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La UE exige explicaciones inmediatas a Obama por el espionaje
En la UE hay furia, sorpresa y conmoción. Estados Unidos utiliza el paraguas del terrorismo para espiar a gran escala a sus aliados. Las revelaciones de que los servicios de inteligencia de Washington han interceptado millones de comunicaciones telefónicas, emails y sms de las sedes centrales de la UE en Bruselas, Washington y Nueva York, y también de organismos de Alemania y de Francia, han abierto una herida que amenaza con erosionar la alianza entre los dos socios económicos.
Políticos de la UE reaccionaron ayer en tromba al conocer más detalles sobre la información que publicó ayer el semanario alemán «Der Spiegel» a partir de la documentación suministrada por el ex técnico de la CIA Edward Snowden. Al parecer, EE UU almacena hasta millones de comunicaciones telefónicas y mails de Europa al mes.
La postura oficial de la UE es que se está investigando la veracidad de estas informaciones, pero la sangre parece haber llegado al río. La Fiscalía federal alemana está estudiando abrir una investigación formal, y un portavoz de este organismo, en declaraciones a «Der Spiegel», no descarta que se presenten denuncias penales por violación de la ley de protección al ciudadano.
El líder del Partido Verde en el Parlamento Europeo, Daniel Cohn-Bendit, fue más allá al pedir una respuesta rotunda: «Un simple comunicado de protesta no es suficiente. La UE debe suspender inmediatamente las negociaciones de libre comercio con EE UU». Chair Brok, de la comisión de Asuntos Exteriores del Parlamento, añadió: «¿Cómo se supone que vas a negociar cuando estás más preocupado de que tu posición negociadora sea interceptada?».
En Alemania, el país más espiado de la UE, según los datos publicados por «Der Spiegel», políticos de distintos signos pidieron a la canciller Angela Merkel contundencia ante Estados Unidos. La ministra de Justicia, Sabine Leutheusser, afirmó que los métodos usados recuerdan a la Guerra Fría y que todo esto «excede lo imaginable». Markus Ferber, miembro del Partido Popular europeo en Bruselas y socio de Merkel, comparó los métodos de EE UU con los empleados por la Stasi, la policía secreta de la Alemania comunista. En Bélgica, el ministro de Justicia, Jean Asselborn, pronunció lo que piensan muchos en Europa: «Los servicios secretos están fuera de control».
El presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, exigió «una explicación inmediata» y avanzó que si se confirma la información estaríamos ante «un gran escándalo» que supondría «una enorme carga para las relaciones entre EE UU y la UE». Francia afirmó por boca del ministro de Exteriores, Laurent Fabius, que «es inaceptable» y pidió explicaciones a Washington, incluso Catherine Ashton, Alta Representante de Política Exterior y Seguridad de la UE afirmó que «esto constituye claramente un motivo de preocupación.
El Gobierno de EE UU anunció ayer que tratará a través de los canales diplomáticos convencionales las peticiones de explicaciones de la UE. «No vamos a hacer comentarios públicamente sobre supuestas actividades de inteligencia, pero ya hemos dejado claro que es habitual que Estados Unidos recopile información de inteligencia sobre el extranjero, como hacen todos los países», indicó un portavoz Oficina de la Inteligencia Nacional.
El gabinete de Obama, incapaz de atrapar al friltrador Snowden –que sigue escondido en el aeropuerto moscovita de Sheremetievo– parece asistir atónito a esta nueva cascada de revelaciones que laminan la imagen de la Administración Obama en el exterior.
Mientras tanto, ayer seguían saliendo a la luz más detalles del espionaje masivo. «Der Spiegel» publicó que la NSA (la Agencia Nacional de Seguridad, por sus siglas en inglés) almacena 500 millones de comunicaciones al mes en Alemania. En un día normal puede interceptar 20 millones de conversaciones por teléfono y 13 millones por internet. En el caso de Francia, la cifra es considerablemente menor, en torno a dos millones al día. La información adelantada el sábado desvelaba que la NSA pirateó ordenadores personales de la UE en Bruselas y en la ONU además de en la capital financiera de Alemania, Fráncfort, usando incluso métodos tan convencionales como micrófonos ocultos en edificios clave.
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