Elecciones en Grecia
Lafazanis, el primer traicionado por Tsipras
Para Alexis Tsipras, su ministro de Recuperación de la Producción, Energía y Medio Ambiente, Panayotis Lafazanis, comenzó a ser una piedra en el zapato desde el momento en el que el Gobierno (en coalición con los nacionalistas de ANEL) aceptó la prórroga del segundo rescate. Las alarmas comenzaron a sonar en el núcleo duro de Syriza encabezada por este matemático (hay quien dice que no llegó a terminar la licenciatura) que provenía de las filas comunistas. Las voces críticas hacia la deriva complaciente de Tsipras a favor de Europa aumentaban y cada vez eran más los que se sumaban a la corriente alternativa que iba cogiendo forma según arrancaba la primavera. Varios políticos clave de la coalición radical como Kostas Lapavistas o la presidenta del Parlamento, Zoi Konstandopulu se subieron progresivamente al carro de Lafazanis, representante de la Plataforma de Izquierdas integrada en la coalición que conforma Syriza. La clave está en que los representantes de esta formación, la más extrema, fueron los artífices de gran parte del programa de Syriza en enero, por eso, en cuanto constataron que Tsipras relegaba sus promesas electorales a un segundo plano, un traicionado Lafazanis tomó la delantera. En mayo, el 44 % del comité central del partido votó a favor de romper las negociaciones con la Troika, pero el primer ministro hizo oídos sordos. A mediados de julio, el ministro fue destituido por Tsipras junto a otros cuatro viceministros ante las constantes críticas hacia su gestión y su negativa a firmar el tercer rescate. La guerra estaba servida. El ex comunista de 63 años anunció el 21 de agosto el nacimiento de un nuevo partido, Unidad Popular, con el que recuperaría la esencia radical de Syriza. Desde entonces, el partido ha perdido una sexta parte de sus diputados y aproximadamente un 8% de los votantes de la coalición radical. Durante las votaciones parlamentarias para dar luz verde al tercer memorándum, 43 miembros de Syriza se abstuvieron o en contra. En este momento, incluyendo al comité central y a organizaciones locales, aproximadamente un 40% de miembros de Syriza han dicho “no” a Tsipras.
Quien no cayó en las redes de los díscolos fue el propio Varufakis, quizá por la difícil relación que mantuvo durante los meses en el gobierno con Lafazanis. Este segundo no soportaba la constante exhibición del ministro de Finanzas ni las sonrisas que mostraba en las reuniones con sus acreedores. Varufakis prefirió ir por libre.
Por su parte, los griegos no han acogido con demasiado entusiasmo las propuestas de Unidad Popular dada la radicalidad de sus propuestas (la vuelta al dracma, anular el restate y apostar por el Grexit). Las encuestas le dan entre un 3,5 y un 5% de intnción de voto. Si finalmente queda por debajo del 3% quedaría fuera del parlamento. Si entra en la cámara helena, no contará con demasiados amigos.
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