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La vía más mortífera hasta la UE

En el Mediterráneo, 2.004 personas han fallecido este año al tratar de alcanzar suelo europeo. Otras 182.000 han culminado su sueño huyendo de la guerra y del hambre

El Dignity I rescató a 87 personas el pasado 6 de julio
El Dignity I rescató a 87 personas el pasado 6 de juliolarazon

Mientras el Gobierno británico centra el foco de atención en Calais y el Eurotúnel, lo cierto es que el mar Mediterráneo sigue siendo la ruta más mortífera para alcanzar la UE y no es precisamente Reino Unido el país que más peticiones de asilo recibe. Decenas de miles de personas huyen de conflictos anquilosados como los de Eritrea, Somalia o Afganistán y de los relativamente nuevos como los de Nigeria, Siria o Libia. En lo que va de 2015, han llegado a las costas europeas 182.101 personas, según las cifras de la Organización Internacional de la Migración (OIM). Sin embargo, al menos hay 2.004 que han fallecido en su intento de acceder a una vida mejor lejos de la violencia o la represión. Un dato que al ser comparado con el de 2014 –1.479 muertos en el Mediterráneo– deja constancia de que las autoridades europeas han tardado responder a esta crisis humanitaria.

Abril fue el mes que sacó los colores a la sociedad europea. Más de 1.265 personas murieron en aguas del Mediterráneo. Fue en el segundo naufragio del mes en el que se logró un duro récord: más de 800 fallecidos, que habían partido desde Trípoli, Libia, rumbo a Italia. Se trató de la mayor tragedia ocurrida en el Mediterráneo. Con ella saltó el debate tanto en los gobiernos como en la opinión pública. De repente, se echaba de menos la «operación Mare Nostrum», el dispositivo de búsqueda y rescate que el Ejecutivo italiano tenía en aguas libias hasta el pasado noviembre. La misión italiana había sido sustituida por «Tritón» y al estar al frente la agencia europea de control fronterizo (Frontex) se limitó a la vigilancia y protección de la frontera y no a las tareas de búsqueda y rescate.

Gracias a organizaciones como la ONG Médicos Sin Fronteras (MSF) y Estación de Ayuda al Migrante por Mar, (MOAS, por sus siglas en inglés), el número de muertos se ha reducido considerablemente. Por ejemplo, desde que MSF lanzara su operación de rescate en mayo, alrededor de 200 personas han muerto en el mar, mientras que en el mismo periodo de tiempo de 2014 (de mayo a julio), fueron 1.383 los cadáveres encontrados en las aguas del Mediterráneo. Del 2 de mayo a la fecha en la que la Comisión Europea debatió el asunto migratorio, propuso la lucha contra las mafias libias y el sistema de cuotas, el 13 de mayo, MSF rescató a 1.256 personas y había asistido en el salvamento de 101. En la ONG explican por qué lanzaron esta operación: «No podemos permanecer impasibles ante la realidad. Personas que huyen de algunas de las peores crisis humanitarias de nuestro tiempo están arriesgando otra vez su vida y muriendo en el mar. El año pasado, 3.500 personas perdieron la vida intentando llegar a Europa, algo trágico e inaceptable. (...) Europa ha dado la espalda a la gente que se ahoga en el Mediterráneo y haremos todo lo que esté en nuestra mano para que la situación cambie».

Fresghy fue rescatado por el «My Phoenix», operado por MOAS y con personal de MSF. Este eritreo de 20 años sabía «que el viaje era muy peligroso, pero era mi única alternativa». Fresghy dejó Eritrea hace 18 meses sin revelárselo a su familia para que no se preocuparan. Primero llegó a un campo de refugiados en Etiopía donde se puso en contacto con sus padres por teléfono. Pasó dos meses allí, antes de partir a Sudán. Trabajó durante un año en Jartum para ahorrar. «No es un país pacífico, pero a veces se puede encontrar un trabajo», aunque al ver que todo se le iba en comida y alojamiento, emprendió su viaje a Libia. «Íbamos en pequeños contenedores, unas 30 o 40 personas en cada uno. Algunos se cayeron y nadie les ayudó, murieron en el desierto. El conductor nos dijo: ‘‘Dejadlo, aquellos que se caen deben ser abandonados’’». Una vez en Libia, la situación no fue mejor. Allí lo retuvo contra su voluntad un grupo de libios y tuvo que pedir dinero a su familia si quería partir a Europa. «Los libios son desagradables. Animalizan a la gente. Muchas de las mujeres que estaban con nosotros fueron violadas», recuerda el joven eritreo. Una vez sus padres pagaron, le dejaron subir a un barco con 550 personas más. «Era muy inseguro, en la parte de abajo hacía mucho calor y la gente tenía problemas de respiración». El miedo se apoderó de ellos. No había chalecos salvavidas. «No sé nadar. Si hubiera habido algún problema, no hubiera tenido otra opción que morir. Pero en lo único en lo que piensas es en ayudar a tu familia y en cómo llegar a un lugar pacífico en el que puedas vivir de tu trabajo».

En MOAS, fundada por una pareja de EE UU e Italia, se honran de haber salvado la vida ya a más de 8.000 personas. Christopher y Regina Catrambone se quedaron conmocionados por el naufragio en 2013 cerca de la isla de Lampedusa en el que 400 migrantes perdieron la vida. «Esperamos que la iniciativa humanitaria inspire a otras personas en el mundo y que se ayude a disipar lo que el Papa Francisco tachó de ‘‘la globalización de la indiferencia’’».

Otra nueva iniciativa para evitar más muertes es la de la oficina de la IOM en Trípoli, que junto a Acnur ha organizado talleres para que las autoridades libias mejoren en sus labores de rescate y salven más vidas en sus costas. Esta semana recibieron entrenamiento 19 personas de la Guardia Costera libia, el departamento de seguridad portuaria, el directorio para la lucha contra la migración ilegal y dos miembros de la Cruz Roja Libia.