África

Bruselas

La UE busca un pacto migratorio de mínimos

Los Veintiocho discuten hoy en Bruselas la creación de centros de refugiados en países africanos para gestionar el asilo y el blindaje de las fronteras exteriores.

Los inmigrantes del «Lifeline» desembarcan en el puerto de Malta tras permanecer siete días a la deriva a la espera de un puerto seguro en el que atracar
Los inmigrantes del «Lifeline» desembarcan en el puerto de Malta tras permanecer siete días a la deriva a la espera de un puerto seguro en el que atracarlarazon

Los Veintiocho discuten hoy en Bruselas la creación de centros de refugiados en países africanos para gestionar el asilo y el blindaje de las fronteras exteriores.

Los Veintiocho se reúnen hoy y mañana en Bruselas en la última cumbre del curso político, en uno de esos encuentros en los que prácticamente se abordarán todos los temas de la agenda europea en unos momentos especialmente turbulentos. Pero hay pocos desafíos que hayan logrado dividir tanto a los Veintiocho y hayan ocasionado tantas magulladuras como los flujos migratorios. Tras unas semanas de retórica incendiaria, las capitales europeas llegan a este encuentro con ganas de restañar heridas y dos puntos de acuerdo clave: la necesidad de blindar las fronteras exteriores y la puesta en marcha de «plataformas de de-sembarco regionales» en los países africanos para evitar que los migrantes pongan pie en suelo europeo.

Estos son los únicos puntos que unen a Este-Oeste, países de entrada y Estados de establecimiento, desde Austria hasta Italia pasando por el eje franco-alemán. Aunque Berlín, París y Madrid hayan propuesto centros de refugiados en territorio europeo, esta iniciativa cuenta con la fiera oposición de Roma. El presidente permanente del Consejo, Donad Tusk, pretende centrar el debate en los desembarcos fuera de suelo comunitario. Además, Emmanuel Macron, Angela Merkel y Pedro Sánchez aseguran que las dos iniciativas resultan compatibles. Todo indica que no van a dar la batalla por imponerse. Lo que está asumido es que «España no puede comportarse siempre como Don Quijote», dicen fuentes diplomáticas en alusión al «Aquarius».

En su carta de invitación a los Veintiocho, Tusk no puede resultar más elocuente. Apela a una línea dentro del presupuesto comunitario dedicada exclusivamente a poner en marcha acuerdos con países terceros para frenar los flujos. Según explican fuentes diplomáticas, «es necesario aprender de los errores del pasado». Los fondos que financian el acuerdo migratorio con Turquía firmado en 2016 dependen de la buena voluntad de los Estados, al igual que el fondo fiduciario con África. En los últimos meses, los socios europeos han postpuesto una y otra vez estos pagos, aunque se espera que esta cumbre sirva para que aflojen el bolsillo. En plenas negociaciones del próximo marco presupuestario (2021-2027), el presidente del Consejo aboga por una financiación más estable que también suponga un acicate para poder llegar a acuerdos con países africanos.

Uno de los mayores problemas de la propuesta reside en su falta de concreción. Fuentes diplomáticas reconocen que en las capitales europeas no hay definiciones comunes. Tampoco hay países candidatos. La Comisión está negociando con Marruecos, Níger, Chad y Egipto con nada en firme, e Italia quiere que Libia sea el país elegido. Pero no hay nada claro y tampoco se espera que hoy salga ningún conejo de la chistera. «Está todo en pañales. No hay ningún papel en concreto», reconoce una alta fuente europea. «Esperamos una luz verde para desarrollar el concepto», abundan fuentes diplomáticas que no comparten la definición de estas «plataformas» como «campos de refugiados». En un polémico párrafo, Tusk aboga por establecer estas plataformas «si es posible» en colaboración con la Agencia de Refugiados de la ONU y la Organización Internacional para Migraciones.

Todavía deben despejarse muchos interrogantes, pero las cancillerías europeas intentan reeditar con los países africanos un pacto similar al firmado en 2016 con Turquía, que redujo de manera drástica las llegadas a suelo comunitario y que para Bruselas ha sido todo un éxito.

Para Tusk, blindar las fronteras es la única manera de ganar la batalla al populismo. «Más y más gente está comenzando a creer que sólo una autoridad de mano dura, anti europea y anti liberal en espíritu y con tendencia al autoritarismo es capaz de parar la inmigración ilegal. Si la gente cree que sólo ellos pueden ofrecer una solución efectiva, creerán cualquier otra cosa que digan. Hay mucho en juego y el tiempo es escaso», avisa.

Hasta aquí los puntos de acuerdo, los de desacuerdo parece que no van a abordarse. «Se trata más de limitar que de compartir», se resume en alusión a las cuotas de reparto de refugiados. Como otro gran polo de conflicto, Italia. La llegada al poder de los populistas ha agitado las aguas comunitarias. Roma pretende cambiar el sistema de Dublín y que los países ribereños no tengan que seguir responsabilizándose de la tramitación de las peticiones de asilo de los migrantes que llegan a su territorio. Bruselas cree que lo mejor es posponer el debate y volver a abordarlo en septiembre. Mientras, confían en que la reducción de los flujos migratorios sirva para calmar a Roma.