Terrorismo yihadista
La paranoia y la desconfianza se instalan en Daesh
Bagdhadi trata de cohesionar el grupo con adhesiones a su persona y charlas teóricas
Daesh, bajo la batuta de Abu Bark Bagdhadi, debe tener algunos problemas de lealtad entre sus ”soldados”. Hace un par de años, se vio obligado a sofocar una revuelta interna. La resolvió mediante el asesinato de los disidentes (entre 150 y 200), por si alguno tenía pensado seguir ese camino. Lleva semanas obligando a sus “wilayas” (franquicias) a que le muestren su adhesión inquebrantable, Y ahora, en el último número de la revista “Al Naba” (el 188), publica sendos artículos teóricos para tratar de convencer a los suyos de que son poco menos que unos “llamados de Dios, del que deben seguir todos sus designios”. El intérprete y transmisor es, por supuesto, el “califa”.
“¿Qué se entiende por yihad, y lo que se conoce de ella?”, pregunta la revista a quienes asesinan un día sí, el otro también; y causan destrucción, como se muestra en la portada de “Al Naba” que se reproduce en esta web. La respuesta, sencilla: “la yihad es prohibir el mal. (...) Dios os guía en este mundo y en el Más Allá; y el que no le obedece, descarga sobre él su ira”.
“Se sabe-- les aseguran-- que la yihad es la más famosa, frente a la negación de la virtud (...)
El liderazgo islámico, su pilar. Y la cima de su sueño, la yihad por el bien de Alá”, enfatizan.
Hasta aquí la teórica y, a continuación, los avisos. Advierten del peligro de ser “explotados por los enemigos del Islam y aprovecharse de la debilidad de sus almas. En detrimento de los musulmanes. Los muyahidines, por lo tanto, deben actuar con precaución”.
Les preocupan las “personas corruptas que buscan la fama en los medios de comunicación. Los niños y adolescentes difunden ilusiones.
Y las tonterías del discurso de hacer las cosas por sí mismos (...) Los musulmanes tienen que tener cuidado (...) de la inteligencia de los cruzados (cristianos) y tiranos. Comprarán con dinero y armas a los muyahidines hasta que sean engañados. Tal vez, incluso, utilizados en la guerra contra los musulmanes. No están motivados por su interés en la religión”.
Aconsejan engañar a los instigadores de la traición, quedar con ellos y detenerlos (...)
Ponerse en contacto con alguien que no conoce y darle confianza no requiere un gran riesgo”. Los cabecillas empiezan a ver infiltrados por todos los sitios, lo que es un signo de debilidad interna.
Frente a todo ello, el Estado Islámico “presta apoyo y asistencia cuando los moujahidines (combatientes) lo necesitan. Todo es posible. Los dispositivos de inteligencia funcionan y se dispone de muchos medios”. “Si has cometido un error, no te culpes, pero no confíes en nadie que no conoces. El método más fácil es arrestarlos ( a los infiltrados). Nuestra lucha está en el paraíso”.
Todo esto no quiere decir, que haya disminuido la capacidad criminal de Daesh, de la que se informa con detalle en la citada revista, con una ampliación de las zonas en las que cometen atentados. Tal vez sea ese afán de expansión y, por lo tanto, un control más complicado de las wilayas, algunas de las cuales ya han sido reconvenidas por apartarse de la ortodoxia, lo que provoque la situación de desconfianza y paranoia. El retorno a sus países de origen (sólo en Túnez, donde ayer hubo dos atentados suicidas, se calcula que partieron entre 3.000 y 4.000 combatientes a Siria e Iraq) de los FTF (Foreings Terrorist Figther) forma parte de la estrategia de expansión del terrorismo, pero, a la vez, puede ser una complicación por la falta del control absoluto que quiere ejercer Bagdhadi.
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