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La gobernadora de Carolina del Sur pide retirar la bandera confederada
La gobernadora de Carolina del Sur (EEUU), la republicana Nikki Haley, pidió hoy retirar la bandera confederada del Parlamento estatal tras reavivarse la polémica sobre ese controvertido símbolo con el tiroteo en una iglesia de la comunidad negra de Charleston la semana pasada, informa Efe
"No vamos a permitir que este símbolo nos divida más. El hecho de que se use para odiar, el hecho de que duela a tanta gente, es suficiente para retirarla de los jardines del Capitolio", dijo Haley en una rueda de prensa.
El Parlamento del estado debatirá en las próximas semanas la retirada de la bandera confederada de su sede, después de que hace 15 años, tras una protesta de 46.000 personas, decidiera trasladar la controvertida enseña de la cúpula del Capitolio a los jardines.
La gobernadora dejó claro que, si los legisladores no toman la iniciativa, ella misma convocará una sesión parlamentaria especial para abordar este asunto, "habrá un tiempo para el debate y el tiempo para la acción llegará pronto", subrayó.
"Esta será una decisión de Carolina del Sur. Para muchos fuera de aquí (esta bandera) solo es un símbolo del peor pasado de Estados Unidos. (...) Yo respeto a los que piensan que este es un momento triste, porque la bandera siempre será parte del alma del estado", afirmó la republicana.
En un emotivo discurso, Haley hizo equilibrios entre el recuerdo del valor sentimental que tiene la bandera para muchos en Carolina del Sur y el mensaje de que la enseña debe abandonar el Capitolio por respeto a los que se sienten ofendidos por su presencia.
"Esta bandera, a pesar de ser parte integral de nuestro pasado, no representa el futuro de nuestro gran estado", señaló Haley, nativo-americana y primera gobernadora no blanca del estado.
La acompañaron en la comparecencia ante los medios, aunque no hablaron, los senadores que representan al estado en el Congreso federal, el afroamericano Tim Scott y el precandidato republicano a la Casa Blanca en 2016 Lindsay Graham.
Centenares de personas han pedido en los últimos días la retirada de la controvertida enseña del Parlamento de Carolina del Sur después del tiroteo del pasado miércoles en una iglesia de Charleston, en el que murieron nueve feligreses negros a manos de un joven blanco.
El autor confeso de la masacre, Dylann Roof, fue detenido en un coche que llevaba una matrícula con la bandera confederada y el sábado trascendieron unas fotografías en las que posaba con la enseña.
"Tenía una visión retorcida de la bandera", dijo hoy Haley, para subrayar que esa visión no es la que tienen los numerosos ciudadanos que apoyan la enseña por "tradición e historia".
"Esos ciudadanos la ven como un símbolo de respeto, integridad y deber, un recuerdo del servicio de nuestros ancestros al estado", apuntó.
La gobernadora se esforzó en dejar claro asimismo que cualquiera que quiera ondear o exhibir la bandera podrá seguir haciéndolo.
Haley quiere con este paso zanjar la polémica sobre la bandera, de dimensión nacional, y lograr que "el centro de atención vuelvan a ser las nueve víctimas de la tragedia".
El tiroteo en Charleston ha reavivado el debate sobre un símbolo que divide a Estados Unidos desde su Guerra Civil (1861-1865): la bandera confederada, historia e identidad para unos y emblema racista para otros.
La controvertida enseña de los estados secesionistas ondea en el Capitolio de Carolina del Sur desde 1962, izada al calor del resurgir que vivió como símbolo político a partir de los años 50 en pleno movimiento por los derechos civiles.
Centenares de ciudadanos marcharon el sábado en Charleston y en la capital del estado, Columbia, para pedir a la gobernadora que retire la bandera del Capitolio.
Hace quince años, una protesta de 46.000 personas en Columbia logró que la polémica bandera dejara de presidir la cúpula del Capitolio y fuera trasladada a los jardines del edificio, cerca de un monumento a la lucha de los estados secesionistas del sur en la Guerra Civil de Estados Unidos.
El debate sobre esta controvertida enseña es un asunto incómodo para los aspirantes republicanos, que se han posicionado con extrema cautela sobre este asunto para no enfadar al votante blanco conservador del estado. EFE
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