Crisis en Túnez

La austeridad reaviva las protestas en Túnez

Siete años después del estallido de la Primavera Árabe el descontento sigue latente por el paro y la corrupción sistemática.

Choques entre la Policía y los manifestantes en Tebourba, a 35 kilómetros de la capital
Choques entre la Policía y los manifestantes en Tebourba, a 35 kilómetros de la capitallarazon

Siete años después del estallido de la Primavera Árabe el descontento sigue latente por el paro y la corrupción sistemática.

En la misma semana en que se cumplen siete años de la que se conoció como «Revolución del Jazmín», Túnez está inmerso nuevamente en una grave crisis económica y social que ha vuelto a sacar a la gente –especialmente a los jóvenes– a las calles de varias ciudades del país.

Allí donde se escuchan en los últimos días las reivindicaciones por el aumento de los impuestos, el paro y el coste de vida, en ese mismo sitio comenzó la llamada «Primavera Árabe». La semana pasada, al comenzar 2018, el Gobierno tunecino anunció un aumento de los tributos como parte del nuevo Presupuesto Anual, con el que subían los precios del combustible y de diferentes bienes y servicios. Al alto índice de desempleo y la extendida corrupción –que ya existían en los Gobiernos anteriores– se suma ahora una inflación galopante y la desvalorización de la moneda local. Además, el Ejecutivo, formado por una coalición entre los conservadores de Nida Tunis y los islamistas de Ennahda, plantea una reforma de la Administración pública que según fuentes locales dejaría en el paro a un millón de personas más.

En las protestas que se hacen sentir especialmente por la noche, hubo saqueos a tiendas, quema de automóviles y edificios públicos y enfrentamientos entre manifestantes y efectivos de seguridad. Algunos jóvenes coreaban consignas tales como «Policía asesina, Gobierno terrorista» y acusaban a los agentes de seguridad por la muerte de un hombre en la ciudad de Tebourba, a unos 35 kilómetros de la capital tunecina. Hamma Hammami, líder del Frente Popular, el principal partido de oposición, aseguró que las protestas continuarán hasta que el Gobierno retire o cambie el Presupuesto. Hammami se reunió con los líderes de los otros partidos opositores para coordinar los pasos a seguir a partir de ahora. Pero estos partidos y los colectivos civiles también expresaron su desacuerdo con los actos de violencia. Para Sami Ben Ghazi, miembro del grupo opositor «No olvidaremos», estos excesos son condenables, aunque tienen una explicación. «La violencia que presenciamos ayer, el vandalismo en tiendas y propiedades privadas, obviamente, no lo aceptamos. Sin embargo, puede verse como un resultado natural del hambre y el empobrecimiento que sufre la población tunecina desde hace años», asegura. Por su parte, el primer ministro, Youssef Chahed, se dirigió al pueblo tunecino para pedir que se manifieste durante el día, no por la noche, y que no recurra a la violencia y menos aún al robo y la destrucción. «Tenéis derecho a protestar, vamos a proteger a los manifestantes, pero aquellos que sean sorprendidos quebrantando la ley, serán castigados», expresó el mandatario.

Las protestas y los incidentes nocturnos se repitieron anoche por tercer día consecutivo. Menos intensa pero más numerosas que en los dos días precedentes, los disturbios se extendieron a otras zonas de la capital, como el barrio Ibn Jaldum y localidades del cinturón industrial, como Hammam Lif, donde grupos de jóvenes manifestante pretendieron impedir el paso de un tren. Igualmente se produjeron intentos de asalto a edificios públicos y quema de neumáticos y contenedores en urbes de la costa norte, como Beja, Nabeul, Kebily o Bizerta ante una creciente presencia policial y militar en las calles.Fuentes del Ministerio de Interior y de Defensa negaron hoy a Efe que se haya impuesto un toque de queda pero admitieron que el despliegue de efectivos para proteger espacios públicos y edificios oficiales se ha multiplicado en las últimas horas.

En medio del malestar y la ola de protestas, anoche fue atacado un complejo en Yerba, donde se encuentra la escuela judía local, dos sinagogas y varias instituciones comunitarias. Desconocidos lanzaron varias botellas incendiarias. No hubo víctimas, sólo algunos daños menores y conmoción. Uno de los líderes de la comunidad judía local – que solicitó que no fuera revelada su identidad– se mostró consternado, pero también sorprendido por lo sucedido. «Tengo 58 años y por primera vez en mi vida escucho algo como cócteles molotov en el barrio judío en mi ciudad», aseguró este integrante de la comunidad judía en declaraciones a KAN, la Corporación de Radiodifusión de Israel. «Esperaron a que terminara la plegaria nocturna, y actuaron cuando las sinagogas ya estaban vacías, como para hacernos saber que todo estaba planificado y que conocen muy bien nuestros hábitos, nuestros movimientos. Ellos sabían que toda la gente estaba en sus casas», detalló el dirigente comunitario, que pidió que se lo presentara con el nombre de pila ficticio Elyakim.

Tras los altercados del martes, al menos 237 personas fueron detenidas y 50 policías fueron atendidos por las heridas causadas en los enfrentamientos.