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Gases lacrimógenos y antidisturbios para frenar la avalancha de migrantes
La Policía de Macedonia se ve obligada a dejarlos pasar tras una dura batalla campal
Se complica la ruta de los Balcanes, aquella que cruzan los migrantes para llegar al norte de Europa partiendo desde el Mediterráneo oriental (mar Egeo, Turquía, Grecia). Esta válvula de escape reventó en las últimas 48 horas provocando, al menos, diez heridos en los disturbios en que se vieron enfrentadas las Fuerzas Armadas de Macedonia y los migrantes en tránsito. El jueves, el Gobierno de Skopje declaró el Estado de emergencia a la vez que enviaba más militares a su frontera sur para aumentar los controles a los migrantes que llegaba a la zona. Más tarde, la situación estalló en el momento en el que la Policía macedonia lanzó granadas de aturdimiento y gases lacrimógenos a los refugiados presentes en las inmediaciones de la localidad de Idomeni, en el confín greco-macedonio. El balance fue de una decena de heridos, entre ellos al menos ocho migrantes y un policía.
Cerca de 3.000 refugiados han permanecido en un lugar cerca de la frontera, muchos de ellos bebés y niños, teniendo que resistir a la ausencia de agua y de comida. «No sé por qué nos hacen esto», explica el iraquí Mohammad Wahid. «No puedo volver y no sé dónde ir. Tendré que quedarme aquí hasta el final». La estación fronteriza de Gevgelija (Macedonia) es el punto de mayor afluencia de desplazados. Han llegado últimamente entre 1.500 y 2.000 personas al día en las últimas semanas, diez veces más que el número habitual previo al verano: «Necesitamos ayuda, porque los convoyes no son suficientes y el sistema de transporte está colapsado», explica Nikola Kostov, jefe de los ferrocarriles del país.
Macedonia se ha declarado incapacitada para lidiar con el flujo de refugiados procedente de Grecia, una situación agravada por las tensiones históricas entre ambos países. «Estamos viendo lo que ocurre en relación a los migrantes, pero tenemos que reconstruir los hechos», ha declarado Catherine Ray, portavoz de la Alta Representante de la Unión Europea, Federica Mogherini. Mientras tanto, la Comisión Europea se limitó ayer a conceder 90.000 euros a las autoridades macedonias para afrontar la crisis migratoria y ha evitado pronunciarse sobre el uso de gas lacrimógeno por parte de la Policía.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, António Guterres, quien contactó con el ministro de Exteriores de Macedonia, Nikola Poposki, asegura que ha recibido garantías, «de que en el futuro no se va a cerrar de nuevo la frontera». Acnur hace un llamamiento a las autoridades griegas «para que refuercen los sistemas de registro y recepción para las personas en necesidad de protección y proporcionen asistencia urgente a quienes queden en la parte griega de la frontera». «La violencia utilizada por las autoridades macedonias contra estas personas inocentes y vulnerables es indignante y debe cesar de inmediato», dijeron desde Médicos Sin Fronteras. Ayer, al menos mil personas habrían tratado de traspasar el cordón policial macedonio en la frontera. A media tarde, se conocía la noticia de que a unos centenares de migrantes, principalmente mujeres y niños, se les había permitido cruzar la frontera por orden de Skopje. Otras fuentes informaban de que a partir de hoy se dejará pasar a 300 personas cada hora.
Lo más probable es que se intensifique la presencia de migrantes entre Grecia y Macedonia. Tratarán de llegar lo más pronto posible al norte de Europa, antes de que Hungría corte el paso definitivamente tras completar el muro kilométrico que dividirá su territorio del serbio. Lo cual llevará a los más necesitados a buscar, una vez más, otra ruta alternativa.
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