Estados Unidos

La bandera sí, el embargo (aún) no

Kerry se convierte en el primer secretario de Estado en visitar la isla en 70 años

En los conciertos en honor de 89º cumpleaños del comandante se «colaron» referencias a los símbolos de la cultura americana
En los conciertos en honor de 89º cumpleaños del comandante se «colaron» referencias a los símbolos de la cultura americanalarazon

El secretario de Estado, John Kerry, viajará hoy a Cuba para formalizar el «fin de la Guerra Fría en el Caribe», tal y como ha sido descrito por el influyente «Miami Herald». Se trate o no del final del histórico conflicto, el acto certifica el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países, subrayado por la ceremonia de izado de la bandera estadounidense en su embajada en La Habana después de que Cuba hiciera lo propio en Washington el 20 de julio. Que Kerry le concede gran importancia lo ilustran sus declaraciones. Hace cuatro semanas, durante su entrevista con el ministro de Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez, habló de «un paso largamente retrasado en la dirección correcta». Y aunque se refería a la reapertura de la embajada cubana en EE UU, nada superará, en términos icónicos, a la imagen de las barras y estrellas, rojo, blanco y azul, bajo el cielo cubano.

Claro que faltan por concretar numerosos asuntos. Cuba ni siquiera ha respondido a la petición de EE UU para restablecer los vuelos comerciales entre las dos naciones, auspiciada por un subcomité del Senado. También es cierto que hace 70 años de la última visita de un secretario de Estado estadounidense a La Habana. Kerry tiene previsto participar en dos actos. Uno, oficial, solemne, con el objetivo de presidir el acto de la bandera; el segundo, una recepción a la que asistirán más del doble de invitados, entre políticos y artistas, escritores y empresarios y, también, opositores de la dictadura y activistas de derechos humanos. Precisamente, la ausencia de éstos durante el izado de la bandera ha causado ya un fuerte revuelo en EE UU. Así, el republicano Marco Rubio, que considera que estamos ante «un nuevo error del presidente Obama y otro bofetón de esta Administración contra los valientes activistas cubanos por la democracia». El apesadumbrado alegato del senador Rubio, uno de los más firmes aspirantes a ser el candidato de su partido en 2016, demuestra hasta qué punto la comunidad cubana en el exilio aún recela de las añagazas castristas. El miércoles, entrevistado por Telemundo, Kerry había dicho que se encontraría «con cualquiera que acuda» y escucharía «sus puntos de vista, sean cuales sean». Un mensaje dulcificado, pacificador, para añadir a las justificaciones ofrecidas por el Departamento de Estado, empeñado en explicar que la falta de representantes de la oposición durante el izado de la bandera responde a un simple problema de aforo.

Claro que la oposición republicana al diálogo con Cuba tampoco es unánime. Legisladores del partido como Jerry Moran y Tom Emmer han verbalizado ya su disposición a terminar con el embargo. Hay fuertes intereses comerciales en juego y son numerosos los empresarios estadounidenses convencidos de que su país se halla ante la oportunidad de volver a hacer negocios en un territorio sentimental e históricamente demasiado cercano.

Entretanto, en Puerto Rico, cerca de treinta grupos opositores al régimen castrista se han congregado para reclamar más esfuerzos en pos de las libertades. En declaraciones a la NBC, Guillermo Toledo, organizador del encuentro, dijo que: «Vamos a hablar de la posibilidad de estar unidos en la adversidad contra el régimen cubano, contra el Gobierno cubano y el régimen totalitario. Todos nosotros somos defensores de la democracia».

Su mensaje retumba en el complejo mecano de unas negociaciones marcadas por la negativa del Congreso de EE UU a sancionar el fin del embargo mientras no haya plenas garantías democráticas en Cuba. Y nadie olvida que, según las encuestas, la mayoría de los ciudadanos de EE UU, y particularmente sus jóvenes, están a favor de revocar unas políticas vigentes durante décadas. Asunto distinto es el de calibrar hasta qué punto esto propiciará que Cuba desemboque en un régimen de libertades o si, como ha repetido en numerosas ocasiones Rubio, estamos ante una involuntaria operación de emergencia que reanime el pulso de la dictadura.