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La vicecónsul india hacía trabajar a su sirvienta todos los días a 1 dólar la hora

La vicecónsul de India en Nueva York, Devyani Jobragade, tenía a su sirvienta trabajando unas 100 horas por semana, sin descansar ningún día y por algo más de un dólar la hora, según consta en los documentos de la acusación en contra de la diplomática, que ya ha abandonado el país gracias a un acuerdo entre las autoridades de Nueva Delhi y Washington.

Los documentos de la acusación, publicados en la página web de la fiscalía del distrito sur de Nueva York, exponen que la vicecónsul india no le permitía a su empleada tener bajas por enfermedad y le pagaba un poco más de un dólar la hora, lo que supone un séptimo del salario mínimo en Nueva York.

Jobragade ha negado todos los cargos que se le imputan y ha contado con el respaldo del Gobierno indio. El abogado de la vicecónsul, Daniel Arshack, afirmó el jueves que su clienta abandona el país con "la cabeza alta". "Sabe que no ha hecho nada incorrecto y espera garantizar que se conoce la verdad", indicó, en un comunicado.

El escrito de acusación subraya las enormes diferencias de las versiones de la vicecónsul y la sirvienta sobre el trato que la diplomática daba a la empleada del hogar. Los familiares de Jobragade

y las autoridades indias mantienen que las acusaciones son exagerades

y que han sido aprovechadas por la empleada del hogar, Sangeeta Richard, para obtener a cambio la residencia norteamericana.

Uttam Jobragade, el padre de la vicecónsul, ha asegurado que Richard tenía una vida de lujo, que iba cada semana a un salón de belleza y que incluso se compró un teléfono inteligente iPhone.

"¿Tenía esos lujos la sirvienta de Nancy Powell?", se ha preguntado, en referencia a la embajadora de Estados Unidos en India.

El escrito de acusación mantiene que Jobragade hizo firmar a la criada un contrato que estipulaba que recibiría 9,75 euros por hora y declaró ante las autoridades de inmigración de Estados Unidos que cobraría unos 4.500 dólares al mes (unos 3.200 euros al mes).

Sin embargo, la noche en que iba a volar de India a Estados Unidos, Richard fue llamada a la casa de Jobragade en Nueva Delhi y le hicieron firmar un segundo contrato laboral en el que se fijaba su salario mensual en 30.000 rupias (unos 360 euros), una cantidad que es ilegal por no alcanzar el salario mínimo estadounidense.

En ese segundo contrato se quitaron las cláusulas sobre las bajas por enfermedad y las vacaciones. El escrito de acusación calcula que la empleada cobraba una cantidad ligeramente superior a un dólar por hora. En una ocasión, Jobragade llegó a pedirle a su sirvienta que no se pusiera enferma porque le salía muy caro.

Al llegar a Estados Unidos, la diplomática le quitó el pasaporte a la sirvienta y nunca se lo devolvió, después de haberle dicho que sólo se lo daría cuando terminara su contrato, que tenía tres años de duración. A pesar de estas circunstancias, Jobragade denunció a Richard en los tribunales indios argumentando que se había fugado con un pasaporte gubernamental.