en el Brexit. Reino Unido sigue batallando para subvertir el orden de las conversaciones y pretende comenzar a poner las bases sobre su futuro estatus respecto a la UE y el periodo de transición, antes de haber aclarado los términos del divorcio. Pero los Veintisiete se mantienen imperturbables en no ceder ni un milímetro. Ayer, el pleno de la Eurocámara votó un texto que aboga también por no cambiar las prioridades. A pesar de cierta dulcificación en el mensaje por parte de Theresa May en Florencia, Juncker se mostró ayer firme al sentenciar que las buenas palabras no son suficientes. «Los discursos no son posiciones negociadoras», advirtió el presidente del Ejecutivo comunitario, sin poder disimular su cansancio y la irritación que causa en Bruselas la estrategia de Downing Street.
La próxima cumbre del 19 y 20 de octubre estaba destinada a comprobar si se han dado los avances suficientes en los tres temas en liza: factura del divorcio, derechos de los trabajadores y frontera del Ulster. Hasta ahora, los progresos han brillado por su ausencia a pesar de un ambiente algo más relajado en la última ronda de negociaciones tras el discurso de May. El próximo lunes comenzará la siguiente vuelta en los encuentros entre las dos delegaciones, pero será necesario prácticamente «un milagro», en palabras de Juncker, para que se cumplan los plazos.
El debate de ayer en el hemiciclo también sirvió para comprobar hasta qué punto las divisiones dentro del Gabinete de May entre «brexiters» duros y blandos exasperan en los pasillos europeos. «¿A quién debo llamar en Londres? ¿Quién habla en nombre del Gobierno, May, Davis o Johnson? Por favor, eche a Boris Johnson [ministro de Exteriores, defensor del «Brexit duro»]. Por favor, no ponga a su partido por delante, ponga el futuro de Reino Unido, ponga a los ciudadanos», inquirió ayer el jefe de filas de los populares europeos, el alemán Manfred Weber.
La debilidad de May tras los comicios preocupa en la capital comunitaria, que ve a la «premier» británica no como una figura de consenso entre el ala dura y la blanda de su partido, sino como la víctima del «pim-pan-pum» en un fuego cruzado. «Si al otro lado de la mesa hay falta de claridad, ni siquiera hay unidad, es difícil que haya avances suficientes», aseguró Guy Verhofstadt, el líder de los liberales.
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