Crisis política en Italia
La derecha no tiene un recambio para «Il Cavaliere»
En los últimos años, Berlusconi ha expulsado de su partido a los críticos
ROMA- Comienzan los doce meses más difíciles para Silvio Berlusconi y para la derecha italiana. Tras la confirmación de ayer por parte del Tribunal Supremo de la condena a cuatro años de cárcel, reducidos a uno por la ley del indulto, «Il Cavaliere» quedará recluido en arresto domiciliario y no podrá hacer llamadas telefónicas, conceder entrevistas o participar en actos políticos sin el permiso de los magistrados. Es este el escenario más probable, pues en su entorno se descarta que el magnate vaya a aceptar realizar trabajos comunitarios bajo el control de los servicios sociales.
Como si se tratara de una pesadilla hecha realidad, sus archienemigos los jueces, a los que lleva años denigrando, serán los que controlen ahora todos los aspectos de su vida. El escenario puede ser aún más negro pues, si el tribunal de apelación de Milán confirma en parte o en su totalidad la inhabilitación para ejercer cargos públicos, el magnate perderá de inmediato el título de «Cavaliere» que con tanto orgullo porta debido a las normas de esta distinción. Se habrá quedado sin su heterónimo más preciado.
Con Berlusconi atado de pies y manos y recluido en su casa, su formación política, el derechista Pueblo de la Libertad (PDL), queda casi acéfala. Creada hace casi 20 años, cuando el magnate se presentó como candidato por primera vez –y cambiada de nombre varias veces– su criatura política se parece más a una de sus empresas que a un partido normal. Sin apenas debate interno ni cuadros dirigentes, el PDL ha ido expulsando con los años a todo aquel que osara llevar la contraria a Berlusconi. El último de ellos fue Gianfranco Fini, presidente de la Cámara de los Diputados en la anterior legislatura y antiguo líder de Alianza Nacional, el partido que se fusionó con Fuerza Italia, la antigua marca electoral de «Il Cavaliere», para crear el PDL.
En teoría debe ser Angelino Alfano, «número dos» de la formación, quien dé un paso adelante y ocupe temporalmente el hueco que deja Berlusconi con su arresto domiciliario. Su problema es que no es aceptado por el sector más radical del PDL, representado por personajes tan histriónicos como Daniela Santanchè. Alfano, quien aceptó con docilidad canina las continuas idas y venidas de la política del magnate durante el año pasado, tampoco enamora a los electores de la derecha. Son legión los analistas que vaticinan la implosión del PDL cuando el ex primer ministro deje definitivamente las riendas. Apuestan por una escisión del sector liberal que aspira a crear un partido similar a los de la derecha moderada que existen en Europa respecto a la parte más populista y visceral, heredera en parte de las corrientes neofascistas.
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