Unión Europea
La UE no negociará con Londres hasta que oficialice su salida
Merkel quiere ser flexible con Reino Unido, pero Hollande pide una desconexión rápida. Proponen impulsar la Unión con medidas para combatir las crisis económica, migratoria y de seguridad.
Merkel quiere ser flexible con Reino Unido, pero Hollande pide una desconexión rápida. Proponen impulsar la Unión con medidas para combatir las crisis económica, migratoria y de seguridad.
Con Reino Unido al margen tras los resultados del referéndum del jueves, y un día antes de la cumbre que arranca hoy en Bruselas, Alemania y Francia –con Italia en un segundo término– ya han empezado a movilizarse para reorganizar la nueva Europa de los 27. Oficialmente, lo hacen en la misma línea, buscando soluciones a corto plazo para que la UE no se vea debilitada y conseguir contener el temido efecto dominó en otros países del bloque. Sin embargo, podrían estar apareciendo las primeras divergencias en la pareja franco-alemana respecto a cómo manejar el escenario que el jarro de agua fría en forma de Brexit ha dejado en el bloque comunitario.
Ayer, en Berlín, tuvo lugar el primer encuentro clave en Europa tras el portazo británico. La canciller Angela Merkel –que, horas antes, se había reunido con el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk– fue la anfitriona de una minicumbre a la que acudieron el presidente francés, François Hollande, y el primer ministro italiano, Matteo Renzi, para debatir posturas sobre cómo afrontar la situación que ha dejado el referéndum británico en la UE.
En primer lugar, los tres líderes acordaron por unanimidad que no habrá conversaciones ni formales ni informales sobre el Brexit con Londres hasta que Reino Unido haya iniciado oficialmente el proceso de salida, algo que ya había adelantado Merkel horas antes del encuentro trilateral. La canciller, que insiste sobre la necesidad de adoptar una estrategia más comprensiva de cara a Reino Unido, volvió a puntualizar junto a sus homólogos que no había que alargar el proceso «para no alimentar a las fuerzas centrífugas» del continente, aunque sí pidió cierta «comprensión» con Londres para que sus autoridades puedan analizar la situación que dejó el triunfo del «Leave» (salir) en el referéndum del 23 de junio. «Reino Unido necesita cierto tiempo para reaccionar», había dicho su portavoz por la mañana, aunque sí aprovechó para pedir claridad al Ejecutivo británico.
La canciller alemana anunció también que los tres líderes están de acuerdo en promover un nuevo impulso a las que, en su opinión, son las prioridades de la UE: el crecimiento y el empleo, la crisis de los refugiados y la seguridad dentro y fuera de sus fronteras. Para ello anunció que se recogerán propuestas este verano entre los socios para presentarlas en una reunión en septiembre.
A pesar del clima de entendimiento que reinó en la primera reunión tras el Brexit de estos tres países fundadores de la UE Hollande no perdió la ocasión de subrayar lo que parece haberse forjado como su lema ante la marcha de Reino Unido, independientemente de lo que diga Alemania: «No hay tiempo que perder porque no hay nada peor que la incertidumbre», ya que ésta «puede derivar en comportamientos políticos y financieros irracionales». Una vez más, afirmó que Londres no debe esperar a octubre para confirmar su decisión de abandonar la UE, sino hacerlo «lo más rápido posible».
La estrategia que plantea Francia no es tan contenida como la alemana. Hollande aterrizó en Berlín con el firme propósito de subrayar ante Merkel que es Bruselas quien debe tomar el mando del devenir de la UE y que, en ningún caso, debe hacerlo a expensas de las decisiones británicas, tal y como había declarado horas antes a la Prensa. Echando mano de un paralelismo amoroso, había dicho que «siempre que decidimos divorciarnos, nos damos prisa en abandonar el lecho conyugal, es así de simple». Su solución es reaccionar con rapidez y cortar la relación por lo sano para que Europa, vapuleada ya desde hace años por duras crisis y en uno de los momentos más delicados desde su creación, pueda encontrar de nuevo la estabilidad. Para el líder galo, el Brexit se presenta como una oportunidad para reorientar Europa y ganar la batalla a la propagación de los movimientos populistas.
Mientras, el presidente italiano, el socialdemócrata Matteo Renzi, es en estos momentos un importante aliado que inclina la balanza hacia el lado de Hollande. Ambos quieren reorientar la UE hacia una política que alejada la austeridad. «Son las políticas de austeridad las que han transformado el futuro en una amenaza y han reforzado el miedo», dijo Renzi. En la misma línea que Hollande, el italiano aseguró que, de ninguna forma, Bruselas podía permitirse «un año de trámites» y apremió a Londres a iniciar cuanto antes el proceso.
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