Oriente Medio
Khashoggi, un crimen impune que apunta al príncipe Bin Salman
Hasta ahora nadie ha sido juzgado por el asesinato del columnista crítico con el régimen saudí, que ha protegido a sus servicios secretos y al heredero al trono.
Hasta ahora nadie ha sido juzgado por el asesinato del columnista crítico con el régimen saudí, que ha protegido a sus servicios secretos y al heredero al trono.
Un año después del asesinato del periodista Jamal Khashoggi, que hizo tambalear la casa real saudí, ningún responsable de su muerte ha sido aún condenado. Pese a que hay once enjuiciados por el asesinato, todos funcionarios «deshonestos» de Riad, el caso apenas ha trascendido. Se han celebrado un par de audiencias a puerta cerrada, pero la ONU reclama que se debe juzgar a altos cargos del Gobierno saudí, así como investigar al príncipe heredero, Mohamed Bin Salman.
Incluso, el presunto cerebro de la macabra operación, Saud al Qahtani, está desaparecido del mapa. Al Qahtani, de 41 años, uno de los más estrechos colaboradores de Bin Salman, ha estado fuera del radar desde que fue destituido de sus cargos, al ser considerado sospechoso de la muerte del colaborador del «Washington Post», y ahora, desde hace una semana, su cuenta de Twitter ha sido suspendida permanentemente, sembrando más misterio sobre su paradero.
Aunque hay que mirar como un paso importante que, por primera vez, MBS, gobernador de facto de Riad, haya reconocido que el asesinato de Khashoggi sucedió bajo su vigilancia, por otro lado no ha admitido su relación directa con la muerte del periodista crítico con el régimen. La confesión del príncipe heredero es un avance de un documental del programa «Frontline» de la PBS, la radiotelevisión pública de Estados Unidos, que será emitido la víspera del aniversario del asesinato. «Ocurrió estando yo al cargo. Asumo toda la responsabilidad», reconoció.
El crimen más mediático de la historia debería servir de inspiración no solo para un documental, sino para toda una saga de novela negra. La última revelación sobre su macabra muerte apareció publicada unas semanas antes del aniversario de Khashoggi por el diario oficialista turco «Daily Sabah».
Se trata de una grabación de audio en el consulado de Estambul por la que quedarían implicados en el crimen del periodista un alto oficial de la Inteligencia saudí, Maher Abdulaziz Mutreb, y el forense Mohammad Abdah Tubaigy. El agente secreto pregunta al forense si ya «ha llegado el animal para ser sacrificado» y si deberían meterlo en una bolsa. En tanto, Tubaigy le contesta que el colaborador del «Post» es demasiado alto y pesado y recomienda descuartizarlo para sacarlo del edificio en varias bolsas.
«Siempre he trabajado con cadáveres, se cortan muy bien. Sin embargo, nunca he trabajado con un cuerpo caliente, pero lo lograré fácilmente. Normalmente me pongo los auriculares y escucho música cuando descuartizo cadáveres. Mientras tanto, bebo mi café y fumo. Después de desmembrarlo, envolveré las piezas en bolsas de plástico, las colocaré en bolsas y las sacaré [del edificio]», manifestó el forense, según la transcripción de la grabación.
El audio también reveló otro detalle importante: Khashoggi es increpado por Mutreb, que le dice que hay una orden de Interpol solicitada por Riad para que vuelva a Arabia Saudí, y el periodista le responde que no hay órdenes de extradición contra él y que su prometida, Hatice Cengiz, está esperándolo fuera del consulado. Después, el funcionario saudí le pide al periodista retenido que envíe un mensaje de audio a su hijo diciendo que se encuentra bien, por si éste intentara localizarlo, pero Khashoggi se niega.
Entonces, el periodista se da cuenta de que algo va mal y al ver una toalla le pregunta si van a drogarlo. Mientras está siendo drogado, Khashoggi pide que no le dejen con la boca cerrada porque es asmático, antes de perder el conocimiento. «Tengo asma. No lo hagas, me asfixiarás», fueron sus últimas palabras.
A los escabrosos detalles de su muerte, se une la morbosa venta del edificio que albergó en su día el consulado. Así, el medio turco «Habertürk» sacó a la luz recientemente que Riad habría vendido la sede diplomática por un tercio de su valor, pero no se reveló la identidad del comprador. Con la venta se cierra toda probabilidad de encontrar los restos del cadáver del periodista que, supuestamente, fueron esparcidos y repartidos entre la sede diplomática y la vivienda del excónsul saudí.
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